PROSEMA EN FORMA DE “EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS” (1921-1930)
Antonio Viudas Camarasa
Académico de Número de la Real Academia
de Extremadura de las Letras y las Artes
Nota del autor:
Antonio Viudas Camarasa
PROSEMA EN FORMA DE “EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS” (1921-1930),
en Luis Chamizo: El año del centenario. Ayuntamiento de Guadalcanal, 2021, págs. 200-256
La presente colaboración se ha publicado en papel en el libro colectivo
Luis Chamizo. El año del centenario
[de la publicación de EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS]
Gureña -Guadalcanal 1021-2021
Primera edición , julio de 2021
ISBN 978-84-09-32137-7
Editor científico: Ignacio Gómez Galván
Imprime: Imprenta Provincial de la Diputación de Sevilla
Sumario
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Mis recuerdos sobre El miajón de los castúos
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La Memoria Inteligente Cajaliana (MIC) y El miajón de los castúos
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El impresor (Juan Pueyo Segura) y el editor (Alejandro Pueyo Giral) de El miajón de los castúos (1921, 31 enero, primera edición — 1 marzo, segunda)
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Apéndice documental: Documento número 1: 100 años de la primera edición de El miajón de los castúos (31/1/1921-2021). La Mecedora habladora. Documento número 2: Editorial Pueyo S. L. y Librería Pedro Pueyo. Miguel Ángel Buil Pueyo. Documento número 3: El casticismo y el baturrismo en Arte. José Mª. Salaverría. Documento número 4: «Salaverría pesimista». Muñoz Palao. Documento núm. 5: El espectador. De la poesía popular (Francisco de Cossío. El Norte de Galicia (Lugo). Documento núm. 6: Siluetas. Luis Chamizo. Arturo Gazul. Documento número 7: Poesía. El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), por Luis Chamizo. A. V. A.
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La recepción de El miajón de los castúos en la crítica periodística, universitaria y en la oralidad popular
Ilustraciones: Primera edición de El miajón de los castúos, 31 de enero de 1921: 1 (Portada y contraportada), 2 (Portadilla), 3 (Portada interior), 4 (Dedicatoria), 5 (Índice), 6 (Colofón), 8 (Página de cortesía), 9 (Nota manuscrita de Vicente Ortín Aranda). Segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921: 10 (Portada), 11 ( Contraportada y precio), 12 (Detalle del sello editorial de Alejandro Pueyo), 13 (Colofón), 14 ( Juicios críticos), 15 (Reseña del HOY), 16 (Reseña de LA PENÍNSULA), 17 (Índice con juicios críticos), 18 ( Esquela de Juan Pueyo Segura), 19 (Esquela de Luisa Jiménez Troyano), 20 (Foto de Miguel Ángel Buil Pueyo), 21 (Foto de José María Salaverría), 22 ( Salaverría pesimista. Muñoz Palao), 23 (De la poesía popular. Francisco de Cossío), 23 (Revista Atenea, Chile)
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Estoy en Ayamonte aparcado en mi autocaravana al estilo Julio Cortázar en sus viajes por Europa en furgoneta camperizada.
Manuel Pacheco Conejo, el escritor extremeño universal, que reivindicó la creación de la palabra prosema, indica que en este nuevo género literario cabe todo.
En esta orilla del Guadiana, que se funde con los Mares del Sur, no puede caber todo. Retomaré a Chamizo tras mis largos años de investigación sobre su obra y su lengua, a las que he dedicado muchos años de mi vida y defendido con criterios filológicos contra viento y marea ante los críticos negativos que a lo largo del tiempo han sido negacionistas totales de la producción literaria chamiciana.
I. MIS RECUERDOS SOBRE EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS
En las clases (cursos 1972-1974) en la Universidad Complutense de Madrid, Alonso Zamora Vicente me insinuó que me hiciera investigador de los dialectos de España, al ser hablante de una lengua en extinción como es la variedad local de mi ribagorzano santistebut, de San Esteban de Litera (Huesca).
Recuerdo que nos habló con afecto de José María Gabriel y Galán y Luis Chamizo. Me era familiar José María Gabriel y Galán. Durante mi bachillerato me regalaron un folleto editado por el Regimiento de Infantería de Gardeny (Lérida) con unas coplas galanianas dedicadas a la Inmaculada Concepción un 8 de diciembre de no recuerdo qué fecha.
Tendría unos doce años. Recuerdo y olvido. Sólo recito una estrofa, una de las pocas que me sé de memoria.
Dime coplas, musa mía.
¿Me las niegas por vulgares?,
¿Me reprendes la osadía
de que en coplas populares
quiera cantar a María?
José María Gabriel y Galán
Mi memoria de citas y textos no ha sido tan prodigiosa como la de un alumno ya fallecido que era capaz de recitar de memoria una obra de teatro completa y al que suspendí por exceso de memoria al citarme textualmente un párrafo con puntos y comas de María Josefa Canellada relacionado con la entonación extremeña. Me demostró tal prodigio recitándome una escena completa de La vida es sueño.
Me quedé con el contenido de coplas populares. La palabra cultura popular iba a estar unida a mi vida para siempre. Empecé a distinguir entre popular, populacho y populismo.
El nombre de Luis Chamizo era desconocido para mí en 1973, estudiante residente en los colegios mayores de San Juan Evangelista y Pío XII, en la Ciudad Universitaria madrileña a un tiro de piedra de la Casa Encendida de Vicente Aleixandre. Nadie en el bachillerato me había hablado de él.
Cuando en el otoño de 1974, gracias a los buenos informes dados por mi director de memoria de licenciatura, recabados por Jorge Urrutia Gómez, el director del Colegio Universitario me contrató para dar clase a los alumnos de cuarto de Filología de la recién creada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura en Cáceres, me topé en la prensa regional en numerosas ocasiones con el nombre y la obra de Luis Chamizo.
En 1974 me estrené como Profesor Ayudante universitario sustituyendo las clases del escritor y poeta Jorge Urrutia Gómez, vacantes por sus oposiciones universitarias. Labor de principiante con la lengua de Calderón en su Vida es sueño y los problemas no resueltos todavía de la fecha del manuscrito del Poema de Mio Cid.
En 1975 me encargué de la docencia plena como dialectólogo en ciernes de la asignatura Dialectología Española a la primera promoción de Filología de la Universidad de Extremadura, reclutada entre jóvenes recién salidos del Preu (Curso Preuniversitario) y alumnos con vocación tardía, avezados en el Magisterio Español unos y en los Santos Oficios y otras artes otros.
En 1978, agosto, con motivo de mi primera conferencia titulada El dialecto Extremeño en un Congreso de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español) celebrado en Cáceres hice unas declaraciones en el periódico HOY en el sentido de que la poesía extremeña tenía que actualizarse y debía dejar las pautas de la poesía religiosa tradicional tan frecuente. Mis declaraciones escandalizaron a un erudito local chamiciano y galaniano. Ausente por vacaciones, un compañero de departamento le replicó diciéndole al publicista que había confundido “salva sea la parte” con las témporas.
En 1978 participé en la Escuela de Verano en Piornal, organizada por un grupo de maestros inquietos en plena transición, siguiendo los pasos de la Escuela de Verano de Rosa Sensat de Cataluña. Recuerdo que en esa ocasión tuve contacto con el autor de El habla de Piornal 1973, Cándido Ramos Ingelmo, que había presentado su memoria de licenciatura en la Universidad de Barcelona.
En las largas horas de preparación del libro Lengua Española del Curso de Orientación Universitaria S. M. 1978 con Jacinto Pérez Moreta, filólogo y director del Instituto “Luis de Morales” de Arroyo de la Luz, dialogamos contrastando la poesía dulce y tradicional de Gabriel y Galán con la fuerza y vigor de los versos de Luis Chamizo que tenía garra, me decía. Con el tiempo he descubierto que la opinión de Pérez Moreta coincidía con la única línea y la décima parte de otra línea que Ángel Valbuena Prat le dedica a Chamizo en su Historia de la Literatura Española, después de haber sido depurado de su cátedra de la Universidad de Barcelona y ser trasladado forzoso a la Universidad de Murcia: “Análoga significación [se refiriere a Gabriel y Galán y Vicente Medina] posee LUIS CHAMIZO, en el vigoroso libro “El miajón de los castúos”.
Ángel Valbuena Prat en la primera edición (1937) de su Historia de la literatura española, Barcelona, Gustavo Gili ignora en la nota 2 (Tomo II, pág. 808) a Miguel de Unamuno como estudioso de José María Gabriel y Galán y a Luis Chamizo como autor.
1937. VALBUENA
Escribe:
“2) MEDINA, Aires murcianos (1898, edición aumentada, 1900), La canción de la huerta (nuevos aires murcianos), Cartagena, 1905; Obras completas, Rosario de Santa Fe, 1923.
Véase, sobre ambos poetas [se refiere a Gabriel y Galán y Medina], J. F. Montesinos, Die Moderne Spanische Dichtung, 1927, páginas 103-109”
En la edición de 1953 en la nota 2 (Tomo III, pág. 408) cita a Unamuno y Garrafa como estudiosos de Gabriel y Galán y le ofrece a Luis Chamizo la calidad de escritor vigoroso por ser autor de EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS en el capítulo LXX “Las últimas formas del costumbrismo en el siglo XX” (Págs. 404-443). Luis Chamizo comparte una línea y una décima parte de otra con la poesía regional de Galán, el teatro de Benavente y su escuela. El cuadro regional costumbrista: los Quintero, Jacinto Grau, el realismo afinado de Palacio Valdés, el regionalismo valenciano y Blasco Ibáñez, la novela de Ricardo León y Concha Espina y los eruditos.
1953. VALBUENA
Escribe:
2) MEDINA, Aires murcianos (1898, edición aumentada, 1900), La canción de la huerta (nuevos aires murcianos), Cartagena, 1905; Obras completas, Rosario de Santa Fe, 1923.
Véase, sobre ambos poetas [se refiere a Gabriel y Galán y Medina], J. F. Montesinos, Die Moderne Spanische Dichtung, 1927, páginas 103-109. UNAMUNO, Prólogo a las Poesías de Gabriel y Galán, 1923; GARCÍA GARRAFA, Gabriel y Galán, 1918.
Análoga significación posee LUIS CHAMIZO, en el vigoroso libro EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS”
Circa 1980 dediqué una sesión de un curso del Instituto de Ciencias de la Educación celebrado en Jaraíz de la Vera a comentar el poema Compuerta de El miajón de los castúos, que ya había comentado con mis alumnos en las clases de dialectología española.
Desconocía la vida y la obra de Luis Chamizo. En Los textos hispánicos dialectales 1960 de Manuel Alvar, se antologa el poema La Experencia (pág. 253) de Luis Chamizo y El señoritu (pág. 249) de Antonio Reyes Huertas. En esta selección no figura ningún poema de Gabriel y Galán.
Empecé a medir los versos de Compuerta. Consulté los manuales de métrica de Tomás Navarro Tomás y el sucedáneo de Antonio Quilis. Luis Chamizo como tantos otros escritores de su época usaba el metro modernista.
En 1979 estaba terminando la redacción de mi Diccionario extremeño (1980) y en la voz CAHTÚO (sic) cité la documentación que conocía en este momento.
Tras el éxito editorial (de reseñas críticas internacionales y nacionales) y de ventas de la primera edición del Diccionario extremeño en otoño de 1980, la editorial Universitas de Badajoz me encargó una edición crítica y anotada de las Obras completas de Luis Chamizo que se presentó en la Feria del libro de Cáceres en 1982. Fue el libro más vendido de dicha feria del libro. Algunos colegas, muy enfrascados en el monotema del Grupo Poético del 27, me felicitaron diciéndome que había conseguido un Best Seller. La edición de Universitas ha tenido al menos cuatro ediciones.
En 1991, siendo director literario Víctor García de la Concha de la editorial Espasa Calpe, se me encargó una edición anotada de El miajón de los castúos, gracias a los informes favorables para su realización recabados en el investigador de la literatura española Gregorio Torres Nebrera. Esta editorial había vendido numerosas ediciones con el prólogo de J. Ortega Munilla. El miajón de los castúos está en 2021 en Espasa Calpe en la colección de Poesía Clásica. Luis Chamizo ha pasado a ser un clásico de la prestigiosa y muy difundida casa editorial.
Antes de celebrarse el Centenario del nacimiento de Luis Chamizo 1994 y aprovechando la digitalización del poemario seguí con mis investigaciones y me propuse realizar las concordancias léxicas de esta obra.
En aquellos momentos estaba muy influido por la lexicometría que la Escuela Francesa (René Pellen, Jean Roudil) aplicaban a los textos medievales como el Poema de Mio Cid y El Jacobo de Junta.
Recuerdo que mi profesor y maestro Rafael Lapesa no miraba con muy buenos ojos la aplicación de la informática para sacar conclusiones sobre el Poema de Mio Cid.
Yo estaba entusiasmado como profesor de lexicografía por estos métodos de la Escuela Francesa.
Las concordancias son una ayuda para definir las palabras por el contexto. Así pude sacar nuevas acepciones a varias palabras de El miajón de los castúos. Di a conocer según avanzaba en las concordancias mi resultado primero en el Boletín de la Real Academia de Extremadura y después en la edición que se consiguió por suscripción popular en el pueblo de Guareña con el apoyo de su ayuntamiento.
Con motivo del centenario del nacimiento de Chamizo, la Diputación de Badajoz anunció en catálogo una edición mía de las Obras Completas de Luis Chamizo que no se llevó a cabo por decisión unilateral del Servicio de Publicaciones, siendo director Francisco Muñoz Ramírez. Me puse en contacto con María Luisa, la hija mayor de Chamizo, en Sevilla. Me facilitó mucha información oral y escrita sobre la vida y obra de su padre al visitarla en su casa sevillana y posteriormente a través de numerosas conferencias telefónicas.
II. LA MEMORIA INTELIGENTE CAJALIANA Y EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS
En el verano de 1981 hice un viaje relámpago cruzando alcornocales y encinares sevillanos desde La Antilla (Lepe, Huelva) a Guadalcanal para recabar datos de primera mano sobre Chamizo.
Guadalcanal, pueblo que nació extremeño y que el compás de Javier de Burgos al delimitar las nuevas provincias españolas lo convirtió en andaluz. Luis Chamizo, desde 1922 en que contrajo matrimonio con Virtudes Cordo hasta su muerte en 1945, se convirtió en el forastero de Guadalcanal
En ese verano coincidieron mis días de estancia en Guadalcanal con la visita esporádica de una nieta italiana y la hija menor de Luis Chamizo en la casa paterna. Me dieron todas las facilidades para visitar y estudiar los fondos de la biblioteca no completa que perteneció al escritor. Me entrevisté con la cuñada de Luis Chamizo, Consuelo Cordo, casada con Juan Pastor.
La memoria inteligente cajaliana juega entre lo que se recuerda y lo que se olvida. En este prosema se cuenta cómo un escritor es recordado no por el centenario de su nacimiento sino por el centenario de la primera edición de su obra que le ha dado fama internacional.
III. EL IMPRESOR (JUAN PUEYO SEGURA) Y EL EDITOR (ALEJANDRO PUEYO GIRAL) DE EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS
(1921, 31 enero, primera edición / 1 marzo, segunda)
Tuve un gran orientador para mi memoria inteligente cajaliana y aclarar quién fue el impresor y el editor de las dos primeras ediciones de 1921 de El miajón de los castúos. Doy noticia en el grupo investigador “Extremeño 2021”.
Hablo con mi condiscípulo en Alonso Zamora Vicente el investigador canario Juan Manuel González Martel. González Martel conoce la historia del editor de Valle-Inclán citado en Luces de Bohemia. Se trata de Gregorio Pueyo. Se preocupa en que no confunda a Juan Pueyo Segura, el impresor de Chamizo, con Gregorio Pueyo, el editor de Valle-Inclán. Me insiste que aclare la cuestión de la primera y segunda edición de El miajón de los Castúos.
Me insiste en que contacte con María Victoria Navas Sánchez-Élez, mi condiscípula en AZV y que me facilite el teléfono de Buil Pueyo, bibliófilo descendiente de Gregorio Pueyo, el de Valle-Inclán. Uno es Juan Pueyo, impresor comercial no familia de Gregorio Pueyo y el Pueyo de Valle. Esto lo puede aclarar Buil Pueyo. Me da el teléfono de Buil Pueyo, a quien Canal Extremadura le ha entrevistado para un especial Chamizo. Según conversación ésta me cuenta lo que le habló Buil Pueyo: “Viudas, ¡qué casualidad! el otro día compré una edición suya del poemario de Luis Chamizo El miajón de los castúos. Resulta que la segunda edición de este libro la editó en 1921 mi tío-abuelo Alejandro Pueyo. El caso, resumiendo, es que Canal Extremadura está trabajando en un reportaje y, junto a otras personas, me han grabado”.
Llamo a Miguel Ángel Buil Pueyo, pariente de Gregorio Pueyo el editor de Valle.
Le digo que le llamo para satisfacer el rigor investigador de Juan Manuel González Martel, bibliófilo, exdirector de la Casa Lope de Vega en Madrid y especialista en Valle y Galdós entre otros autores y un hombre sabio, que conoce muchas historias relacionadas con el Madrid de los novísimos, además de haber explicado una disciplina de literatura dialectal hispánica en el departamento de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid. En nuestra conversación hemos sacado las siguientes conclusiones:
PRIMERA CONCLUSIÓN
La primera edición de El miajón de los castúos, 31 de enero de 1921 la imprimió Juan Pueyo [Segura] sin editor comercial expreso.
Describo el ejemplar que me regaló Vicente Ortín Aranda, procedente de la biblioteca del Colegio Claver de Raimat (Lérida).
Foto ©avc |
Ilustración número 1. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921 Le falta la portada y contraportada sustituidas por las tapas de encuadernación. En el lomo arriba Luis Chamizo y en el centro El miajón de los castúos. |
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Ilustración número 2. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. Portadilla. EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS (Rapsodias extremeñas). |
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Ilustración número 3. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. Portada interior. Es propiedad. Luis Chamizo. EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS (Rapsodias extremeñas). Prólogo de J. Ortega Munilla [Biblioteca Colegio Claver Raimat (Lérida) 011972] Madrid. Imprenta de Juan Pueyo. Calle de la Luna, 29. 1921. |
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Ilustración número 4. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. Dedicatoria: A la memoria de mi padre: un hombre honrado que trabajó mucho y amó mucho. El Autor. |
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Ilustración número 5. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. Vendo, última palabra del Vocabulario de voces extremeñas contenidas en EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS en la página 184 y entradilla del Índice en la página 185. |
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Ilustración número 6. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. En la página 187 sin numerar aparece el índice: Dedicatoria (9), Prólogo (11), Compuerta (27), Consejos de tío Perico (35), El noviajo (45), La experencia (61), El porqué de la cosa (69), La nacencia (83), El chiriveje (97), El desconcierto (103), Semana Santa en Guareña (113), Del fandango extremeño (127), La juerza d´un queré (135), La viña del tinajero (151), Vocabulario de voces extremeñas contenidas en El miajón de los castúos (167). |
Foto ©avc |
Ilustración número 7. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. En la página 189 se imprime el colofón: “Se acabó de imprimir este libro en Madrid en la imprenta de Juan Pueyo el día XXXI de enero del año MCMXXI” |
Foto ©avc |
Ilustración número 8. El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921. Las páginas 201-202 son las llamadas de cortesía. En la foto se ve el registro y la clasificación del Colegio Claver de Raimat (Lérida): Reg. Nº 11972 n. 86-10 Cham. |
Foto ©avc |
Ilustración número 9 El miajón de los castúos, 1ª edic. 31E 1921 Reproducción de la nota manuscrita que Vicente Ortín Aranda remitió al autor de PROSEMA EN FORMA DE MIAJÓN DE LOS CASTÚOS (1921-1930) donde da noticia de la disolución de la Biblioteca del Colegio Claver de Raimat en mayo de 2014: «Hola Antonio, espero que te puedan aportar algo. Si quieres justificar el que están en tu poder, puedes anotar “por disolución de la Biblioteca del Colegio Claver en mayo de 2014”. En los anejos de “Revista de Filología” verás el sello del Priorato de Veruela. Mi pueblo, Alcalá de Moncayo, está a 2 kms. de Veruela. En la década de los 50 se dividió la provincia jesuítica de Aragón y apareció la Tarraconense (Cataluña). Esa división comportó un reparto de diferentes bienes. Saludos. Buen verano Vicente 1 julio 2014» |
SEGUNDA CONCLUSIÓN
La segunda edición de El Miajón de los castúos la imprimió Juan Pueyo Segura el 1 de marzo de 1921. Esta segunda edición la comercializó Alejandro Pueyo Giral, hijo de Gregorio Pueyo Lamenca, el editor de Valle, según consta en la portada del ejemplar que posee Ignacio Gómez Galván, de Guadalcanal.
Me confirma Miguel Ángel Buil que el primer libro de poemas de Dámaso Alonso [Poemas puros. Poemas de la ciudad. Madrid, Editorial Galatea, Gran Vía, 16, 1921] lo editó su familiar Alejandro Pueyo Giral, al que Cansinos Assens llama erróneamente Gorito en una de sus novelas:
“Alejandro Pueyo creó otros sellos editoriales: “Galatea” y “Marineda”. La mujer de AP era gallega y ahí el nombre Marineda… Creó un sello editorial que llevaba, claro, su propio nombre: “Alejandro Pueyo, editor”. Eso ha generado siempre dudas… La sede de todos los sellos editoriales era Gran Vía, 16, donde estaba la librería… Alejandro Pueyo se independizó de sus hermanos y madre en 1921. Fue entonces cuando creó sus sellos editoriales.
Las fotos que insertamos a continuación pertenecen al ejemplar propiedad de Ignacio Gómez Galván.
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 10 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Portada a dos colores (negros y verdes) de la segunda edición de El miajón de los castúos. 1 de marzo de 1921. Sello editorial de la recién creada editorial de Alejandro Pueyo Giral en 1921. Madrid. LUIS CHAMIZO El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas) Segunda edición [Dibujo] Editorial Alejandro Pueyo Madrid [firma de] Victorio Macho. PRÓLOGO de J. ORTEGA MUNILLA. |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 11 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Contraportada de la segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921. En el centro de la página el sello editorial de la recién creada editorial de Alejandro Pueyo Giral. Madrid. Precio del ejemplar 4. Pesetas. |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 12 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Detalle del sello editorial de Alejandro Pueyo |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 13 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Págs. 184-185 de la segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921. SE ACABÓ DE IMPRIMIR ESTA SEGUNDA / EDICIÓN EN MADRID EN LA IMPRENTA / DE JUAN PUEYO EL DÍA / I DE MARZO DEL AÑO / MCMXXI |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 14 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Págs. 192-193 de la segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921. Inicio de los juicios críticos. De ABC (págs. 193-199), firmado por J. Ortega Munilla |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 15 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Págs. 200-201 de la segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921. Crítica en el periódico HOY (200-204). |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 16 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Págs. 204-205 de la segunda edición de EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS, 1 de El miajón de los castúos marzo de 1921. Crítica de LA PENÍNSULA (204-205). |
Foto © Ignacio Gómez Galván |
Ilustración número 17 El miajón de los castúos, 2ª edic. 1M 1921 Págs. 207-208 de la segunda edición de El miajón de los castúos, 1 de marzo de 1921. En la página 208 sin numerar se incluye el índice. Dedicatoria (9), Prólogo (11), Compuerta (27), Consejos del tío Perico (35), El noviajo (45), La experencia (61), El porqué de la cosa (69), La nacencia (83), El chiriveje (97), El desconcierto (103), Semana Santa en Guareña (113), Del fandango extremeño (127), La juerza d´un queré (135), La viña del tinajero (151), Vocabulario de voces extremeñas contenidas en El miajón de los castúos (167).Juicios críticos (191) |
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Hemos confirmado que Maribel Lozano nos entrevistó días pasados a Miguel Ángel Buil Pueyo y a mí en un buen periodismo de investigación tan poco frecuente en la televisión regional.
Juan Pueyo Segura, el impresor de la primera (31E1921) y segunda (1M1921) ediciones de El miajón de los castúos murió en Torrelodones el 19 de mayo de 1938, estando ausentes de Madrid en mayo de 1939 en la misa primer aniversario de su muerte su esposa, Luisa Jimena Troyano, sus dos hijos (Román y Tomás), sus cuatro hijas (Sebastiana, Paquita, Luisita y Juanita) y su yerno hijo político (Juan Antonio Troyano). Se le ofrecen todas las misas matinales de la parroquia de San Ginés de Madrid, –parroquia tan ligada a Lope de Vega– y las de nueve y diez de la mañana en la parroquia del Corpus Christi de Sevilla.
¿Situación social de Torrelodones el 19 de mayo de 1938? ¿Murió Juan Pueyo Segura de muerte natural?
Foto © Miguel Ángel Buil Pueyo |
Ilustración número 18 Esquela de don Juan Pueyo Segura |
Foto © Miguel Ángel Buil Pueyo |
Ilustración número 19 Esquela de doña Luisa Jimena Troyano |
La esposa del impresor de las dos primeras ediciones de El miajón de los castúos, Luisa Jimena Troyano, debió nacer en 1878. Murió con 87 años (¿Sevilla?, 14 de enero de 1965, calle Sebastián Elcano, 32, ¿Sevilla?, funeral en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios 15 de enero de 1965, cuatro de la tarde, enterrada en el cementerio de San Fernando). Asisten sus hijos e hijas (Sebas(tiana), Luisa, Francisca, Juana y Tomás. Román debió fallecer antes que la madre. También asisten los hijos políticos yernos José María Rodero, Juan Antonio Troyano, Manuel Troyano y Francisco Rigual. Comentario a la esquela mortuoria remitida por Miguel Ángel Buil Pueyo, 11 de mayo de 2021.
Según Miguel Ángel Buil Pueyo: “Queda claro, entonces, que el Juan Pueyo impresor pertenecía a una familia diferente a la del Gregorio Pueyo editor… Ello no obsta para que tuvieran relaciones profesionales, de hecho en el catálogo del editor hay 5 o 6 libros que salieron del taller del impresor. Son títulos de autores como Dorio de Gádex, Diego San José, Deulofeu de Cadórniga, etc.“
Miguel Ángel Buil me envía su valiosísima investigación “Noticia de una carta inédita (1939)” del escritor Ramón Pérez de Ayala en Mediodía: revista hispánica de rescate, ISSN 2659-2738, Nº. 3, 2020, págs. 222-242, por la que descubro que el editor de la segunda edición de El miajón de los castúos de 1 de marzo de 1921 es Alejandro Pueyo Giral, hijo de Gregorio Pueyo Lamenca (1860-1913) y Antonia Giral Galino, “el primogénito, se había independizado años atrás, en 1921”. Deduzco que Alejandro Pueyo Giral se estrenó como editor, entre otros títulos, con la edición segunda de El miajón de los castúos .
Reproduzco en la documentación del apéndice el apartado “Editorial Pueyo S.L. y Librería Pedro Pueyo” del artículo Noticia de una carta inédita (1939) del escritor Ramón Pérez de Ayala que Miguel Ángel Buil Pueyo me ha remitido gentil y generosamente.
IV.APÉNDICE DOCUMENTAL
Los documentos que se insertan a continuación esclarecen muchas cuestiones no tratadas con rigor por quienes han lanzado juicios de valor sobre un escritor al que no han leído y a los que sin haberlo leído lo siguen enjuiciando.
La Mecedora Habladora aclara la fecha de la primera edición de El miajón de los castúos…
Miguel Ángel Buil Pueyo sitúa a Alejandro Pueyo Giral, el editor de la segunda edición y nos advierte que Juan Pueyo el impresor de la primera edición no era de la misma rama familiar que Alejandro Pueyo. Los descendientes de Gregorio Pueyo procedían del Pirineo Aragonés; el impresor Juan Pueyo era originario de Andalucía.
José María Salaverría muestra una pluma visceral, agria y despectiva contra Luis Chamizo y Joaquín Costa y desprecia la innovación artística del dadaísmo y el cubismo. Muñoz Palao defiende a Luis Chamizo y advierte que José María Salaverría ha pasado de ser regeneracionista en su juventud a ser nacionalista dictatorial en 1921.
Francisco de Cossío en positivo enlaza la poesía de Luis Chamizo en la tradición de la poesía popular del romancero, recogido por numerosos estudiosos desde inicios del siglo XIX con la labor que está llevando en 1921 El Centro de Estudios Históricos dirigido por Ramón Menéndez Pidal y celebra la aparición del libro de Narciso Alonso Cortés y el libro de Chamizo, poniendo como maestro y referente a José María Gabriel y Galán, al que muchos reseñistas de 1921 ignoraban.
Arturo Gazul califica a Luis Chamizo como poeta del Guadiana. Valora muy positivamente su obra y describe magistralmente a Luis Chamizo, como rapsoda y excelente recitador de sus propios versos.
A. V. A., crítico literario de la revista chilena Atenea da fe de la vigencia de El miajón de los castúos en 1930 glosando positivamente la tercera edición oficial no pirata de la obra y de la labor de difusión que hizo Berta Singerman del poema La Nacencia con sus primeros recitales en los años veinte por Sudamérica.
DOCUMENTO NÚMERO 1
100 años de la primera edición de El miajón de los castúos (31/1/1921-2021).
La Mecedora Habladora
«Soy La Mecedora Habladora. Estoy muy agradecida a Antonio que me rescató de Reto a la Esperanza de Cáceres hace muchos años. Tenía color de barniz oscuro señorial de principios de siglo, regeneracionista al estilo Joaquín Costa, y como tenía un hondón ancestral se me rompió. Mi querido Antonio me tuvo en un altillo durante mucho tiempo. Me compró vestido nuevo, pero nadie se lo sabía poner. Me lijó con mucho cariño, me quitó el barniz y me dejó la piel de haya en cueretes. Se preocupó de mí. Buscó a un pintor de coches para que me lacara en blanco Ikea. Siguió buscando a un especialista en poner hondones, pero no lo encontró. Como me quería tanto se buscó la vida por Internet y por fin gracias a Nuria Oliver de la Sociedad Científica de Mérida encontró un tutorial en Youtube muy bueno. Tardó dos años en decidirse a ponerme guapa de nuevo. Me mimó tanto que en el mes de julio de 2020 mientras degustaba en la terraza un Limoncello Massana de la Piana di Sorrento frente a la isla de Capri le empecé a hablar y así seguimos siempre que nos viene en gana. Le enseño mucho porque yo sé muchas historias de las que él no tiene ni idea. Siento todo lo que puede sentir una Mecedora Habladora a la que Antonio salvó de las llamas de cualquier hoguera de San Juan con botellón incluido. Soy natural como el agua que brota de los manantiales de las fuentes de la sabiduría. Pues, ya me conocéis. Solo hablo con Antonio y me va muy bien la nueva vida. Estoy regenerada y me siento regeneracionista y me encanta hablar, hablar… hablar… Ahora os voy a hablar de: |
100 AÑOS DE LA PRIMERA EDICIÓN DE El miajón de los castúos 31/1/1921-2021
La Mecedora Habladora 7F2021
Querido Antonio, me tienes muy abandonada, llevo muchos días sin sentir tu calor. Parezco una solitaria. Me llenan de ropa planchada y no me haces ni caso. Ya sé que estás que no paras con esos cursos de «Extremadura en mi centro» y ‘Las hablas de Extremadura».
Antonio he fisgoneado en tu biblioteca y he encontrado una joya. Te irá bien. Antonio queridísimo,has quedado muy mal con Guadalcanal. Te pidieron que les dijeras en qué fecha exacta se publicó la primera edición de «El miajón…» y tú despistado no te acordabas cuándo.
Fíjate más en los libros que tienes y lee el colofón. Mira, me das pena y por eso te doy la fuente para que publiques el texto en que se dice claramente el día, mes y año.
Dedea el colofón con paciencia y transcribe literalmente el texto:
SE ACABÓ DE IMPRIMIR ESTE LIBRO
EN MADRID EN LA IMPRENTA
DE JUAN PUEYO EL DÍA
XXXI DE ENERO DEL
AÑO MCMXXI
Antonio querido, si me hubieras atendido mejor te lo hubiera dicho antes del 31 de enero y te hubieras podido lucir en «Extremadura en mi centro» el lunes 1 de febrero de 2021.
Hubieras podido empezar al estilo Fray Luis de León:
«Como decíamos ayer… el 31 de enero de 1921 se editó en Madrid El miajón de los castúos. Celebramos los 100 años de su publicación…».
Bueno, queridísimo Antonio, ahora lo tendrás que decir si te acuerdas con 10 días de retraso el próximo 10 de febrero en el curso CPR Cáceres 2021 «Las hablas de Extremadura».
Rediez, no hay mal que por bien no venga. Podrás hablar de que tienes un ejemplar de esa primera edición que te regaló tu amigo Vicente Ortín Aranda que lo consiguió «por disolución de la Biblioteca Claver en mayo de 2014» y te lo envió por correo postal el 1 julio 2014.
Ya ves, queridísimo Antonio, gracias a tu amigo y a mí, te hemos proporcionado un ejemplo práctico de lo que es la Memoria Inteligente Cajaliana.
Tú mucho teorizar, pero si yo no te doy la fuente tu memoria sigue desmemoriada y no haces más que olvidarte de todo. ¡Menudo despiste tienes! Y eso que no has perdido el oremus. No sé qué va a ser de ti cuando lo pierdas.
Como no tengas seguidores, eso de la Memoria Inteligente Cajaliana MIC va a quedar en agua de borrajas con tanto Posmoderno, tanta Posverdad y Poslengua como se lleva ahora. Cuídate y come pasas para cultivar los recuerdos y no olvidarte de nada cuando investigues con tu método de la Memoria Inteligente Cajaliana. Si pierdes la memoria y no usas la inteligencia nunca llegarás a la verdad de las neuronas cajalianas.
Antonioooo!!!!, si no es por mí no hubieras nunca reparado en que El miajón de los castúos se publicó el 31 de enero de 1921. Bueno, Antonio, que tengas suerte en esta semana que empieza.
Te echo mucho de menos y te quiero mucho.
LA MECEDORA HABLADORA 7F2021
DOCUMENTO NÚMERO 2
Editorial Pueyo S. L. Y Librería Pedro Pueyo
Miguel Ángel Buil Pueyo
Revista hispánica de rescate, 3, 2020, págs. 222-242
Ilustración número 20 Miguel Ángel Buil Pueyo, hijo de librero y nieto y bisnieto de libreros y editores, ha escrito en los últimos años en revistas especializadas numerosos artículos de divulgación en los que intenta recuperar la memoria familiar, pero también dar a conocer la labor editorial, hoy tan olvidada, que a lo largo de un siglo ejerció la Casa Pueyo. En 2019 ha publicado una bio-bibliografía de su tío-abuelo Alejandro Pueyo, editor en 1921 de la segunda edición de El miajón de los castúos de Luis Chamizo |
EDITORIAL PUEYO S. L. Y LIBRERÍA PEDRO PUEYO
Por Miguel Ángel Buil Pueyo
Texto publicado en “Noticia de una carta inédita (1939) del escritor Ramón Pérez de Ayala”
en la revista Mediodía: revista hispánica de rescate, ISSN 2659-2738, Nº. 3, 2020, págs. 222-242.
Nota: Se reproduce el texto remitido por email en Word por Miguel Ángel Buil Pueyo el 12 de junio de 2021
«El destinatario de la carta [De Ramón Pérez de Ayala a su amigo y editor Pedro Pueyo Periel], como se acaba de indicar, fue el librero Pedro Pueyo Periel (Panticosa, Huesca, 1892-Madrid, 1973), quien desde su población natal había venido a temprana edad a Madrid para labrarse un porvenir. Pedro Pueyo era sobrino carnal del librero y editor de los modernistas Gregorio Pueyo Lamenca (1860-1913) y fue este quien le acogería en su casa del Callejón de Preciados, 3, duplicado, a la llegada a la capital, como consta en el padrón municipal (1910). Como curiosidad, Pedro Pueyo terminaría casándose, en 1917, con su prima hermana Julia Pueyo Giral (1900-1943), hija de Gregorio Pueyo.
Bibliografía Española. Revista oficial de la Asociación de la Librería de España, tras el fallecimiento de Gregorio Pueyo en febrero de 1913, anuncia en su número de 1 de abril que «la Librería Hispano-Americana de “Viuda e Hijos de Gregorio Pueyo”, establecida en Madrid en la calle Mesonero Romanos 10, se ha trasladado a la calle de la Abada, número 19», donde permaneció hasta 1917, en que se instala definitivamente en el número 6 de la calle del Arenal, aunque manteniendo el local de la calle de la Abada como sucursal. Es en enero de 1926 cuando se constituye una sociedad mercantil limitada de la que formarán parte Antonia Giral Galino, viuda de Gregorio Pueyo, y sus hijos Antonio, Luis y Julia, pues Alejandro, el primogénito, se había independizado años atrás, en 1921. Julia, en su cualidad de mujer y mujer casada, se indica en documentos mercantiles que
podrá actuar por mediación de su esposo Don Pedro Pueyo Periel, ostentando éste a todos los efectos la representación de ella, con las mismas facultades y atribuciones que a la propia Doña Julia corresponden, de modo que el esposo, conjuntamente con cualquiera otro de los socios podrá ejercer la gestión de los negocios sociales y la dirección y administración de la Sociedad.
Ampliando su campo de trabajo, en 1935 se inaugurará una sucursal en el número 1 de la Puerta del Sol. La noticia fue muy bien acogida:
La Casa Pueyo ha abierto en el corazón de Madrid una librería que constituye un alarde de buen gusto. El hecho no podía menos de merecer el debido comentario entre quienes siguen de cerca todo lo relacionado con la industria del libro, aquejada actualmente de una seria crisis que el esfuerzo denodado de muchos conjura, sin embargo, parcialmente, y acabará por vencer. Una convocatoria recientemente publicada en la Prensa, y que lleva el aval de prestigiosísimas firmas, llama la atención de todos sobre la calidad y la intención del esfuerzo de Pueyo (Anónimo 1935, 88).
Al margen de las dos librerías indicadas, la editorial tenía su dirección y oficinas en el número 5 de la calle Tetuán y un almacén en la calle Iriarte, 4, en el Barrio de Prosperidad. Se reproduce aquí el logotipo editorial (1919), de autoría desconocida, que sustituyó al anterior, obra de Juan Gris, en donde aparece un libro con las hojas desplegadas de las que brotan las ramas del saber, metáfora de la fuente de la sabiduría, representada por un grueso, copudo y fructífero árbol.
«Biblioteca Pueyo de Novelas Escogidas», «la colección más amena y selecta para señoritas», tan elogiada por el novelista y crítico Antonio Gascón (Gascón 1923), y «Selección Pueyo» fueron colecciones muy conocidas. Hubo también una «Colección Pueyo de Novelas Policíacas» y «Ediciones Populares Pueyo». La «Colección Pueyo de Novelas Selectas», «fastuosa presentación en tricromía», «recomendada especialmente para señoritas», de la que aparecieron más de 600 títulos, tuvo gran éxito de ventas y supuso un balón de oxígeno para la recuperación económica de la editorial, después de tres años de guerra. Finalizada la misma, se presentaba la colección de «Autores Escogidos», cuyos primeros cinco títulos fueron de M. Delly, seudónimo que, en realidad, ocultaba a dos hermanos, varón y mujer, Jeanne-Marie y Frederic Petitjean de la Rosière. El nombre de M. Delly aparece también en la «Biblioteca Pueyo de Novelas Escogidas» y en la «Colección Pueyo de Novelas Selectas». El reportaje publicado en el n.º 2 de la revista colombiana Crónica (6-5-1950) aventura sobre la verdadera identidad de M. Delly e ilustra sobre la aceptación mundial que tuvieron sus novelas románticas, pero también sobre lo que supuso ese «fenómeno» de la novela «rosa», género en el que ahora no nos podemos detener y sobre el que ya escribimos en otro lugar (Buil 2019, 45-47).
En 1956, Pedro Pueyo se desligaría de sus socios y cuñados Antonio y Luis Pueyo, inaugurando en mayo de 1957 su propia librería en el número 16 de la calle del Arenal, que contó con la presencia de Alberto Insúa, muy unido a la editorial Pueyo. Se trataba de un establecimiento de librería general, dedicado –fundamental aunque no exclusivamente– a la venta de libros de texto. Para el curso 1961-1962, por ejemplo, publicitaba el siguiente material:
Catálogo de libros de texto de Enseñanza Media, Grado Elemental y Superior (Plan de 1957) y Curso Pre-Universitario. Asimismo se detalla una selección de libros auxiliares de venta libre, de gran utilidad para las enseñanzas complementarias, y relación de Diccionarios y Atlas escolares propios para el Bachillerato.
Pedro Pueyo no tardaría en abrir una sucursal en el número 55 de la calle José Ortega y Gasset (antes Lista). Como sucediera con otras tantas librerías, en los años ochenta (1983) cesó definitivamente la actividad comercial de ambas.
Pero, volviendo a la editorial y librería, continuadora de la que, con arduo trabajo, había iniciado su fundador Gregorio Pueyo, quedaba ahora en manos de Antonio y Luis Pueyo, que fallecerían, respectivamente, en 1962 y 1960. Sus herederos terminarían vendiendo la marca que, al margen ya de la familia Pueyo, seguiría funcionando hasta los años noventa, en que cerró definitivamente sus puertas el local sito en la Puerta del Sol esquina Carrera de San Jerónimo, ocupado hoy en día por una multinacional, pues el emblemático de la calle del Arenal se había convertido tiempo atrás en una franquicia de ropa. «O tempora, o mores», que diría Cicerón.
Llama la atención que, a día de hoy, no exista ningún estudio sobre lo que fue y representó la Editorial Pueyo, S.L. en el mundo editorial de la época. Salvo algunas menciones en la prensa de la novedad, importada de Francia, que supuso «la semana del autor» (Insúa 1928; González-Ruano 1928; Escoriaza 1928; Andrenio 1928), que trataba de acercar a los lectores a los autores de moda (Eduardo Zamacois, Wenceslao Fernández Flórez, Pedro Mata, Luis de Oteyza o Alberto Insúa) y alguna que otra noticia relacionada con la Feria del Libro (Pueyo fue una de las veinte editoriales que participaron en 1933 en la primera Feria del Libro de Madrid, que se celebró en el Paseo de Recoletos), solo hemos localizado dos breves textos (Cruz 1929, 4; J. L. A. M. 1957, 65)”.
DOCUMENTO NÚMERO 3
El Casticismo y El Baturrismo en Arte
José Mª. Salaverría.
Ilustración número 21
1923 José María Salaverría. Detalle del cuadro de Juan de Echevarría |
José María Salaverría pasó de ser un regeneracionista en su juventud a ser un incisivo ensayista nacionalista anhelando la llegada de un dictador. No es de extrañar que estuviera en contra del casticismo de las regiones de España y atacara a Luis Chamizo, sin haber leído ni entendido El miajón de los castúos porque Chamizo con habla popular se convertía en la voz mejor del terruño, en lo castizo, en lo castúo frente al nacionalismo dictatorial que él defendió en plena primera guerra mundial. En relación a la defensa de las lenguas minoritarias estaba en las antípodas de Luis Chamizo que convirtió el habla popular de lo machos castúos en instrumento literario propio para crear una obra literaria artística. Del mismo modo que atacó el regeneracionismo de Costa porque regentaba el partido republicano despreció a los simbolistas coloristas, a los dadaístas y a los cubismos y negó a Pereda, Gabriel y Galán, Vicente Medina y atacó a Luis Chamizo por crear escribir un vigoroso libro en la «jerga popular» de sus castúos labradores. |
SALAVERRÍA BUSCA A UN HOMBRE DICTADOR PARA ESPAÑA
«Y es lo cierto que España aguarda a su dictador desde hace años, desde hace siglos. Nos falta el capataz que coordine esta obra de nacionalización, puesto que son los capataces, desde el origen del mundo, los que facilitan la útil y buena consumación de las obras».
Cuatro años de una genial dictadura bastarían para darle a España un aspecto honorable. No se trata en nuestro caso de volver a la condición de gran potencia; ni podríamos, ni ha variado en balde la significación de los pueblos europeos. Pero un grado respetable y decoroso, una categoría de nación de segundo orden, un aprovechamiento de las caudalosas energías españolas, una organización seria de las fuentes intelectuales y dinámicas que existen verdaderamente en España, todo es posible, es deseable, es probable. Todo eso se logra con cuatro años de un inteligente y fuerte gobierno personal. Pongamos, pues, un quinquenio, como quería Maura.
[…] La corriente europea se dirige a buscar la dirección única, el gobierno de un hombre. Los aliados pugnan por encontrar la unidad que poseen, para su fortuna, los alemanes. Aquí los españoles hacemos reflexiones lacrimosas sobre la esterilidad parlamentaria. ¡Faltan hombres!, se grita; pero lo que falta en realidad es un hombre. ¡Falta un Gobierno!, y lo que falta es un dictador. ¡Vivimos bajo un poder personal!, y precisamente carecemos de un hombre personal. Si preguntamos al país, ese país que vive al margen de la politiquería, él nos responderá con sencilla convicción: Hace falta un hombre». «Pesimismo y dictadura» por José María Salaverría en El Tarraconense: Año V, número 206, 1916 enero, pág. 9.
Documentación: Carlos Baena García de la Sociedad Científica de Mérida
EL CASTICISMO Y EL BATURRISMO EN ARTE por José Mª. Salaverría. Periódico ABC, 22 de febrero de 1921
El casticismo es una idea que preocupa considerablemente al hombre moderno, por cuanto casticismo significa aumento y afirmación de la personalidad, y es sabido cómo nuestra época persigue la personalidad hasta la angustia. A veces un artista consigue infundir a su casticismo un aliento tan poderoso y humano, que la obra de arte, nacida de un fondo particular, privado, se convierte en universal. La música noruega de Grieg, la germánica de Wágner [sic] y las novelas rusas de Dostoyeusky [sic] y de Gorki nos servirán de ejemplo.
Pero otras veces el artista, por querer apurar el éxito del casticismo, exagera lo particular y pronuncia hasta el exceso los rasgos raciales, con lo cual logra, materialmente, ponerse de espaldas al mundo y cerrarse el camino a lo universal.
Este último procedimiento es el que sigue un poeta nuevo, llamado Luis Chamizo. Acaba de publicar un libro de versos. El libro anuncia a un vigoroso escritor, y lleva por título El miajón de los castúos. Parece que «castúo», en el habla vulgar extremeña, quiere decir castizo. Nos hallamos, pues, frente a un poeta ultra-castizante, de los que llevan su anhelo de lo particular hasta el punto de escribir en el lenguaje de los pastores y porquerizos, usando una ortografía figurada y difícil. Es el procedimiento que dio celebridad por una temporada a Vicente Medina, el de las elegías murcianas.
Es una lástima que el generoso empeño de producir una poesía simple, ingenua, campestre, no sea entre nosotros premiado con el éxito. Y es lamentable que ese sistema, que fracasa siempre, de buscar lo castizo y lo ingenuo por medio de una consciente brutalización de lo que por sí ya es tosco y rudo, siga malgastando las fuerzas de muchos ingenios españoles, contando entre estos a Pereda y Gabriel y Galán. Y es que en España, por culpa de lo que podríamos llamar el culto del baturrismo, no se concibe lo popular y lo racial sino en el sentido de áspero, bruto, cerril e inabordable. Este prejuicio hace decir al Sr. Chamizo:
«Y sus dirá tamién cómo palramos
los hijos d´estas tierras,
porqu ´icimos asina: jierro, jumo
y la jacha y el jigo y la jiguera».
Para acentuar todavía mejor la intensidad de casticismo cerril, o baturrismo, del volumen de versos, hay en la cubierta un dibujo que representa la cabeza de un hombre de campo, ceñudo, crespo, fosco, sucio e ininteligente. De manera que nos encontramos ante el caso de un discreto poeta nuevo, lleno de cualidades, el cual hace un uso pésimo de su inspiración por empeñarse en cultivar esa mala peste, del casticismo cerril o baturrismo. Tiene el libro composiciones, como la titulada «Nacencia», de una fuerte emoción, y al leerlas pensamos que es lástima que un noble intento no llegue al completo triunfo por haberse escogido mal el camino.
Porque muchos artistas comenten la equivocación de ir hacia la inocente y poética simplicidad del pueblo campesino a través de la ingenuidad. Es decir, buscan la expresión de lo ingenuo por conducto de la ingenuidad…, sin comprender que para la más honda y fuerte expresión de las ideas y las emociones se precisa el arte, y el arte nunca ha sido ni podrá ser jamás ingenuo.
En nuestros días ha adquirido la palabra ingenuidad un valor extraordinario entre los artistas. Como toda la civilización demasiado sabia, la nuestra, siente, al modo de las pecadoras algo machuchas, el gusto de lo ingenuo. El colorismo, el dadaísmo, el propio cubismo son manifestaciones de esta aspiración por la ingenuidad. Paralelamente vemos a otros buscar la ingenuidad por conducto del casticismo cerril, del baturrismo. Uno y otro sistema no logran lo que pretenden. Los dadaístas y sus congéneres van a lo ingenuo a través de una cultura excesiva, y sobre todo de un cansancio intelectual verdaderamente vicioso; en tanto que los casticistas, baturristas o brutalistas quieren ascender a la santa ingenuidad por el camino de la ignorancia y la rudeza tosca.
Llegar en arte a la expresión de lo ingenuo es una tarea de las más difíciles, por lo mismo que el arte es la negación de la ingenuidad…, con lo que el arte, que en principio es simulación, se complica enormemente. Hace falta el talento, la sensibilidad y la agudeza de un Francis Jammes para conseguir el éxito. El éxito de Francis Jammes está en que oculta el truco a las miradas de todos, dando la impresión de que es un hombre sencillo, de alma campesina, que vive en la inocencia rural de su departamento bearnés, cuando, en efecto es una inteligencia refinada que sabe extraer de París lo que siempre guardan las metrópolis: cultura, penetración, sentido de los valores.
España es el país de los aromas. Es un país lleno de expresión, de matices ricos, de gestos, de alma. Sin embargo, ni el arte ni la literatura saben aprovechar esos tesoros. Nuestros literatos modernos, por lo general, cuando quieren ser populares, ingenuos y castizos, no logran pasar de inocentes, cuando no caen en la ordinariez. Pintores y escritores han creído que para expresar la ingenuidad y la conmovedora franqueza del pueblo y el campo no se necesita otra operación mental que la de ponerse a tono con el pueblo, subordinarse a la rudeza exterior del campo y transcribir, exagerándolas, sus tosquedades. Así no saldremos nunca del funesto baturrismo.
Documentación: Carlos Baena García de la Sociedad Científica de Mérida.
DOCUMENTO NÚMERO 4
Salaverría Pesimista
Muñoz Palao. EL Liberal, 18 de marzo de 1921
Ilustración número 22 Muñoz Palao. Salaverría Pesimista. Réplica a José Mª Salaverría «El casticismo y baturrismo en Arte”. |
Muñoz Palao. «Salaverría pesimista». Periódico El Liberal, 18 de marzo de 1921
El optimismo tiene sus peligros. Nos hace ver las cosas de color de rosa, y luego las cosas son negras. Sobreviene entonces una depresión de la voluntad motriz.
Pero esto acontece a los espíritus débiles, que abundan por desgracia.
El optimismo es alentador. Todo cuanto se ha hecho en el mundo lo ha hecho el optimismo. Ante una ilusión perdida, surge otra. Ante un optimismo destrozado por la realidad, surge otro alentador.
El pesimismo lo niega todo: es la desconfianza, es la inseguridad, es la inercia, es anticipar la muerte. El pesimismo mata la fe; la fe humana y la divina.
Salaverría es un escritor brillante. Yo por sus escritos lo juzgo un hombre bueno. Hace años leía sus escritos en «ABC» con gran placer, porque eran unos escritos alentadores.
Pero desde hace tiempo, Salaverría se ha vuelto pesimista. Ya no leo sus escritos. Leo algunos, porque me atrae la limpia prosa del escritor, su cultura, su fondo honrado.
Y me pregunto a menudo: ¿Qué cambio se ha operado en el espíritu de Salaverría? ¿Qué velo de negrura se ha interpuesto entre su cerebro y la realidad de la vida? ¿Por qué los rayos limpios del solo no llegan ya la su poderosa retina de vasco?
Hace aproximadamente un mes que Salaverría criticaba agriamente el libro de Luis Chamizo «El Miajón de los Castúos»; lo censuraba porque está escrito en el lenguaje, con los giros, con las expresiones propias de los extremeños que viven en los campos de montañas.
Y al censurar a Chamizo, censuraba de paso a Vicente Medina, a Gabriel y Galán, a Pereda…
¿Es que Salaverría no sabe que las grandes urbes son un conglomerado de los campos?
Cierto que en las grandes urbes los sentimientos están más afinados, las ideas son más sutiles, el cerebro y le corazón están más desenvueltos. Pero por lo mismo que esto acontece, están más próximos a la degeneración.
La ciudad absorbe y agota. El campo produce y fructifica.
La ciudad es hechura de los hombres. El campo, el río, la montaña, es hechura de la naturaleza.
Nosotros somos hijos de la naturaleza, somos un producto de la naturaleza, en ella nos desenvolvemos.
Todo cuanto la ciudad consume, en productos, en ideas, en sentimientos, tiene que acudir el campo a reponerlo.
A poco que ahondemos en la genealogía de todo hombre «fuerte», encontraremos siempre a unos ascendientes que vivieron en contacto con la naturaleza.
Luis Chamizo nos muestra en su libro las firmes ideas, los altos sentimientos, los nobles propósitos de los hombres que, viviendo en los campos, forjan los cimientos de las patrias, y sostienen limpio el manantial que abastece a las ciudades.
En la montaña y en el llano, junto a la ribera o sobre la loma, el hombre que todos los días saluda al sol juntamente con el canto de la alondra, y lo despide a la tarde melancólica cuando trina el ruiseñor; el que durante el día labra la tierra, guía el árbol, apacenta [sic] el cordero a la noche cuenta siempre las estrellas escuchando a los grillos; el que en un amplio horizonte ve partirse las nubes sobre su cabeza, y siente después cómo moja sus pies el torrente impetuoso que brama por los barrancos; ese hombre es el depositario del alma de las razas, y a él acuden todas las civilizaciones cuando ven fracasados sus intentos.
El sentimiento, la poesía, el alma de este hombre lo que presenta Luis Chamizo en su libro, y Salaverría lo censura llamándole «baturrismo». ¿Cómo querrá Salaverría que hablen los hombres que luchan con las rocas, con los torrentes, con los lobos y con las águilas?
Y bien visto, el habla de estos hombres está más en armonía con la realidad de las cosas: su fonética es más exacta que la que presenta en sus libros la Real Academia de la Lengua. «Jierro» es una expresión más exacta que «hierro».
Ahora, recientemente, en otro artículo en «ABC», Salaverría nos habla de Costa, del «Hombre Gesto»; y con su palabra elegante, con su pensamiento sutil, nos expone una porción de frases filosóficas e históricas, atinadas, muy convincentes como generalizaciones.
Pero en resumen, el artículo de Salaverría va encaminado a quitar importancia a Costa, a su obra, a su política. Se extraña y reprocha el que se «infle» al polígrafo, y de que España quiera levantarle un monumento en el Moncayo.
Nosotros no vamos a discutir ni a analizar la obra de Costa; pero, con toda modestia, nos permitimos decir a Salaverría que a lo que España quiere levantar un monumento es a la idea, a su sentir, a su deseo, que hoy sintetiza en Costa, porque Costa sintetizó en sus escritos y discursos una aspiración nacional.
Costa a hecho resurgir en la nación ideas y propósitos que en los tiempos de buena marcha político-administrativa se ponían en práctica.
Son estos, impulsar las energías nacionales en todos los órdenes: en el orden social, en el orden económico, en el orden moral.
Desenvolver la riqueza interior de España, que es grande la tenemos abandonada. España quiere ser grande, porque tiene derecho a serlo por su posición geográfica, por su suelo, por su cielo y por sus hombres.
Sea Costa, sea Ganivet, sea Floridablanca. Lo de menos es el hombre: lo importante es la idea, es el propósito.
España siente hoy un anhelo, una aspiración, y el monumento es el lugar de cita donde han de concurrir las voluntades y los corazones. Ir contra él, por el detalle del nombre o del lugar, es perjudicar a la noble idea, al redentor aliento. Que se haga el monumento en el Moncayo, frente a Aragón, en cuyo centro se eleva la columna a Lanuza, con la esfera arriba, que tiene escrito en su ecuador «Justicia, Ley Suprema».
Y en Castilla otro monumento a Los Comuneros, que fueron muertos por aquel Rey que desvió a nuestra Patria de sus verdaderos destinos.
Y si queremos completar la obra, hagamos otro monumento grandioso en Sierra Nevada a la Reina Isabel, que en el sentir y en el obrar es la cumbre de la nacionalidad española. MUÑOZ PALAO. 17 de Marzo 1921.
DOCUMENTO NÚM. 5
El espectador. De la poesía popular
Francisco de Cossío
El Norte de Galicia (Lugo), 6 de junio de 1921, pág. 1
Ilustración número 23 Francisco de Cossío Martínez Fortún (Sepúlveda 1887-1975) abogado. Fue director de El Norte de Castilla. Hermano de José María de Cossío. En 1919, director del Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid. Tertuliano del café Calderón de Valladolid frecuentado por Miguel de San Román, Narciso Alonso Cortés entre otros |
El Espectador. De la poesía popular. Francisco de Cossío
Sobre mi mesa tengo dos libros de versos, cuya lectura me ha sugerido algunas ideas sobre la poesía popular. Se titula el primero de estos libros «El miajón de los castúos», y su autor, Luis Chamizo, es un hombre de pueblo, un tinajero de Guareña. Cuando yo me enteré de los antecedentes sociales de este poeta, y de los elogios que la crítica le prodigaba, sentí una viva curiosidad por conocer sus versos. El hombre más letrado, más indocto, si es verdadero poeta, sabrá emocionarnos hondamente y, por el contrario, el sabio, el erudito, el humanista, si no posee el divino don de la poesía, no escribirá sino buenos modelos para un tratado de Retórica.
Existe, desde luego, una cultura de la sensibilidad. Un hombre con temperamento de poeta aleccionado en los clásicos y en los grandes maestros de la poesía, acertará a percibir en la naturaleza y en los sentimientos de los hombres, algunos sutiles matices que pasarán inadvertidos para la generalidad de los observadores. Dicen los psicólogos que el sujeto no se interesa sino por aquello que conoce, al menos por analogía. Para que el interés se despierte en nosotros es preciso saber, y aún en esta sutil ciencia de la poesía, en estas secretas voces que despiertan emociones y sentimiento, el saber apura la inspiración y afina la sensibilidad.
¡Mas a pesar de esto, tiene un encanto tan grande la poesía popular! No parece sino que esta poesía no hace sino recoger temas eternos. Un anónimo romance popular que se ha mantenido a través de los siglos en la tradición oral de los pueblos, sin otras variaciones que las que imponía en cada época el gusto del juglar, puede avivar en un espíritu culto y despierto emociones tan exquisitas y sutiles como una composición de Garcilaso o de fray Luis de León.
En la poesía del pueblo vive el germen de las más elevadas ideas, y todo poeta que quiera hallar orientaciones puras para su poesía, tendrá que acudir a los viejos romances que en un pueblo olvidado y oscuro –-la corriente de la tradición siempre forma sus remansos en estos pueblos– se escuchan en invierno, al amor de la lumbre.
Más debo confesar que la poesía del tinajero Luis Chamizo no es de esta clase de poetas, pues a pesar de su origen humilde, de su escasa cultura y del ambiente popular que le rodea, ha escrito unos versos desarraigados absolutamente del pueblo. Ningún crítico se lo ha dicho –quizá por desconocimiento que la generalidad de los literatos doctos tienen de la prodigiosa poesía de Gabriel y Galán, –más si en el antecedente de este poeta, sin la falsilla de las «Extremeñas» de Gabriel y Galán, el celebrado autor de «El miajón de los castúos» no hubiera, quizá, escrito ni un solo verso.
El otro libro es una recopilación de romances tradicionales hecha por el infatigable Narciso Alonso Cortés. No es solo este trabajo una contribución al folklore español, es también una muestra de gusto refinado, de temperamento poético, de sensibilidad exquisita… Y ved el contraste: un hombre del pueblo, abandonando las más puras fuentes de poesía popular, escribe versos a través de otro poeta; y, en cambio, un crítico, un erudito, un hombre ha hecho mil viajes sentimentales por la poesía docta de todos los tiempos y todos los países, se echa por los pueblos de Castilla en busca de romances populares bien seguro de que en ellos está el germen de la más pura, ingenua y sincera poesía.
Fernando de Cossío.
DOCUMENTO 6
Siluetas. Luis Chamizo
Arturo Gazul
Correo de la Mañana, 9 de agosto de 1925, pág. 1
Arturo Gazul nació en Cala, huérfano de padres, lo educaron sus abuelos en Llerena. Estudios primarios en Llerena, secundarios en Mérida y licenciado en derecho por la Universidad de Sevilla. Viajó de joven por toda Europa. Casado, se avecindó en Barcelona. Fue articulista de varios periódicos extremeños. En Correo de la mañana valoró a Luis Chamizo en 1925 y en 1950 en el Hoy descubrió las cualidades innovadoras de la poesía de Manuel Pacheco de quien conocía sus inéditos antes de que publicara Ausencia de mis manos a finales de 1949. En 1982 tuve la suerte de dar a conocer otra perspectiva de la poesía de Luis Chamizo corroborando la opinión de Arturo Gazul, sus amigos comarcales Francisco Valdés, Ángel Braulio Ducasse y Eugenio Frutos, sin olvidar a otros extremeños egregios como Antonio Rodríguez-Moñino y Enrique Díez Canedo. |
SILUETAS. LUIS CHAMIZO. Arturo Gazul. Correo de la Mañana, 9 de agosto de 1925, pág. 1
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… en un viaje interprovincial yo hube de encontrarme con el poeta. Hubiera preferido toparme con él en la aspereza de un camino serrano o en el arenal ubérrimo de su pueblo. Viajaba en primera con su bella esposa: era un joven distinguido, de amable charla y correcto traje. Yo bajé en Llerena: él continuó para Guadalcanal lo que, no obstante el extremeñismo pasado del simpático pueblo, me contrarió bastante. Su presencia allí, su autoridad no la concebía sino investida de un irregular irredentismo posible. Fiume Gudalcanal. Irredentismo en que no creo; para mí el túnel precedente a la estación es una frontera natural. Y don Adelardo López de Ayala un mito extremeño.
— Escribo El poema de Extremadura, mi próximo libro, tan anunciado y esperado. Pero escribo a mi gusto, sin apresuramientos. No se es poeta si no se está en vena de serlo. Además, el éxito de El miajón de los castúos me obliga a cuidar mucho lo que publique en lo sucesivo.
Y aquí están en su punto las consideraciones que hacíamos al principio. Un triunfo extraordinario cohibe más que estimula para la realización de una labor ulterior. Culpa de la afilada garra de la envidia aguardando su presa, y el del olvido e inconstancia de la meretriz multitud.
¿Pero le será al poeta propicio el ambiente de Guadalcanal, las ardientes asperezas de Sierra Morena, donde ahora tiene su retiro, cerca de Cazalla? Seguramente, no. Y con cuánta gana le gritaríamos: –Tinajero, a tus tinajas. Y con qué delectación lo llevaríamos cogido de una oreja a Guareña, de donde quieras que no, ha de sacar el barro de sus futuras poesías.
Hace pocos días creemos haber leído que dimitió [sic] su cargo de Alcalde. Ese nos parece el camino. No hay poema posible en medio de la prosa de una Alcaldía. Lo cual no obsta para que el poeta haya sido un Alcalde entero, de fibra y carácter, encariñado con su cargo y defensor enérgico del pueblo de la musa de su hogar.
Quedó convencido en aquel encuentro nuestro que el poeta vendría a Llerena a recitarnos sus poesías conocidas y otra inédita de El poema. Y así ocurrió. Algunos discuten de buena fe al poeta: nadie, discute al recitador. El recitador, nos decía, es algo maravilloso y único. Así, el anuncio de que Chamizo recitaría en el Casino Llerenense, llenó por completo el amplio patio decorado al efecto. Hubiéramos deseado escucharlo en las eras, entre castúos, oliendo el aroma de las parvas doradas, en plena naturaleza: la inseguridad del tiempo lo impidió. Y fue allí, en el rincón del viejo patio, entre dos jarrones talaveranos, en los que asomaban dos manojos de simbólicas espigas, donde el poeta fue intérprete de sus versos.
¿Qué decir de Luis Chamizo, recitador?
Los bravos formidables de don César del Cañizo –bravos verdaderamente cesáreos– proclaman con más elocuencia que todo aplauso, que todo elogio, que toda lágrima, el triunfo del poeta y su intérprete. El ilustre abogado es hombre desdeñoso de casi todos los valores artísticos actuales: sobre todo desdeñoso de los poetas. Hace pocas noches descargaba a pleno pulmón sus iras contra mí, que hube de permitirme en una conferencia sobre mi padre poner en solfa ciertos excesos barrocos del Romanticismo. Para don César aquello era la poesía, y esto de ahora la decadencia de nada.
¿Cómo no iba a discutir a Chamizo? Con estar muy por encima de todo decadentismo, con ser algo muy recio, muy nuestro, muy fuerte y reconocerlo así su apasionada talento. Chamizo no se libraba de sus reparos. Sin embargo, apenas Chamizo recitó su primera poesía, don César rompió en bravos magníficos. Y más tarde, al escucharle los inéditos versos de El poema, don César exclamaba, totalmente rendido:
— ¡Eso, eso es Extremadura!
En verdad que aquella admiración, cálida y estridente, era compartida por todos: muchos bellos ojos de mujer derramaban la más delicada ofrenda de las lágrimas. Fueron momentos de una total la fusión emotiva que se repetirán dondequiera que Chamizo recite y con cualquier poesía que recite. Si esta poesía es «Nacencia», que vale por toda la obra de muchos poetas renombrados, el momento tocará en lo sublime.
¿Dónde ha aprendido, bajo qué dirección, con la pauta de qué escuela a recitar de aquel modo? Seguramente en ninguna. Es un don que le dio natura, como el de canto al ruiseñor. No recuerda a nadie, ni tiene un estilo conocido, ni su voz evoca la de ningún actor famoso, ni en su gesto se percibe la menor preocupación de teatralidad. Sereno, pálido, aquella figura, desapercibida aparece en el estrado. Y no bien empezó a desgranar las armoniosas palabras, en su cara se opera el milagro de una transfiguración: se acentúa la palidez, parece que la mirada refulge de luz interior y que su carne se hace espíritu y transparencia.
La mano fina toma un diseño Van Dik; y su mímica, siempre sobria, ya enérgica o ya blanda, tiene toda ocasión una precisa elegancia. ¿Y qué decir de la voz? A la vez varonil y dulcísima, clarín o, arpa o tímpano, oro o cristal. Límpida y firme llena el patio de cálido e inflamado acento y luego se aplana, cada vez más suave, hasta un pianísimo que es apenas un suspiro, un gorjeo de ruiseñor, algo así como la caricia leve de la palabra. De Romeo en la despedida del balcón.
Pero el prodigio de este divo de la recitación estriba, sobre todo, en fundir de un modo inexplicable la rudeza de su poesía extremeña con la delicadez de manera de recitador, de modo que la poesía no pierde en intensidad ni en vigor ni aparece el menor forzamiento en la aspereza de las pronunciaciones y modismos del verso. Así nos llegan estilizados, extraído el jugo de su ternura y de su gracia. Y con ser la palabra dura, violenta y cruda, nos llega armoniosa, dulce, aérea: como si cada terrón del barbecho extremeño se trocara en mariposa de oro…
Oh, extremeños; haced por escuchar los que no habéis oído a este mago encantador de multitudes, a este Gayarre de la recitación. Nunca tuvo la poesía mejor instrumento humano. Oigámoslo y echémoslo seguidamente de casa: que su misión es sagrada: la de cantar, trovador del alma de la raza extremeña, nuestra grandeza pasada y la íntima, resignada y escondidiza grandeza del alma seria y sencilla de nuestro pueblo actual.
Arturo Gazul
Llerena, 6 de agosto de 1925
DOCUMENTO NÚMERO 7
A. V. A.
Poesía. El miajón de los castúos (Rapsodias Extremeñas), por Luis Chamizo
Revista Atenea (Universidad de Concepción, Chile), 72, febrero 1931, págs. 285-286
Ilustración número 24.
El miajón de los castúos, 3ª edic. 1930 Atenea. Critica de la tercera edición de El Miajón de los castúos [Ediciones de la C.I.A.P. Madrid, 1930] . Se confirma la consolidación de la obra de Luis Chamizo, referente en la poesía hispanoamericana. La mención a los inicios de rapsoda de Berta Singerman dan fe del éxito de la poesía chamiciana tanto en Sudaméríca como en España. El poema La nacencia se convirtió en universal. |
POESÍA. El miajón de los castúos (Rapsodias Extremeñas), por Luis Chamizo
Revista Atenea: revista de ciencias, artes y letras. Año VIII Volumen XV Número 72 – febrero 1931. Concepción, Chile: Universidad de Concepción, 01/02/1931. Págs. 285-286 por A. V. A.
Un libro de poesías que alcanza una tercera edición en un medio intelectual tan poco dado a la verdadera poesía como es el español, forzosamente habrá de ser algo muy bueno, o… muy malo. Esta afirmación aunque parezca perogrullada, tiene su razón de ser. La repetición de la demanda de poemas determinados puede indicar un poeta de corazón que ha plantado su fama y su personalidad en medio del público lector, y tal sería el caso de los hermanos Machado, poetas en todo el sentido de la palabra y cuyas publicaciones han sido agotadas por todos los públicos; como también puede indicar, y este es el caso más generalizado, la existencia de un versificador propenso a halagar los oídos del grueso público, tan grueso como incomprensivo.
El caso de Chamizo es altamente interesante. Podemos afirmar sin temor que la tercera edición de su libro (1) es una comprobación de que también los buenos poetas pueden llegar a ser populares. Y con mayor motivo que ninguno Chamizo, que proviene del pueblo y escribe poemas para el pueblo en el lenguaje que habla el pueblo. Hace algunos años, en sus giras de recitadora, Berta Singerman dio a conocer La Nacencia de Chamizo y desde entonces figuró dicha poesía en lugar de primacía en sus programas. El lenguaje popular, rudamente popular, en que está escrita La Nacencia y toda la obra poética de Chamizo, acaso le restará lectores entre aquellos que creen que la poesía no puede expresarse en el habla del pueblo. Pero Chamizo tiene por fortuna en la expresión de sus sentires el hallazgo perfecto de la expresión brava y de la expresión de ternura; braveza y ternura populares se entiende. Pero esta misma rudeza campesina de sus poemas le presta a toda su obra un carácter de fuerza de expresión realmente sugerente y encantador. Así:
¡Qué trabajaora!
¡Qué guapa y qué güena!
¡Si paece mintira que tanto me quiera!
Son las expresiones de ternura de un novio serrano, y, ellas, que no tienen ninguna novedad, encierran, sin embargo, un agradable perfume de cosa sana, rústica, incontaminada de tendencias o modalidades artísticas, que le dan una belleza inconfundible.
Hemos dicho que la fuerza de expresión puede considerar como una de las características más marcadas de la poesía de Chamizo, si no la principal, y en efecto, la aplicación de modismos del más rudo lenguaje popular, del más sencillo, del más tierno, da como resultado una poesía ruda, sencilla y tierna, pero poesía al fin. Las descripciones de la naturaleza se hacen con el mismo procedimiento. Un momento cualquiera: la puesta de sol de La Nacencia:
Bruñó los recios nubarrones pardos
la luz del sol que se agachó en un cerro
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.
Con estas palabras tenemos mejor y más clara y poéticamente expuesta la puesta de sol, motivo esencialmente poético según los manuales retóricos, que todos los poemas en que se siguen las reglas que para conseguir la expresión poética da la propia señora Retórica. — A. V. A.
(1) Ediciones de la C.I.A.P. Madrid, 1930.
- LA RECEPCIÓN DE EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS EN LA CRÍTICA PERIODÍSTICA, UNIVERSITARIA Y EN LA ORALIDAD POPULAR
El balance de la crítica a la obra de Luis Chamizo fue muy positivo para quienes conocían su obra antes de publicarse El miajón de los castúos como su amigo Francisco Valdés y los tertulianos del Ateneo de la Casa de Extremadura en Madrid.
El liberal, ABC, HOY y diversas y numerosa la prensa nacional dieron la noticia de la aparición de la obra.
EL MIAJÓN fue muy bien visto por los periodistas progresistas y numerosos intelectuales frente a la minoría nacionalista partidaria de las dictaduras europeas como Salaverría que no soportó que la forma de hablar de Extremadura había sido elevada a categoría literaria gracias al poeta de Guareña. Este hecho irrumpía como un obstáculo a su nacionalismo anticastizante y a su nacionalismo al estilo alemán e italiano nacientes.
Contrasta la agria crítica de Salaverría con la comprensión de Francisco de Cossío, enlazada con la poesía popular estudiada por Milá y Fontanals y el resurgir de la poesía provenzal del poema Mireio de Frederich Mistral. La cultura popular como fuente del conocimiento en los dictados tópicos recogidos por Costa y publicados en Fregenal de la Sierra. El romancero analizado por Ramón Menéndez Pidal, divulgado en investigaciones propias de Narciso Alonso Cortés.
Intelectual preocupado por los dictados tópicos fue el coetáneo de Chamizo el polígrafo y sabio Antonio Rodríguez-Moñino. No se deben olvidar los temas folclóricos estudiados por su amigo Federico García Lorca en diversas conferencias.
La avanzadilla intelectual española e iberoamericana valoró la obra de Luis Chamizo. Se transformó en el cantor de Extremadura y en la mejor voz de la tierra, de la naturaleza y del paisaje. Pobló de vida el escenario de una región que conservaba y conserva en extinción un habla arcaizante, castiza. Enrique Díez Canedo se ocupó del éxito popular de El miajón de los castúos y valoró su obra de teatro Las brujas en la revista ÍNDICE, dirigida por Juan Ramón Jiménez.
Chamizo en El miajón de los castúos fusionó el paisaje local con el paisanaje universal de sus rudos castúos, con dicciones jergales que elevó a la categoría de identidad lingüística con pronunciaciones de palabras en las que la aspiración sorda y sonora de las haches y jotas castellanas le dan un sabor, un acento de casta, una entonación de tribu, un casticismo castúo muy singular. Demostró que en Extremadura se pronuncia jumo (con aspiración sorda o sonora), los resultados evolutivos del fumu(m) latino que se oyen como fumo en italiano, fum en catalán y el castellano [umo], puesto que la h de humo es muda y no suena.
Advierte este rasgo lingüístico de sus castúos a los viajeros que en tren cruzan los campos extremeños.
Entender esta perspectiva era algo harto imposible para el incisivo José María Salaverría que escribió su agria crítica con odio hacia Joaquín Costa y a los regeneracionistas, iniciado en un nacionalismo totalitario y dictatorial para resolver los problemas de España.
La polémica entre Salaverría y Muñoz Palao tuvo un efecto muy positivo para la venta de la primera edición que se agotó en semanas.
La primera década de recepción de la obra fue muy positiva entre las clases populares de todo signo. El miajón de los castúos se convirtió en algo familiar y doméstico y contribuyó a que la oralidad popular lo tuviera como un elemento muy cercano, transmitiéndose de abuelos a nietos en la recitación junto en veladas abrigadas al calor de la lumbre.
Dejamos para la segunda edición de este libro el tratar la recepción de Luis Chamizo en los ambientes universitarios en las siguientes décadas y la actitud tanto de los negacionistas de Chamizo como de sus más ardientes y vigorosos admiradores y defensores. La nómina de los defensores tiene a personas de prestigio reconocido tanto en la generación o grupo poético del 27 como su alumno Eugenio Frutos y el polifacético Antonio Rodríguez-Moñino, un gran estudioso de la poesía oral extremeña. También dejamos para esa segunda edición la sociología del recitado y la lectura de El miajón de los castúos y la valorización de lo extremeño y lo castúo.
Sin nada más que pueda escribir porque el plazo de entrega termina en segundos, agradezco a todos los que me ha ayudado en la documentación y corrección de pruebas y me han dado ideas para poder expresarlas, especialmente a Carlos Baena García, Ignacio Gómez Galván, Juan Manuel González Martel, Miguel Ángel Buil Pueyo, Rosa Lencero Cerezo y a los alumnos que han participado en el grupo de guasap Extremeño 2021 creado gracias al CPR de Cáceres, sin olvidar claro está, a mi querida Mecedora Habladora.
Ayamonte – Malpartida de Cáceres. 16-30 de junio de 2021