2019 11 08
LAS ROCAS DE MALPARTIDA
Siento latir el granito en sus propios poros,
dentro de la misma roca, pura roca,
donde viento y agua se aman
jóvenes, siempre, sin tiempo.
Las oquedades, tiernos lechos
Donde el sol nace deslumbrante
Bruñendo los tejados de Malpartida:
Oro, cuarzo, retama, torvisco.
Berrocales donde anida la cigüeña,
Se solea el lagarto o platea el mochuelo.
Garza y junco. Cormorán y narcisos.
Tanta belleza en Los Barruecos
Son las rocas de Malpartida.
Rosa Mª Lencero Cerezo
NORBA CAESARINA
Mi nombre es Herenia Severa.
Mis pasos retumbaron por estas losas
donde el oro del tiempo es polvo
que se esparce en luz perpetua.
Norba Caesarina, flor aromada
de recuerdos dulces como uvas maduras.
Cada piedra de la ciudad muestra la ebriedad
de los siglos como si fueran un día,
poderosos y de perfiles donde la Historia
batalla con titánicos resurgimientos.
Herenia fui por estos foros y murallas,
atravesé pórticos y gasté monedas
mientras el imperio se extendía por Hispania.
Ahora soy un nombre inscrito, apenas visible,
lacerada con lluvia y escarcha de muertos.
Si me buscas, hallarás en la orilla del tiempo
el rostro de Cáceres, la joven ciudad que habitas.
Hermosa muchacha cautiva de secretos
con una copa de luz en la mano: la eternidad.
Rosa Mª Lencero Cerezo
TEATRO
La noche trae la voz:
Marco Agripa recorre su teatro.
El viento ulula en la piedra.
Los búhos de los siglos
esparcen con sus alas de luna
el aliento del llanto
y el bálsamo de la risa:
tragedia y comedia.
En la scena oro antiguo de palabras.
La orchestra arde de susurros,
en nube blanca sube a las caveas.
¿Qué dioses desenterraron
siete sillas para la historia
de los hombres?
Volved a la aurora y mirad.
Renace al sol de granito la belleza.
Rosa Mª Lencero Cerezo
COLUMBARIOS
Mientras escucho sandalias
en las losas de la calzada a Corduba,
la tierra me sigue siendo leve.
Vivo en esta necrópolis
a la luz del recuerdo.
Palomar de cenizas somos
ya los Voconii, pero yo existo
porque mi nombre está labrado
con el amor inmune al tiempo.
Mis pestañas, pavesas en esta urna
de solemne mausoleo,
son un arpa de siglos en reposo,
pero no muerta. Habla de mi
la historia, y mi noche,
blanca como nieve,
me acuna en su seno.
Rosa Mª Lencero Cerezo
CASA DEL MITREO
Cuando te inviten con suerte
a la domus del Mitreo,
atravesarás patios, termas, atrios,
pasillos, jardines y peristilos.
Estanques donde hallarás
la lluvia caída del cielo
y no podrás con el gozo de mirar
tanta belleza entre los muros.
Sé avaricioso con los ojos,
que cada tesela de cada mosaico
sea la niña de tu pupila.
Prepara la bolsa de la codicia:
ningún arte como el Cosmológico.
Al inclinarte en el tablinum,
serás tan distinguido
como el dueño de tal tesoro.
Rosa Mª Lencero Cerezo
TIERRA EXTREMA
Premio Espronceda Federación Asociaciones Extremeñas en Cataluña. Barcelona 1996
Ayer te soné
de nácar
nívea o glaciar,
Tierra extraña.
Soles ígneos
de almenas raídas
por el tiempo
grano a grano
te calcinan
quemantes,
erosionándote
la piel extrema
que en cada celada
se vulnera
con la saeta
del desatino…
Tierra
de áspera caricia
bronca y ruda,
fraterna y liviana,
Extremadura…
Insondable
y tornadiza
esta nacencia
de limo acrisolado,
uncida
por el yugo del ensueño,
te ofreces
página de la Historia
orfebre
que cincela rostros
en la arena.
No hay señoríos
que medrar
ni posesión
que sea enajenada
de tu geografía,
ni proveen
más océanos
prodigiosas américas.
Con tesón
acuñas
día a día
los anhelos,
delicados encajes
nupciales
que ciñen tu silueta.
Ni el Guadiana
adalid de rumor,
ni el Tajo
que esconde
aroma de brea,
son laberintos
de agua
para engañar
la sed de tu boca.
Dédalo
es un gentil
suicida
en el frenesí
de tu fatiga.
Mi Tierra,
no seas huraña,
ten misericordia
y lo frugal de la razón,
eternízalo…
ya que el tiempo
teje la urdimbre
de la efigie.
Más extrema que tú,
la misma muerte
y por semejanza
la maraña negra
de los sueños.
Te ansío hoy,
luminescencia
por el tangible verde
de tus valles,
ebrios en el Jerte,
plácidos en la Serena…
Y este mapa,
tendido como humano
de rostro mineral
y pecho altivo
de ciudadela,
se diluye
entre mis dedos
como adobe
o como flor de azahar,
milagro
de primavera.
Nunca amé cuerpo
tan agreste,
nunca la linfa
dulce de tus venas
colmó tanto
el cuenco de mi boca.
Ven a mí,
como voy a ti,
exiliados
de ciegos ojos
que no sueñan.
Exhorta
a los ancestros,
más no saldes
el futuro
con falsa moneda.
Extremadura
de dolmen y proscenio,
de bronce y santuario,
de cañada y estelas…
Antiguos ecos
te arrullan,
novísimos sones
te vocean.
Rosa Mª Lencero Cerezo