In ACTUALIDAD, LUIS CHAMIZO

2022 04 09 10:56h

PAPERS / ESCRITORIO DE ANTONIO VIUDAS CAMARASA

 

del libro en redacción LUIS CHAMIZO Y SUS CIRCUNSTANCIAS

Por Antonio Viudas Camarasa

 

Luis Chamizo y el regionalismo regeneracionista

Edición de Antonio Viudas Camarasa

Documentación de Carlos Baena García

Este artículo formará parte del APÉNDICE DOCUMENTAL DE LUIS CHAMIZO Y SUS CIRCUNSTANCIAS


Se pueden usar con fines didácticos  y sin ánimo de lucro los textos y las ilustraciones de esta página siempre que se haga constar que se han tomado de esta URL:

 

APÉNDICE DOCUMENTAL. LUIS CHAMIZO Y SUS CIRCUNSTANCIAS (Antonio Viudas Camarasa)

 

Nota previa

Carlos Baena documentó este artículo hace unos meses. Me lo facilitó. Original en papel María de las Virtudes Chamizo Cordo en Nápoles.

Lo más sorprendente en febrero de 1946 es que Alberto, escultor republicano, profesor de los niños llevados a Rusia, publique en las páginas que le dedican de homenaje necrológico los amigos de la culta Badajoz de la época se encuentren dos dibujos La Nacencia  y Consejos de tío Perico de fecha desconocida del escultor vanguardista Alberto y que en el número de 24 de febrero de 1946 este escultor que está en Rusia ilustre dos artículos de ese periódico. ¿Estuvo Alberto en Badajoz en esa época, dato que no aportan sus biógrafos? ¿Tuvo correspondencia epistolar desde Rusia con algún amigo que le facilitó los originales para ilustrarlos? Debo a Mariú Jacobitti Chamizo el haberse fijado en que esos dos dibujos de Alberto están fechados en 1946 y el haberme hecho pensar cómo se pudieron publicar en el diario Hoy de Badajoz en homenaje recordatorio a su abuelo, fallecido el 24 de diciembre de 1945. Son dos interrogantes que rompen los esquemas de la incomunicación entre los exiliados y los insiliados o víctimas del exilio interior. Hay muchos puntos que se deben aclarar sobre la cultura española en los primeros veinte años de posguerra en los que se sigue creando a pesar de las trabas de la férrea censura que sufrieron sus protagonistas.

El artículo de Antonio Soriano Díaz plantea de modo magistral el modo de situar la obra de teatro de Luis Chamizo en su entorno. Enrique Díez-Canedo y otros de la vanguardieta no supieron situarla. Frente al desprecio de todo lo popular por parte de la vanguardia Luis Chamizo según declaración propia se inspiró en el teatro griego y Antonio Soriano Díaz lo enlaza con los clásicos del Siglo de Oro que trataron el asunto de la Inquisición que persiguió a las brujas. Ahonda Soriano en las auténticas brujas que pulularon entre 1921 y 1936, que son muy parecidas a las que todavía hoy tienen sus aquelarres: «La hipócrita Beatería, la alevosa Calumnia, la ruin Envidia, la huera Mediocridad y la indigesta Erudicción». Cita a Emilio Carrere que asegura que ha visto las brujas que campan a sus anchas y son el «fanatismo, ignorancia y crueldad…». Por eso todavía hoy es necesario siguiendo a Antonio Soriano Díaz seguir realizando actos de exorcización para liberar a Chamizo y a la cultura española de esos males que sigue sufriendo. El rito es de ciencia ficción, pero alguien será capaz de liberar a la Humanidad del fanatismo, la ignorancia y la crueldad que sigue sufriendo en abril de 2022.

Chamizo, el último gran inquisidor

ESPAÑA LE DEBE UN HOMENAJE DE DESAGRAVIO

(Prosa deshilvanada, incomprensible y vacía)

Por

Antonio Soriano Díaz

 

Con ilustración de Alberto 46

 

Fuente:  HOY 1946 0224, p.5. Foto captura de pantalla ©aviudas2022

 Empresa de arranque parejo al de los inmortales conquistadores fue aquélla. Se propuso liberar a sus congéneres de los últimos arraigos de la superchería, el fanatismo y la superstición. Hubo quien solamente vió en «Las Brujas» una tétrica conseja hábilmente llevada a la escena. Y aquello fue mucho más; aquello tenía medula de universalidad e iba dirigido, como dados certeros, contra el tenebroso reino del Mal. Y sus pasajes trascendían un simbolismo que no se explica cómo no fue captado enteramente en todas las latitudes.

Chamizo penetró denodadamente, blandiendo el arma contundente de su verso viril por el laberinto de los siniestros cubiles de los trasgos, endriagos y hechiceros, y con la magia ardorosa de su estro genial batió los últimos reductos del fanatismo, la ignorancia y el analfabetismo. Despavoridas escaparon de sus antros las brujas malditas, y en infernal aquelarre a la intemperie blasfemaron y se conjuraron para la venganza. La hipócrita Beatería, la alevosa Calumnia, la ruin envidia, la huera Mediocridad y la indigesta Erudicción, todos los «fantasmas» que pupulan por el mundo disfrazados de «primeros e imprescindibles generosos» otorgadores de reputaciones en cuantía calculadas para que su fantasmagoría de figurones no sufra eclipse, llevaron la voz cantante… Era el horrísono clamor de las brujas «alarmadas», porque «aquello» iba en serio…
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Fueron años amargos de Lucha titánica, desesperada. Triunfaron plena, absolutamente, «Las Brujas», el magistral poema, y las otras, las del aquelarre habían seguido cautelosamente los pasos del poeta y no cejaban en sus acometidas. Recuerdo vagamente y no quiero refrescar la memoria leyéndolo de nuevo, por ahorrarme un mal rato —ciertos reparos mezquinos de los «doctos» y «superdotados», encarnación de las brujas, sobre todo de la lívida Envidia, la empachosa Erudicción y la petulante Mediocridad; el lenguaje regional, la escabrosidad del tema, etcétera, etc. De lo que nadie se atrevió a hablar fue de la Inquisición. Y, sin embargo, Chamizo fue el último gran inquisidor, el genio fervoroso y gallardo que tuvo arrestos en pleno siglo XX, para con Carrere, el gran poeta:
«Porque es verdad que hay brujas,
las he visto yo mismo.
hechizando a la pobre y absurda Humanidad;
se llaman fanatismo, ignorancia y crueldad…»
Antes que él, cerraron contra las trapacerías brujeriles Cervantes, en su «Quijote»; doña María de Zayas, en «La Inocencia, castigada»; Alarcón, en «La cueva de Salamanca» y «La prueba de las promesas»; Calderón, en «El astrólogo fingido» y «La dama de los duendes»; Aguilar, en «La segunda Celestina» ; Céspedes, en «El soldado de Píndaro»; Cueva, en «El Infamador», y Timoneda, en «La cornelia». Y él, Chamizo, pudo, con «Las Brujas», codearse con todos ellos y ufanarse del bien que recibía la Humanidad, sobre todo los campesinos, para muchos de los cuales aún eran materia de fe las andanzas de sécubos e íncubos.
De pronto… ¡las brujas se habían vengado! Llevaba ya varios días muerto su cuerpo y nadie conocía la desaparición del poeta… Por fin, una gacetilla, perdida entre la baraúnda de noticias, vió la luz en algunos periódicos madrileños. Aquí nos enteramos a los cuatro días, El percance del perro Paco −¡oh, la España torera de las mantillas, los las majas, Sagasta y Prim cuando era masón y cuando no lo era− tuvo mejor acogida. Y el torero que, adrede o sin querer, le dió el estoconazo, se hizo más célebre.
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Entre nosotros se habla de un homenaje… ¿Para andar por casa? Que me perdonen los bien intencionados; eso sería no querer decidirse a arrebatar a nuestro poeta de las garras de las brujas… Un homenaje, sí, pero con categoría nacional; y de desagravio. si dijéramos, un acto de exorcización…
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