2018 12 07
¿Último año de estudios en Madrid? Foto realizada por Fernando Millán
En la comuna, 2º año, con un amigo
El creador José Antonio Cáceres Peña reconocido a los 77 años: poesía, pintura y experimentación poética
Por Antonio Viudas Camarasa
Emilia Oliva me da la primicia que comparto con mis lectores:
«Por fin, empezamos con las actividades de difusión de la obra de José Antonio Cáceres que tendrán lugar a lo largo del 2019 en el MEIAC (Badajoz). La primera exposición da a conocer su obra experimental «Corriente alterna». Esta obra fue publicada por Adriano Spatola (Ediciones Geiger) sin incluir las páginas en color ni el troquelado de las mismas. Ahora, el MEIAC, publica la recreación original de la obra y explica el proceso de edición llevado a cabo. El día 11, a las 20:00, en presencia del autor, se dará el pistoletazo de salida a las actividades que permitirán que la obra de José Antonio Cáceres no caiga en el olvido, ocupe el lugar que se merece al ser difundida en toda su extensión por primera vez y nutra a las futuras generaciones de creadores.
Me gustaría que arropáramos con nuestra compañía y nuestro cariño a José Antonio Cáceres (77 años) en este primer acto de difusión como agradecimiento a su tesón y esfuerzo y al magnífico legado que nos deja.Difundid a los cuatros vientos».Emilia Oliva»
Reproduzco el texto de difusión que sitúa la obra de José Antonio Cáceres Peña que gentilmente me ha remitido Emilia Oliva hace dos horas:
«2019 será el año de José Antonio Cáceres porque la divulgación de su obra, inédita casi en su totalidad, será posible por dos vías:
En primer lugar, a través de la exposición La consciencia de ser que tendrá lugar en el MEIAC de Badajoz y que se llevará a cabo en varios tramos expositivos. La complejidad y variedad de su obra -pintura, poesía cinética, fonética, visual, poesía discursiva- y la originalidad de la exposición al intentar mostrar la imbricación subterránea entre los diversos formatos que transita el autor nos han conducido inevitablemente hacia una exposición que irá creciendo a lo largo del año a la vez que se abordará la publicación de los facsímiles de obras experimentales como Corriente alterna, su novela visual. Figura o su proyecto inacabado de gran obra Unidad del Mundo.
En segundo lugar, la Editora Regional de Extremadura sacará a la luz también en 2019 Autosugestión, la obra poética completa de José Antonio Cáceres. Que la Gran obra estructurada en 36 libros salga a la vez que tiene lugar la exposición de sus dibujos y pinturas y su obra experimental permitirá conocer en toda su profundidad la enorme coherencia del proceso creativo. La ruptura neovanguardista es, en José Antonio Cáceres, continuidad con la más alta tradición poética española, la poesía mística y trascendente.
Será la primera vez que un proyecto expositivo aborde poesía, pintura y experimentación poética como un todo. No se trata de un capricho sino de un planteamiento ético, de respeto a la trayectoria y la obra del autor. El recorrido no responde a una secuenciación biográfica o de evolución en el tiempo de la obra del autor, sino la puesta relieve de tramas, de ejes que sostienen la búsqueda expresiva del autor para decir el mundo y alcanzar el conocimiento, la visión.
Proyecto poético o creativo de las características del de José Antonio Cáceres podemos encontrarlo en dos poetas-pintores belgas casi coetáneos: Henri Michaux y Michel Seuphor. En ambos encontramos la misma búsqueda metafísica que ha constituido el impulso creador de JA Cáceres. Será esta peculiaridad creativa como poeta y pintor la que le lleva a navegar por terrenos inexplorados y sitúan su obra en terreno de nadie. “Para los poetas, era pintor. Para los pintores, poeta.”, comenta con frecuencia. Sin embargo, es esta peculiaridad la que va dar a su obra una gran originalidad y será la responsable del rico periodo de experimentación poética por el que se adentra.
Ya en los inicios de su incursión experimental, tanto Felipe Boso, como Fernando Millán, Adriano Spatola o Mary Ellen Solt fueron conscientes de que las obras de Cáceres apuntaban a una dirección que ningún poeta de la época abordaba. No fue extraño pues, que fuera el primer poeta experimental español en publicar obra fuera de nuestras fronteras: en Italia y en Estados Unidos. Y después de aquellos diez años de efervescencia, viajes, contactos, actividad y aventuras en Madrid, Barcelona, Londonderry, Pisa y otras ciudades italianas, el retiro, la desaparición de los circuitos.
El autor conserva cartas de poetas a los que le ligaban bien proyectos poéticos en marcha, bien una gran amistad, bien un interés especial por su obra. Aníbal Núñez, Leopoldo de Luis, Jorge Urrutia, Julio Campal, Rafael Alberti, Fernando Millán, Felipe Boso, Joan Brossa, José Luis Castillejo, Francisco Pino, Antonio L. Bouza, Jorge Guillén, Pedro M. Lucía, Marino Navarro, J. Valdivielso, J. M. Figueres, Joann Barceló, Antoni Tápies i Barba, Joaquim Sala i Sanahuja, Fernando Millán, Francisco Pino, José Miguel Ullán, Elena Asins.
No fue el silencio, sino la búsqueda lo que le hizo romper con todo y con todos y ello ha hecho de J A Cáceres un desconocido. Su actitud de trabajar mucho, pero publicar poco o nada, ha sido una constante a lo largo de su vida. Lo dice en la carta a Felipe Boso de 24 de diciembre de 1972, enviada desde Pisa donde ejercía de lector de español en la Universidad con 32 años: “Trabajo bastante, hago muchas cosas, pero no me muevo nada para publicarlas o darlas a conocer”.
Lo recuerda Fernando Millán como alguien que se notaba que sufría o había sufrido mucho. A estas alturas podemos afirmar con rotundidad que las decisiones paternas orientaron de manera determinante la evolución de JA Cáceres. La frustración inicial, al no permitirle su padre encaminarse hacia los estudios de Bellas Artes cuando abandona el sacerdocio, hacia donde le había encaminado su madre, le llevaron a adentrarse en los estudios de Filología Románica e hicieron de José Antonio Cáceres un poeta. Si pintar surgía de manera natural, casi como una exudación -dan muestra de ello las casi 3000 obras de pequeño formato que conserva el autor-, escribir le supuso una ardua tarea de revisión, corrección, depuración, desánimo e inseguridad. Como un destino no elegido al que debía someterse, que se escapaba a su control y del que no podía escapar. Escribir como tarea tantálica o prometeica. Lo cierto es que sacrificó toda carrera profesional personal -que sin duda hubiera podido ser brillante y en la que hubiera podido alcanzar una vida acomodada y de reconocimiento social- por una vida oscura, ascética y solitaria. Abandonó la docencia, incluida la investigación universitaria, por modos de vida más auténticos, experiencias comunitarias, o por búsquedas de la trascendencia a través de la vida solitaria, la meditación zen, la filosofía oriental o el chamanismo. Como el niño de la anécdota de San Agustín, JA Cáceres se puso a sacar toda el agua del mar para meterla en un hoyo. Quiso dar cuenta del universo todo en una obra poética concebida como Gran obra en el sentido de obra trascendente que proviene de Ramon Llull. Su obra constituye el espejo en el que se reflejan los problemas de la condición del hombre a lo largo del siglo XX. De la confesión religiosa al nihilismo, de la convicción de la capacidad del lenguaje para traducir el mundo a la constatación de que el lenguaje no dice el mundo sino que lo inventa: la crisis de fe, en JA Cáceres, es crisis del lenguaje.
En JA Cáceres la experiencia poética tendrá el carácter de recreación permanente dentro del poema de un universo especular del cosmos. Asistimos a la variación interminable bajo la égida de lo uno múltiple. Un único libro en metamorfosis constante de la materia verbal/visual en torbellinos, en espirales. La vivencia del lenguaje es para JA Cáceres la constatación de sus límites. El conflicto entre el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciado introduce un juego permanente de espejos en los que el yo poético se refleja, se construye o se deforma. El acto poético es entendido aquí como un proceso de producción de sentido a través de un despojamiento progresivo de todo artificio, que traduce el despojamiento verbal como el medio para alcanzar a decir lo inefable. De ensoñación -“autosugestión”- a través de la experiencia sensorial para descubrir un plano más profundo de conocimiento.
La corriente subterránea del quietismo de Miguel de Molinos es lo que sin duda conduce a JA Cáceres a la exploración de las filosofías orientales y su encuentro con maestros de distintas corrientes de origen budista, hinduista o chamánica. Se interesa, ya desde su estancia en Italia entre 1973 y 1977, por la obra de Georges Gurdjieff, místico gnóstico, maestro creador de la cuarta vía o del despertar a una vida consciente para llegar a ser un hombre equilibrado, cabal desde la vida cotidiana. A partir de 1979, año en que conoce a Llum de la Selva, eremita y naturalista catalán, participa dos años en una experiencia de comuna cerca de Vilanova i la Geltrú, una de las que entonces comenzaban a proliferar por Cataluña. Más tarde, sigue las enseñanzas del maestro espiritual indio Osho, fundador del movimiento rajnishe, entra en contacto con la filosofía y modelos de vida de Giuseppe Lanza del Vasto, filósofo, poeta, artista y activista de la no violencia, discípulo de Mohandas K. Gandhi. Finalmente se sumerge en la vía de conocimiento desde el éxtasis y las visiones chamánicas bajo los efectos del peyote de Don Juan relatadas por Carlos Castaneda.
A partir del 11 de diciembre, fecha de inauguración del año Cáceres, pondremos remedio a esta situación de desconocimiento y recuperaremos para nuestra tierra un hombre del 68 que ha llevado como una pesada carga y enorme coherencia no sólo un proyecto de vida, sino la creación prometeica de una Gran obra».
Me alegro de que el año 2019 sea el año de José Antonio Cáceres Peña. ¡Felicidades José Antonio y felicidades Emilia por ese logro y éxito». Con mis mejores deseos. Os lee y admira, Antonio Viudas Camarasa
HEMEROTECA
Para
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libro-recomendado
Nuevas publicaciones extremeñas
Moradas (2011) de José Antonio Cáceres
Por Antonio Viudas Camarasa
Real Academia de Extremadura
Rasgos biográficos
José Antonio Cáceres Peña (Zarza de Granadilla, 1941-) estudia filología románica en la universidad Complutense donde se licencia en 1968. Lector de español en las universidaddes de Londonderry (Derry) y Pisa (Italia, entre 1971 y 1979). Se domicilia unos años en Barcelona, siendo miembro de una comuna. Durante cinco años permaneció en el claustro universitario extremeño como profesor del departamento de Italiano en la Facultad de Filosofía y Letras cacereña. Abandona en 1988 una brillante carrera universitaria y fija su residencia, sin sueldo oficial, en Zarza de Granadilla primero y despues en Hervás donde reside. Se inicia en la poesía concreta y experimental de la mano del uruguayo Julio Campal que trajo desde Buenos Aires en persona lo nuevo sudamericano a Madrid en los sesenta, al mismo tiempo que desde la revista Gévora, Pacheco, Lencero y Valhondo estaban epistolarmente muy atentos a lo nuevo de ultramar: Vallejo, Huidobro y Octavio Paz, entre otros.
Libro muy estructurado
Moradas nace del último poema de Herencia del desierto (1987-1988) según confiesa el autor en el Post scriptum donde ofrece varias claves para entender su creación poética. Manifiesta que es un libro muy estructurado en contraposición con la linealidad diaria de otras producciones suyas. Los poemas están fechados y se verifica que están escritos entre enero del 88 y julio del 89. Precisamente el tiempo en que madura su decisión de cambiar el estilo de su vida: pasa de estar inmerso en la enmarañada vida universitaria a refugiarse en una paz campesina y rural. Muchos de ellos están escritos en Montfragüe.
De mi última conversación con José Antonio Cáceres conservo este retazo: “…me despido. Abandono mi trabajo universitario y me voy a vivir en el campo y del campo”. He leído Moradas y disfrutado de nuevo el acercamiento a un escritor innovador que refleja el caleisdoscopio vital y cultural de su propia existencia.
El poeta busca –como Santa Teresa, San Juan de la Cruz, el Tarot, la Biblia, la cultura de Occidente– unas moradas donde el ser humano se encuentre a sí mismo y pueda ubicarse definitivamente.
Detalle de la portada de Moradas de José Antonio Cáceres:
Prólogo de Emilia Oliva (Editora Regional de Extremadura, 2011)
El libro no es –según declara el autor– autobiográfico, pero gracias a la transcendencia literaria consigue rasgos fundamentales de una biografía colectiva de las personas que pertenecen a su generación.
Las ´Moradas´ de José Antonio Cáceres
¿Dónde va el intelectual nacido unos años antes de la Segunda Guerra Mundial, que convive con el mayo del 68, viaja por Europa, experimenta la vida de una comuna y pasa un lustro en un centro universitario en una ciudad de provincias?
Pudo haber desarrollado una brillante vida intelectual, sin embargo, marcha a la búsqueda de unas moradas más sosegadas desde las que escribe la mayoría de sus obras.
El poeta en la búsqueda de sí mismo acude al misterioso Buda, la magia y los mitos de Occidente. Estructura sus Moradas con la simetría y contenido de La divina comedia.
Su poesía se sustenta en la filosofía perenne de los cuatro elementos que envuelven la vida del hombre: agua, aire, fuego y tierra. El paisaje físico se enmarca en el paisaje cultural del autor. Su mundo creativo se engarza en un libro muy estructurado con telón de fondo de Tarot. Mezcla la cultura adquirida por el poeta en su existir y las diversas interpretaciones del ser que ofrecen las religiones y el universo mágico. De la Biblia al Tarot camina pasos dubitativos en las dicotomías: “luz / oscuridad” y “blanco / negro”. Estas y otras similares conforman la esencia del ser humano vertida en sus páginas.
Moradas es un libro para disfrutar, aprender y meditar el destino del hombre en el entorno en el que su autor lo escribió. Gracias a la fuerza telúrica que sustenta su propia vida su significado aún transciende a pesar del tiempo transcurrido desde la composición de los poemas.
Se puede considerar la obra de José Antonio Cáceres como la de un poeta preterido y silenciado, en parte deseo suyo, pero con suficiente obra inédita para completar una página fundamental del panorama de la poética del último tercio del siglo XX en las letras hispánicas. De la mano de los innovadores de los cincuenta y sesenta, entre ellos Ángel Crespo, ventana de la poesía portuguesa y Julio Campal de los poetas sudamericanos, llegó la admiración en los años ochenta por la poesía experimental y una nueva concepción estética.
Se indica en esta edición, preparada por Emilia Oliva, que Moradas el 11º libro de la serie Poemas de madurez, que consta de 18 títulos. Termino mi acercamiento a estas Moradas de José Antonio Cáceres con el surrelismo de estos versos: “… . Caracoles / lentos ascienden / por el arco iris de lluvia” –
Bibliografía selecta
2010, 13 Noviembre. José Antonio Cáceres Peña. . Consulta 27/05/2012
2009, Julio Campal. . Consulta 27/05/2012
Nota 2020 02 01
En junio de 2012 José Antonio Cáceres contestó a las preguntas que le formulé en esta
Entrevista a José Antonio Cáceres
2012 06 01
Entrevista de lecturaextremadura.com al escritor y pintor José Antonio Cáceres con motivo de la presentación de Moradas en el Museo Pérez Comendador (29 de junio de 2012, 19 horas) en Hervás (Cáceres).
José Antonio Cáceres:
«… Desde entonces comencé a frecuentar el grupo y, a la muerte de J. Campal, con Fernando Millán, J. García Sánchez y varios más, formamos el Grupo NO de poesía visual o experimental»
Lectura Extremadura: -¿Desde cuándo escribes y qué es para ti la escritura?
José Antonio Cáceres: -Escribo desde los quince años más o menos; la misma edad en que empecé a pintar. Estaba entonces en el Seminario Menor de Plasencia.
En Zarza en la escuela, ¿7 años?
Durante algunos años combiné ambas formas de expresión y, si durante una temporada me sentía escritor, en la siguiente estaba convencido de ser pintor en primer lugar. Aunque, por lo general, realizaba ambas actividades sin conflicto.
En Salamanca, a donde fui a convalidar estudios y terminar el bachillerato, tuve como condiscípulo a Aníbal Núñez, que también fluctuaba entre la pintura y la escritura. Unas veces salíamos a pintar al campo (aunque éramos sobre todo pintores abstractos, a veces, un poco picassianos); otras veces pintábamos o leíamos en su casa.
Mis padres no querían que me dedicara a la pintura, pues la veían como una profesión azarosa y poco práctica. Decidí, renuentemente, estudiar Románicas, lo que me permitía formarme como escritor. Desde entonces, aunque nunca dejé la pintura, decididamente acepté mi destino de escritor ya que, como pintor, sólo podía realizar algún cuadro de vez en cuando y, con más frecuencia, dibujos y acuarelas que guardaba en carpetas que aún conservo, a pesar de todos los avatares de mi vida.
La escritura, poco a poco, se fue convirtiendo en el eje de mi existencia. Durante mi estancia en Madrid, algo comenzó a derrumbarse. La poesía se fue convirtiendo en una indagación en las formas. Y, poco a poco, fui perdiendo el rumbo.
En 1967 conocí a Julio Campal que, junto a Fernando Millán y otros, organizaron unas jornadas, en la Facultad de Letras, sobre poesía concreta. Desde entonces comencé a frecuentar el grupo y, a la muerte de J. Campal, con Fernando Millán, J. García Sánchez y varios más, formamos el Grupo NO de poesía visual o experimental. Así creí unir la poesía y la pintura finalmente.
1968 fue mi último año de carrera, un año convulso. Luego hice el servicio militar y, seguidamente, pasé dos años como lector de español en Irlanda del Norte, y seis en Italia, que fueron toda una vida en mi corazón, que sabe alargar o acortar el tiempo.
Dejé la poesía visual en Italia y volví a la poesía tradicional en Barcelona, donde pasé dos años en la enseñanza y otros dos en una comuna. Desde que abandoné mis años comuneros, excepto algún parón, no he dejado de escribir y, aunque todavía pinto algún cuadro, la escritura se ha convertido en una forma de indagación en la realidad y en mí mismo, insustituible por el momento.
Hoy sé que la poesía fue la elección acertada pues, siendo un lobo estepario, mal papel habría hecho entre galeristas, marchantes y coleccionistas. La poesía me ha dado la oportunidad de escribir sin publicar, hasta el momento justo.
Lectura Extremadura: -¿Qué te ha llevado a escribir este libro?
José Antonio Cáceres: -Era, en la Universidad de Cáceres, Asistente de italiano, de cuyo Departamento Blanca Muñiz poseía la cátedra. Por aquel entonces tenía un amigo, gran aficionado a consultar las cartas del Tarot; lo que me llevó a interesarme por algo que nunca me había llamado la atención, como forma de conocimiento. No obtenía grandes resultados con las respuestas; para ello prefería el I Ching, el libro chino de las mutaciones. Pero poco a poco, las figuras enigmáticas fueron penetrando en alguna región de mi inconsciente. Y, sin darme cuenta, comencé a escribir poemas que me sugerían dichas figuras.
Así fue surgiendo el libro, mientras me documentaba sobre el significado que otros, antes de mí, le habían atribuido. Por entonces leía a Gurdjeff, que hablaba de un arte objetivo en que el artista desaparecía en su obra. No recuerdo cómo, esta idea rigió la escritura del libro. No me interesaba escribir mis sentimientos, sino la oculta sabiduría que expresaban las imágenes arquetípicas, su distribución, su división en tres partes significativas del camino de la vida y su sentido ascendente, hacia una meta de perfección inaprensible. Con el Loco, como figura móvil, no integrada rígidamente en el conjunto; pues puede aparecer con su alegre pirueta, rompiendo la gravedad de cualquier situación.
Madrid, ¿3º de universidad? Jorge Urrutia a la izquierda
Lectura Extremadura: -¿Cómo ha sido tu vida de escritor y qué proyectos tienes?
José Antonio Cáceres: -Ahí sí que me has pillado; pues, si puedo hablar de pasado porque fue, no puedo hablar del futuro, porque aún no ha sido. Procuro vivir el presente, pues de él recibo la fuerza de la vida, todo me da su amor, me guía en estas encrucijadas. El Espíritu sólo es en el presente, sólo en el presente se expresa. Por tanto te hablaré del pasado, que fue presente un día. Y del presente del aquí y el ahora.
Mi vida de escritor ha sido difícil y tormentosa; aunque también serenamente gozosa. Sobre todo el arte, todas las ramas de las Bellas Artes, y la naturaleza, me producían exaltación. Como cualquier joven artista, soñaba con el éxito pronto y seguro; pero, ni siquiera entre mis amistades, escritores o pintores, lograba el beneplácito. Si eran pintores, elogiaban mi poesía; si poetas, mi pintura. Sólo con Aníbal Núñez encontré un amigo, que padecía mi misma esquizofrenia.
Luego marché a Madrid y la vida nos fue desconectando. Alguna vez fui a visitarle a Salamanca y me regaló sus libros, muy de cristal, delicados, como él pintaba también; al menos cuando yo le conocí. Que yo sepa, nunca nos arredró el olvido. Nuestra tarea estaba por encima de cualquier eventualidad o desánimo. Es cierto que él tuvo mayor fortuna en ambas técnicas; aunque, en mi opinión, lenta y tardía de todos modos.
Cuando, mi penúltimo año de carrera, conocí a J. Campal, F. Millán y el resto del grupo, creí que podría conciliar la poesía y la plástica, y cada vez ahondé más en ese camino, hasta que sus límites se tornaron borrosos. Aunque me dio muchas satisfacciones creativamente hablando, llegó un momento en que no le vi continuidad al asunto.
Ya en España, después de mi periplo y mis naufragios por esos mares borrascosos, con renovado ímpetu volví a la poesía discursiva. Libre de la idea de publicar y ser conocido, emprendí la escritura de madurez, como un simple diálogo conmigo mismo, una forma de conocimiento, exteriorizando lo que bullía en mi interior; para que me fuera patente la causa que me producía tales desasosiegos. Me sentía perdido en un mundo que no seguía mis mismas reglas.
Sólo mucho después, casi ayer mismo, recordé que los místicos, de cualquier religión, recomendaban el alejamiento del mundanal ruido, para centrarse en sí mismos y en lo que importa, la búsqueda de la verdad. Algo que hoy se oculta y se desprecia como ilusorio.
Sin embargo, de este olvido aceptado con el que me identificaba cada vez más, me sacaron los amigos de Zarza, cuando allí me retiré para poner a punto mi obra poética; única cosa que, al parecer, daba sentido a mi vida. Allí mis amigos de Zarza, con ayuda de otros compañeros y del Ayuntamiento, publicaron los dos primeros libros.
Estando en esta tesitura, empezaron a llegar otras publicaciones, promovidas por Pablo Jiménez en Veturia y por Emilia Oliva en Vincapervinca, y emprendió, Emilia, la tarea de informatizar y realizar estudios sobre mi obra, etc., incansablemente.
Se me hace que yo solamente he sido vocero de la esperanza, para todo aquel que lucha por conocer el misterio de la vida. El futuro no está escrito y nada puede decirse de él. Del futuro nada sé. Sólo quiero vivir el presente con la intensidad que me pide el espíritu, para ser testimonio de que la verdad me hará libre. Pero esa verdad no puede ser enseñada, pues sólo puede ser vivida..
Dibujo dedicado por Rafael Alberti
Original Aníbal Núñez
Carta de Anibal Núñez
Tarjeta de Fernando Arrabal
Carta de Alonso Zamora Vicente (Profesor de Dialectología ymiembro de la Real Academia Española)
En Barcelona, el año antes de la comuna