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2020 11 04 22:52

Rosa María Lencero Cerezo

en

MANUEL PACHECO

EN BARCARROTA

7/8 N 2020

Rosa María Lencero Cerezo


DOMINGO 8 N 2020

JORNADA DE MAÑANA

SESIÓN TÉCNICA


11:20h MESA REDONDA–DEBATE –5. «Manuel Pacheco. Poemas al Cine. Sesión de cineclub

  • Lugar: Parador Palacete de Santiago. Calle Badajoz, 31, 06160 BARCARROTA, Badajoz). 38°30’54.6″N 6°51’01.6″W

3. Recitado de «Las gotas de poesía de Mac Laren» de Manuel Pacheco y una selección de los doce poemas desconocidos del Archivo de Rafael Utrera Macías

Rosa Lencero Cerezo. Escritora

 

 

 

 

Curriculum vitae

Licenciada en Geografía e Historia.
Escritora extremeña de poesía, narrativa, cuento infantil, teatro y guionista. Cuentos
ilustrados: El gato Ovidio y Típiri-típiri el duende sastre. Poesía: El galo moribundo,
Como Amantes de Etruria, Mar de yerba, El libro de los desposorios, Memoria de tu
nombre, El agua de los sueños. Narrativa La paz del lobo. Relatos Encantadas de la
vida. Teatro Nosotras, mujeres y Amargas. Participación en obras colectivas, antologías,
directorios internacionales de poesía, documentales, adaptación de espectáculos
culturales, radio y televisión. Miembro de jurados literarios, monitora de Talleres de
Lectura, Promoción de Lectura y Bibliotecas de barrios. Becas a la creación literaria en
poesía y prosa. Articulista del Diario Regional HOY. Colabora como guionista con Maite
Ruiz de Austri en su film El extraordinario viaje de Lucius Dumb, película infantil sobre
los Derechos Humanos de la Infancia nominada al Premio Goya a la Mejor Película de
Animación y premio Bronze Remi Award de valor educativo en The Houston International
Film Festival.
Directora de la Editora Regional de Extremadura y del Plan de Fomento de la Lectura
en Extremadura desde 2012 a julio de 2015.

 

LAS GOTAS DE POESÍA DE MAC LAREN

EL CINE. MANUEL PACHECO

Edición, introducción y notas de Antonio Viudas Camarasa.  1999Tomo I, pp. 266-271. Editora Regional de Extremadura.

 

PRIMERA GOTA

 

LA GALLINA

 

El gallinero está muy sucio.

-Vuela lejos del fango y pon huevos de alba

en los oscuros gallineros de la tierra.

 

Los azules molinos de la noche muelen harina de astros

y el hueco cacareo del corral se convierte en violín.

 

¿Qué arcángel niño te acogió en los brazos?

 

Montada la gallina en góndola de plata

flota en la azul Venecia del espacio.

 

 

SEGUNDA GOTA

 

LA SILLA

La madera fue mástil de las albas

y el hacha la cortó y el carpintero

crucificó su canto.

 

¿La silla es una esclava

que sostiene cansancios?

 

Quiere el hombre sentarse,

la silla no se deja dominar,

piensa que antes de silla ha sido un árbol.

 

Comienza la lucha,

la madera clavada está saltando,

el hombre se convierte en una silla

y coge la madera entre sus brazos.

La silla siente carne,

el hombre bosque.

 

Dulcemente leyendo

el hombre se ha sentado.

 

 

TERCERA GOTA

 

LAS BOLAS

Descienden las arañas de la luna sus telares de otoño.

Bolas de ángeles flotan liberadas del tiempo de la tierra.

 

¡Cuidado con el pico de ese pájaro!

 

Las bolas van cayendo lentamente,

si tocan la corteza de la tierra volverán a ser barro.

Árboles surtidores como manos de monjas van flotando

en las entrañas de la primavera

y en los fruteros del otoño

como gotas de un sueño están brillando.

 

 

CUARTA GOTA

 

LOS NÚMEROS

¿Los números son clavos?

¿1 + 1 = 2   y   2 + 2 = 4?

El 8 son dos globos enlazados

para el juego de un niño

y el 5 se convierte en ruiseñor.

 

La pizarra se llena de cristales sonoros

y el grillo de la noche está cantando

y 1 + 1 no son 2 ni 2 + 2 son 4.

 

En la pizarra de la aurora

los números son pájaros.

 

 

QUINTA GOTA

LA FLOR

Dos casas en el campo.

 

Dos hombres.

Dos hamacas.

Dos periódicos.

La poesía está lejos.

Algo suena. ¿Quién llama?

Ha nacido una flor, es un milagro.

 

El aroma es un sueño y ellos quieren soñar.

Están cansados de ser dos realidades

en un mundo de fichas y negocios.

 

¡Esa flor es mi flor!

 

Luchan por ella,

la fiera se despierta, grita el crimen,

matan a sus mujeres y a sus hijos.

El aroma es un aro de jazmín,

una gota de opio, la pluma de un remanso.

 

Dos hombres se han matado por un pétalo

y al lado de las tumbas

la flor sigue cantando.

 

 

SEXTA GOTA

 

LA BARCA

 

Grandes alas de cisnes cierran largas pestañas.

La noche es una mano,

la mano de la noche es una barca.

 

Se abren las puertas de la niebla,

flotan nubes de humo sosteniendo siluetas de mujeres

y un río solitario donde crecen molinos y ventanas.

 

El sueño es un bosque,

el silencio es un alga.

 

La barca está partida y boga sobre el río de la noche.

 

La noche es una mano

acariciando la canción del agua.

 

EL MANANTIAL DE LA DONCELLA*

Al poeta del cine: Ingmar Bergman

 

[* Archivo Rafael Utrera Macías. Poema poco conocido, tal vez, inédito, de Manuel Pacheco. 9. El cine en doce poemas desconocidos de Manuel Pacheco. Archivo de Rafael Utrera Macías. Antonio Viudas Camarasa.]

 

I

Muchacha de cabellos de enebro,

de cara de corteza de abedul,

de labios de fresa de vinagre,

de pupilas de araña.

 

Muchacha de vientre abultado,

muchacha desterrada del mundo porque no fuiste preñada en cama bendecida.

 

La doncella tiene la cintura de cristal,

las manos de copos de nieve sin caer,

los cabellos de rayos de sol de otoño tocando las colmenas del crepúsculo,

la garganta de huida de gacela por un bosque de luna.

 

Y tú tienes la siembra de un hijo en la entraña

y cuando la luz del alba toca la dulce pupila de los pájaros

comienza tu jornada.

 

La doncella duerme acariciada por los rayos del sol.

La doncella es de marfil antiguo,

de plata antigua,

de agua intocada.

Tú eres negra y tienes en el vientre un tumor de vergüenza:

ella es blanca.

 

II

El dios de los cirios de herrumbre con llamas de gangrena

acude a tu llamada.

Odín: el dios de las pupilas de alacrán,

el dios de la venganza.

 

En la torta de luz que es el pan de la vida

pon el latido fofo del sapo de la muerte.

Una buena comida para la boca suave de la frágil doncella.

 

III

Por el bosque cabalgan la muchacha buena y la muchacha mala.

El grillo de una flauta desciende sobre el lago

y oculta en la espesura la cabaña del hombre que adora al dios Odín.

La muchacha de vientre abultado descansa,

no quiere seguir por el bosque,

presiente que la doncella que lleva cirios a la virgen será violada.

 

Un silencio de tumba,

suena el agua que corre por la casa.

¡Ese sonido de tantanes atados a las colas de caballos salvajes!

¡Esa música opaca de huecos de cuero bebiendo el silencio del agua!

¡Esos féretros rotos cayendo sobre el bosque!

 

El hombre del dios Odín le habla a la preñada:

-Son los muertos que cabalgan hacia las brumas del Oeste.

La sangre se detiene,

el águila cruza el espacio

y tus labios son gruesos y amargos y quiero tu calor.

Quiero tu cuerpo y tu alma.

 

Como una gacela herida huye por el bosque la muchacha preñada.

 

IV

Los pastores.

No los pastores de barba de vellón de cordero,

ni de mirada de nacimiento de Cristo,

ni de manos de valido de oveja.

Son los pastores del hambre y del frío,

los pastores que tienen entre las piernas intensos deseos de muchachas.

 

La muchacha se siente poseída por la luz de las hadas:

bordada túnica,

medias de suave lino,

manos pulidamente blancas.

El caballo parece un pedazo de niebla flotando en las pupilas de la tarde,

los pastores la miran como el toro a la vaca.

 

V

Las inocentes cabras,

la música inocente,

el respeto-saludo a la diosa del bosque.

 

El mudo de los ojos de falo,

el pelón de ojos de culo de mona excitada,

el niño manchado por la lujuria de sus hermanos.

 

Comienza el cuento de la caperucita blanca

y el mudo de barbas de pelo de camello casi roza la seda de su cara.

 

-Mi hermano dice que tienes las manos de luna,

los cabellos de oro,

de nieve caliente la garganta.

Mi hermano dice que tienes la cintura…

 

La doncella se asusta,

el sapo salta del pan,

las miradas-cuchillos se clavan en los muslos de la doncella.

 

Gacela perseguida por dientes de mastines,

Pálido relámpago,

niebla tropezada contra el muro de un árbol.

 

La doncella de la luz de Mayo ha sido violada,

la doncella llora y su llanto se clava en el pecho del mudo,

la paloma sangra y el mudo la mata,

la doncella muere como el vuelo de un pájaro.

Ala de mariposa de jazmín a la tierra clavada.

Y el niño quiere cubrir con tierra la blancura caída.

-Te cortaremos la lengua si hablas.

 

Altas nubes de copos de algodón

besan el cuerpo azul de la muchacha.

 

VI

Los arcángeles negros de la noche derraman sus botellas de frío.

Los pastores llaman pidiendo asilo en la casa de la doncella asesinada

y la dura silueta del padre se adelanta:

-Tenéis mi pan y mi lumbre.

 

El caldo de la sopa espesamente blanco,

el niño mira en el caldo la sangre de la muchacha,

el semen de sus hermanos manchando los muslos de la muchacha,

el quejido del llanto de la niña le golpea el estómago

y vomita en la mesa todo el asco del mundo.

La vieja criada acuesta al pastorcillo.

El niño no puede dormir,

el niño quiere hablar, desprenderse de la garra del crimen,

es muy pequeño para soportar el pulpo de las pesadillas.

 

Un grito de garganta cortada atraviesa los muros de la noche

y la madre de la doncella se levanta.

-Es una lechuza, el niño duerme.

Dice el pelón de ojos de culo de mona excitada.

Y la madre de la doncella se acerca a la cama de pastorcillo

y roza suavemente los labios que le sangran.

 

Le han cortado la lengua.

 

El pelón le tiende la túnica de Karin.

-Señora, mire esta túnica bordada por las manos de siete doncellas,

pertenecía a nuestra hermana que ha muerto.

Somos pobres y la queremos vender.

 

La señora calla,

sale con la túnica, atranca la puerta

y arropa con la túnica sus lágrimas.

 

La dura silueta del padre prepara la venganza.

 

VII

La muchacha preñada escupe sus palabras de odio.

 

-Se arrojaron sobre ella como demonios,

yo los vi cómo la violaban.

Yo quería vengarme de su pureza.

 

-Dame el cuchillo de matar las reses,

prepara agua caliente para el baño.

El abedul con sus látigos verdes fustigará mi cuerpo.

Quiero tener sereno el cuerpo para la venganza.

 

 

VIII

El alba es como un lago silencioso

y el abedul eleva su silueta de mástil

saludando las luces de todas las mañanas.

 

Cortarle las ramas a la acuarela del paisaje

con el filo de muerte de la espada.

El hombre arranca el dedo verde que escribe esperanza.

El hombre no quiere tener una gota de paraíso en su mundo interior.

 

Latigazos de rocío,

latigazos de pájaros sin nidos,

latigazos de espinas de agua

contra la carne que grita por todos los poros

garfios de venganza.

 

La puerta rechina,

la puerta parece que habla.

Penetran el hombre y la mujer.

Se oye dormir.

Hay plumas que vuelan de las bocas entreabiertas,

la respiración galopa por la estancia cerrada.

 

La madre de la doncella espera junto a la puerta,

el padre de la doncella empuña en cuchillo de matar cerdos y vacas,

registra las bolsas y va sacando las ropas de su hija asesinada.

Los zapatos son nidos,

copos de música,

caricia de los pies de la muchacha.

 

Dormidos, indefensos,

con las gargantas desnudas al cuchillo o al hacha,

pero quiere ser justo en la venganza.

El puñal ha quedado clavado en una mesa.

Por la ventana entra el sol de un nuevo día.

Un gallo canta.

 

El mudo de los ojos de falo salta como una hiena,

el padre de la doncella le parte el corazón.

El pelón de los ojos de culo de mona excitada silba como una cobra;

el padre de la doncella lo tira contra el fuego, lo apuñala y lo abrasa.

El niño quiere huir,

la madre de la doncella lo ampara en sus brazos,

el hombre se lo arranca y lo arroja como una piedra

contra las paredes de la casa.

 

¡Ha matado una espiga!

El hombre se arrodilla junto al niño.

¿Demasiada venganza?

La madre de la doncella llora por el niño.

Hay que buscar el cadáver de la doncella violada.

 

 

IX

 

La caravana.

El hombre, la mujer, las criadas y la muchacha preñada.

 

Como una vara de jazmines cortados por una hoz de plata.

La madre llora loca besando su cadáver,

el padre la acaricia, se levanta y discute con Dios.

 

-Levantaré una iglesia en este sitio

para limpiarme el alma.

 

Al levantar del suelo a la doncella

brotó la luz del agua.

ADAJOZ (España) 12 de junio de 1962

 

MANUEL PACHECO

Manuel Pacheco en Barcarrota 7/8 N 2020

(Homenaje a Extremadura 2a. edición)

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