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SENDERISMO DE HOSPITAL

Diálogo convaleciente con Cajal, Unamuno y Marañón

Libro en proceso de redacción

20181023 Realismo mágico

20181024 Útil para el servicio. Final de la IT. Realismo mágico

Mi senderismo de hospital llega a su fin

 

 

En casa de mi médico

El martes 23 de octubre en la consulta del médico de cabecera se me estampa el alta. Mi senderismo de hospital llega a su fin. Me dirijo a la sección de recursos humanos de mi empresa. Tengo una sensación extraña que  se demuestra en euforia.

He conseguido una nuevo estatus. Me da pena tener que abandonar mi senderismo de hospital. Me despido del galeno y su equipo casi con nostalgia y les digo por otro lado que no deseo no volver a verles nunca más con asuntos de bajas y altas por incapacidad laboral transitoria. Me queda muy poco tiempo para pasar al estado ideal de quien tantos años ha cotizado para disfrutar en caso de necesidad del seguro de enfermedad. Me hubiera gustado no tener que utilizarlo. Me pongo filosófico en estos momentos y abandono  la reflexión para mostrar el final feliz de mi experiencia de senderista de hospital.

En casa de los recursos humanos

Llego a  recursos humanos con cara de triunfador. He vencido por ahora todas las consecuencias negativas que me podría haber brindado la bruja vesícula. El agobio de estar en estado de vigilancia médica es una cárcel en la que se cumple la pena en estado de arresto casi domiciliario, aunque mis médicos me han aconsejado viajar y así lo he hecho.

Ahora empieza mi período de vacaciones. Solo he disfrutado este año de cuatro días, correspondientes a miércoles, jueves, viernes y lunes. Solicito y comunico a mi superior jerárquico en instancia manuscrita –así me lo pide el absurdo kakfiano de la burocracia– que voy a ahora a viajar durante un tiempo sin necesidad de pasar la ITV quincenal a la que nos tiene sometidos MUFACE a los funcionarios del Estado– que disfrutaré del resto de las vacaciones que me corresponden, porque la bruja vesícula me impidió ser feliz como todos los demás miembros de mi comunidad laboral lo han sido en el masivo agosto.

Antiguos compañeros del PAS

Contento registro mi instancia correspondiente. En la sección me encuentro con antiguos compañeros del personal de administración y servicios que están contando los años que les queda para la jubilación. Me tienen cierta envidia porque a mí me quedan muy pocas paguitas para disfrutar del jubileo. Me siento eufórico con ellos y ellos se alegran de que haya salido vencedor de las batallas que he librado con mi bruja vesícula.

Sonríen cuando les digo que una vez que he abandonado la reserva hospitalaria de mi guerra, ahora estoy ya con plena capacidad temporal para ir de nuevo a la vanguardia de los frentes de la lucha diaria para sobrevivir ante cualquier dificultad.

 

Pendiente de destino

Mi primera alegría es que estoy pendiente de destino y la resuelvo escribiéndole al vicerrector del ramo con el fin de que me asigne la hoja de trabajo para el regreso de mis vacaciones. He adquirido mi capacidad laboral plena tras vencer  los infortunios que me ha hecho padecer la malvada bruja vesícula.

Mi cuerpo ha ganado vitalidad,  pero ahora tiene que conseguir fortaleza. Tengo que entrar en la etapa de disfrutar de mi jubilación en la categoría de anciano sano antes que la Señora de la Guadaña me lleve a gozar con ella de lo que me pueda ofrecer de todas las ofertas ignotas que me tiene preparadas. Salgo eufórico de la entrega de mi alta laboral y del escrito dirigido al mando. Me despido de mi generala en el Palacio de la Generala.

Realismo mágico:  rezan por mi futuro

Miro al cielo y felicito a las palmeras recién peinadas, subo el adarve de la ciudad monumental por la ronda interior que besa la cara Oeste del Palacio de los Golfines de Arriba.

En la cuesta un señor en plena edad de la vida –para mí son los cuarenta años- acompañado de tres turistas amigos. Comenta «cuesta subir», «sobre todo para los que somos ancianos» le contesto. Entablo conversación con ellos.

Me dicen que son de Buenos Aires. Se me llena el corazón de recuerdos. ¡Porteños! Sí. Me dicen al unísono. Les recuerdo su ciudad. Les cuento mis gratas experiencias en la UBA, su universidad y mis paseos en estancia de cuarenta días en dos años consecutivos por Argentina y Chile.

La puerta de Mérida

Llegamos  ya amigos a la Puerta de Mérida. Te recuerdo. El mismo sitio donde Rosa me esperaba cuando fui a entregar mi IT de baja por operación de urgencias el día 23 de agosto.

Nos situamoslos cinco en conversaciòn de pie. Ellos cuatro y yo. Me preguntan sobre mi profesión. Se la digo. Ellos se identifican. Me dan sus nombres. Les digo que se me olvidarán. Para cada uno de ellos será más fácil recordar mi nombre que yo el de todos ellos.

Hablamos

Continuamos hablando. Hablamos del turismo. Les digo que odio el turismo masivo y que Cáceres que era un oasis se está convirtiendo en lo que se está convirtiendo el mundo.

Hombres que viajan sin destino a ninguna parte porque están vacíos de cultura y son marionetas de los poderes económicos de los nuevos dueños del mundo.

Se identifican

Se identifican. Los dos mayores son pastores protestantes evangélicos y los jóvenes, fieles.

Me veo como Unamuno  en la agonía de mi vida rodeado de un ecumenismo semejante al suyo. Unamuno defensor del protestante filipino José Rizal frente a su detractor el militar legionario Millán Astray. Me siento por su puesto más Unamuno que legionario. Les escucho. Me escuchan. Ya llevamos más de media hora sincerándonos.

El rechazo hacia Dios

Me hablan de que ellos no son turistas, sino que han venido a Cáceres a rezar por los habitantes de Cáceres. concretamente por los residentes en la Ciudad Monumental de Cáceres. Me preguntan por qué en España, su madre patria, se vive y se nota tanto el rechazo hacia Dios. Me hacen pensar en la historia de la religión en España. Les hablo de los jesuitas. De los males de los jesuitas en España. Me hablan de los males de los jesuitas en Argentina. Les comento el error que cometió Manuel Azaña de expulsar a los jesuitas en los primeros años de la Segunda República. Les doy mis pobres puntos de vista. Ellos solo creen en Jesús me explica y me adoctrina uno de los pastores.

Me hace recordar la historia de la imaginería cristiana en la iglesia católica y la ausencia del imágenes en los templos protestantes.

Vuelvo a Unamuno, que no pudo hacer nada para salvar al pastor protestante de Salamanca, que era amigo suyo.

Me hablan de la Biblia, libro que conocía muy bien Unamuno y que llevaba en su maleta María Josefa Canellada cuando la destinan a refundar el hospital de sangre en el Penal de Ocaña en la provincia de Toledo.

Les digo que el pueblo analfabeto español era una tierra muy bien cultivada para las ideas marxistas antireligiosas que fomentaron los revolucionarios bolcheviques cuando derrocaron a los zares. Me acuerdo de que Cajal anotó y muy bien anotado que todos los revolucionarios rusos y otros habían sido seminaristas.

Les comento todo lo que mi mente les pone a su disposición. Les hablo del nacionalcatalocismo y les comento el cambio que sufrió Europa respecto de la religión y de las costumbres en los años sesenta y setenta.

Del cambio de mentalidad respecto al sexo se produce con el fenómeno de El último tango en París y Enmanuelle.

Del mismo modo que vivimos la concepción del sexo en la sociedad de los últimos cincuenta años ha cambiado el concepto de la religión.

Y con esos cambios los cuatro visitantes –que me escuchan en el sol de mediodía que acaricia nuestros rostros en la calle Ancha junto a la Puerta de Mérida– y ya llevamos más de 45 minutos de tertulia peripatética en mi senderismo de hospital en ocaso definitivo.

El concepto de Dios

Llegamos a una intimidad tal que el pastor protestante porteño me pregunta a bocajarro qué si sentí a Dios cuando me despedí de Rosa unos minutos antes de entrar el quirófano. No supe cómo contestar a lo que me preguntaba. Le dije que claramente en aquellos momentos sentí una paz indescriptible, que no tuve miedo a la muerte y que mientras me anestesiaban tenía unas ganas locas de seguir viviendo pero consciente de que entraba en el quirófano y que no saldría de él con vida. Me dormí o me durmieron y empecé a soñar. A las pocas horas me desperté y seguí hablando de Cajal y tan pronto me llevaron a la habitación 515 leí los mensajes de mis amigos y que como si no hubiera pasado nada los contesté todos.

Me pidieron posar con ellos

En el San Pedro de Cáceres empezó mi senderismo de hospital que junto al parador de turismo de Cáceres, estaba terminando con final feliz. Me pidieron que si no me importaba hacerse ina foto conmigo. Accedí gustoso. Me la mandaron por guasap. Tengo cuatro nuevos amigos que se llaman  Gustavo, Mariano, Deyvi y Miguel

 

Les digo que ilustrarán mi último capítulo del libro libro Senderismos de hospital. Están contentos y yo también. Nuestra tertulia de senderistas termina en intercambio. Yo les dí mi cháchara y ellos agradecidos me sorprenden con lo que me puedan dar.

Los cuatro rezan por mi futuro

Gustavo me pide permiso para despedirnos rezando muy concentrados una oración deseándome que me mantenga con buena salud durante muchos años y lo mismo deseándole a mi esposa.

Escuché atento su rezo en el que intervinieron con breves frases el otro pastor porteño Mariano y los dos fieles :  Deyvi de Honduras y Miguel de Uruguay.

Chocamos las manos y nos despedimos. Cogí mi moto y al llegar a casa se lo conté a Rosa, no se lo creía, «¡te pasa cada cosa¡ Eso es realismo mágico». Pues aunque no te lo creas todo lo que te he contado me ha sucedido esta mañana por haber ido personalmente a entregar el alta de mi incapacidad temporal transitoria y haber ejercido mi último senderismo de hospital con el fin de disfrutar de mis vacaciones interrumpidas a las que tengo derecho como todo currante español.

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