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Carlos Tristancho
en
MANUEL PACHECO
EN BARCARROTA
7/8 N 2020
Carlos Tristancho
Pacheco en la ciudad de los humanistas
SÁBADO 7 N 2020
JORNADA DE MAÑANA
12: 40h SESIÓN TÉCNICA
MESA REDONDA–DEBATE –2. Manuel Pacheco, narrativa
- Lugar: Parador Palacete de Santiago. Calle Badajoz, 31, 06160 BARCARROTA, Badajoz). 38°30’54.6″N 6°51’01.6″W
5. Pacheco en la ciudad de los humanistas. Carlos Tristancho. Discípulo de Manuel Pacheco, escritor, actor y empresario
Carlos D. Tristancho. Curriculum vitae
Nació el 3 de mayo de 1955 en Badajoz. Desarrolla su formación académica en su ciudad, e incluso inicia la carrera de medicina, que abandona por el teatro.
Después de matricularse en la Resad de madrid, forma parte en unos casos y colabora en otros, con grupos de teatro independiente como, Los cómicos de la legua, Caterva, Espectáculos Ibéricos o Dagoll Dagom. Trabaja como actor en el cine y en la TV con directores como Berlanga, Almodóvar, Chavarrí, Aranda, Camus, Stephen Frears… en películas, como “ La vaquilla”, “ Las bicicletas son para el verano”, “ el lute “, “ Pepi, Lucy ,Bon y otras chicas del monton “, etc.
Con la productora Espectáculos Ibéricos : Produce espectáculos, como “ Mirando al Mar”, Raquel”, “ La memoria del cobre”, etc y dirige el festival de teatro clásico de merida , entre 1993 y 1999 ambos incluidos.
Con la productora “ General de Imagen “, produce el programa de música en directo de TV, “ El septimo de Caballería “ y algunas ediciones de “ los premios de la música” y con esta productora, además de producir, guioniza y dirige grandes eventos como el espectáculo de las reinas del carnaval en Canarias o el de presentacion de Telefonica Media a las Majors americanas en el Mitcom de Cannes.
Participa como colaborador con Carlos Herrera, en una sección de su invención titulada “ El hospital de las palabras, en el programa “Herrera en la onda”. Igualmente colabora, con Toni Marin, en la cadena ser , de radio Barcelona , en secciones de su invención como”Salbajito con b” o el “jardín de los pensamientos” o del propio programa como “ el insultometro”.
Es socio-promotor e impulsor de proyectos hosteleros, como Rocamador, La Comarcal, El Refugio del Alto Rey, El Salón Bizcocho o promotor y gestor de las hospederías de Monfrague o la Parra.
Socio Activo de Empresas de Marketing y diseño , como “Humana “o de carpintería creativa como “ Las edades del árbol”.
Llevado de su amor obsesivo por la dehesa a finales de los noventa diseña y construye con otros socios la empresa “ Pais De Quercus “ en en el afán de poner en valor todo aquello que produce la dehesa en régimen extensivo, alcanzando su objetivo de convertirse en proveedores de algunos de los más importantes Cheffs del mundo.
Durante años fue consejero del congreso de Gastronomia de San Sebastián, ha sido ponente en congresos como Gastronomika, Diálogos de cocina, Barcelona Vanguardia, Andalucía dos Mares… y ha dado máster-class en el Basque-Culinary center, el Cordón Bleu, … y en países como Alemania, Italia, Inglaterra….
En la actualidad vive en una finca de País de Quercus y sus socios, en Extremadura y dirige el Show-Room, de la marca, recibiendo cocineros de todo el mundo a los que hace una introducción a la cultura de la dehesa y el Ibérico además de enseñarles el despiece y los distintos cortes de la carne. Colabora en distintos proyectos artísticos, escribe y dirige videoclips musicales.
TEXTO ONLINE en Papers / Escritorio
Pacheco en la ciudad de los humanistas
Carlos Tristancho
Como miembro del comité científico del centenario de Manolo Pacheco, estas jornadas en las que me toca intervenir no son las primeras y para todas y cada una de ellas he tenido que recurrir a la memoria haciendo diferentes viajes en el tiempo, a ellos me voy a referir y relatar en mi intervención.
PRIMER VIAJE
El paisaje humano de nuestras vidas, se va diluyendo a lo largo de las mismas y como consecuencia de ello, hoy falta aquí, esa parte esencial que representaba Manolo Pacheco, pero falta nada más… y nada menos que su persona, pero no su poesía… ni su memoria. En torno a la cual nos volvemos a reunir para rendirle homenaje.
Fueron algunas las tardes, en las que acompañado de Josechu y Pedro, tuve el privilegio de aprender de su arte, conocimiento y humildad.
Badajoz en aquellos años de menos información y más cultura, era la ciudad de los humanistas. Las tertulias se repartían por la geografía de la ciudad, en abundancia… las de la Marina, las del Casino, el águila, Colon… pero de entre todas ellas, prevalece con nitidez, en ese rincón de la memoria donde habitan los recuerdos selectos, la que tenía lugar los sábados en una casa de la calle López Prudencio. Por cierto en honor a quien le da nombre y a otros ilustres moradores de la misma, bien podríamos rebautizarla, como calle de la nostalgia. Allí, a mediados de los setenta abrieron José y Mariano el gordo la librería Kronica donde también tertuliábamos y en un cuartucho al fondo, puso Antonio Cosme Covarsí su primera tienda de LP´S y Singles, que ya por aquel entonces nombró Ítaca, pero no abriré este paréntesis porque no sabría cómo cerrarlo. Flanqueada por aceras muy estrechas discurre entre dos plazas, San Juan y San Andrés, aunque ninguna de ellas se llame así oficialmente, sino de España y Cervantes, al punto que esta ultima la apodan la plaza de las tres mentiras. Alrededor de ella transcurría mi infancia al tiempo que se iniciaban las referidas tertulias, en casa de la hija de don Enrique Segura Otaño (decano de los escritores extremeños) y de la hermana de don Adelardo Covarsí, el pintor que arropaba con su mirada al sol, cada atardecer, antes de que se quedara dormido en la piel del rio. Todos los sábados acudíamos a aquella cita, paisanos de distintas generaciones y oficios, dispuestos a compartir todo tipo de inquietudes artísticas y culturales. La convocatoria evocaba el mito de Pandora. El saloncito donde nos reuníamos era la caja que contenía los regalos de Júpiter para los hombres y dentro de ella, nuestra anfitriona, la Esperanza. Allí conocí y disfruté de la poesía y humanidad de Manolo Pacheco. Siempre lo recordaré, asociado a un azul saudade y al blanco cumulus nimbus que además de cubrirla, no dejaban de provocar tormentas en su cabeza y como no al color de la sonrisa amable de su inseparable Manola.
Viene a colación un relato que escribí hace tiempo titulado “Anatomía del dolor y el amor“, en el que narro un capitulo familiar acaecido durante la guerra civil. Cuando se llevaron detenido a Ramon, el padre de la tía Virtudes para fusilarlo, siendo como era republicano, intercedieron por el hasta las más significadas e influyentes personas de derechas, pero ante el argumento de que era un hombre bueno, sus verdugos respondieron: qué sí que tenían razón, pero que su pluma hería más que una espada… y lo mataron
… y es que los escritores a veces ofenden, la belleza hiere y algún poema… mata… pero no mata al hombre, mata su ignorancia, su codicia, su cobardía, su arrogancia y eso era Manolo, un francotirador que disparaba con luz y su arma la poesía. Me vais a permitir para terminar este primer viaje en el tiempo, que narre una anécdota de Manolo, que él me conto y seguramente conoceréis porque a él le gustaba compartirla y a continuación leeré un pequeño poema suyo, que relata este asunto y define a la perfección al poeta.
Durante la guerra, en su estancia en el país vasco, Manolo se desplazaba acompañado de un cajón muy pesado. Los compañeros soldados, al conocer su procedencia extremeña, suponían el arcón repleto de manjares de la tierra, embutidos, tocino, quesos…, debido a lo cual se prestaban a echarle una mano esperando qué en respuesta a su gesto, algún día sería generoso con ellos. Cuando en uno de los desplazamientos la caja se abrió por accidente y descubrieron que solo contenía libros, se enfadaron con él. Igualmente se enojó el sargento al comprobar qué en lugar de balas, llevaba velas en las cartucheras. Manolo narro esta situación con una sencillez y una belleza poética, exquisita:
¡¡¡ Soldado !!! ( Dijo el Sargento ), tus cartucheras no pesan.
No llevo balas de muerte, llevo velas.
El crepúsculo de Oyartzun, encendía estrellas.
SEGUNDO VIAJE
Mi segundo viaje y reencuentro con Pacheco, comienza en el museo Luis de Morales, en uno de los collages de Pedro, que había entrando a la derecha y en el que Manolo me nombra uno de los vértices del triángulo de luz. Me gustaría, recoger ahí a Pachequino, como cariñosamente se refiere siempre a él, Pedro otro de los vértices y junto al tercero de esa geometría poética Josechu bajar los cuatro paseando en animada tertulia por la calle San Pedro Alcáantara hasta la plaza de la Soledad y desde allí por la calle san Agustín hasta topar con uno de los últimos paños del baluarte, que anda tratando de tapar la desnudez del Guadiana y después de unos pasos a la izquierda, mostrarle el grupo escultórico en el que la ciudad rinde homenaje a sus poetas y entonces vera su esfinge reflejada en el espejo del Guadiana y se reconocerá flanqueado por otros dos poetas aunque solo el fija su mirada eterna en su amado rio con nombre de mujer. Entonces él nos dirá que las corrientes de agua, son las arterias que riegan el cuerpo de la tierra y que el latido de Gea, se debilita porque no le llega sangre, sino mierda y que los hombres somos el virus que la mata y el camalote el colesterol que tapona sus arterias y nos recordará, que el Guadiana cuando lavaba cuerpos y almas en sus playas, allá por los sesenta y los setenta y lo surcaban las guadianeras, era más sagrado que el Ganges. Y luego nos acercaremos, ya atardeciendo al puente viejo, a ver la puesta de sol entre poetas, la misma que todas las tardes venía a buscar Adelardo Covarsí… y ahí, al ocaso… Pedro, Josechu y yo, los tres, llegaremos a entender, que el Guadiana al atardecer, le regaló a Covarsí el color del color para que alumbrara su pintura y a Manolo Pacheco para que iluminara sus poemas.
Como colofón de este segundo viaje, recurro a su poesia, esa que se escribe con la tinta de las venas y que brota del corazón.
CANTO AL GUADIANA
1 2
Cuando las amapolas Tu piel de paño líquido,
Se comen los tejados de sábana de fuente liberada,
Salgo de mi casa. De hamaca azul con gotas de rocío
Tu piel es como un libro para dormir el sueño de las aguas.
Cuando se lee en la cama.
3 4
Tu piel de barca y alga consumida Tu boca como un beso,
por uñas de lágrimas de laca, tu boca de nenúfar venenoso
tu piel de sexo nieve diluido abierto al navegante
en meses de cortinas enfangadas. que muerde tu garganta.
Tu boca como beso de ortigas
que pone cinturones de agua verde
Al hombre que confía en tus palabras.
5 6
Tus pechos adheridos Tus caderas de limo
al liquen de frías madrugadas, lentamente resbalan
poniendo los pezones de surtidor herido, y flotan mojando nuestros muslos
pudriendo la boca de agua amarga. de azucena manchada.
7 8
Tu vientre de oro verde, Porque te quiero entera
congestionado y malva, te digo estas palabras.
con pinzas de cangrejos Amante de mis tardes encendidas
para morder el alma. cuando el lirio del sol es una llama.
Tus cabellos de fibra de mercurio, Amante de mi boca.
tu palabra de nana. Amante de mis huesos
y piel saturada de lagrimones turbios.
Amante de mis muslos
que aprietan tus caderas.
Amante de mi boca
que sumerge los dientes
en tu fresca garganta
para comer blancor de nieve luna
y apaciguar mi frente con manos de hada.
9
Porque te quiero entera
te digo estas palabras.
TERCER VIAJE
En mi tercer viaje fuí a Mérida… otra vez Mérida, siempre que acudo a esta ciudad es para atender una llamada cultural, en este caso fue para acompañar a Pedro de las Heras, en la presentación de su exposición de collages “Poema para mirar a Emérita Augusta “, en la que destaca la omnipresencia de Manolo Pacheco. Antes, durante siete años codirigí el festival de teatro clásico grecolatino, al que tanta afición profesaba Manolo, debido a ello, en esa ocasión y vuelvo a reiterar mi propuesta ahora, sugerí a los asistentes la lectura de algunos de los poemas que dedicó Manolo a la capital romana: “Saltar a la comba” en el que glosa a la juventud emeritense, o Tyestes poema escrito después de asistir a la representación de la obra en el teatro romano el 17 de junio de 1956. Hubo un tramo de este viaje, que lo hice de la mano y la poesía de Manolo y para que podáis sentir lo que yo sentí me vais a permitir que lea, uno de sus poemas que evoca el eco de las voces de los actores chocando contra las piedras del teatro.
En nota a pie de página 379, del III tomo de poesía completa.(Antonio Viudas Camarasa),podemos leer.
El poeta en una carta dirigida a Mahfud Massis el 9 de junio de 1954, lo hace partícipe de las distintas emociones que siente durante la representación del Edipo de Sófocles, relatándole como antes de empezar la función, unos cuervos que viven en las ruinas, volaron sobre las columnas presintiendo con sus negros vuelos el drama: en las escenas de amor las palomas que también viven en las ruinas arrullaban y cuando Edipo andaba por los caminos buscando al pastor Forbas para descubrir al asesino Layo unos perros ladraron en la lejanía. Era todo tan real que se tenía uno que mirar a los vestidos para no creerse romano o griego. Esta es la transcripción del relato a su amigo y así es como lo hizo poesía.
EDIPO EN MÉRIDA
I
La luz de las palomas,
la sombra de los grajos,
el libro de las piedras
rugiendo como un mar alborotado
y la noche en la cuna de los siglos
resbalando sus bosques de estrellas
sobre el alma dormida del Teatro Romano.
Sobre Emérita Augusta
ha caído la estatua del espanto.
¡Qué aristas de arenales en los ojos!
¡Qué castillos de espinas en las manos!
¡Qué aceite de ascua sobre la mirada
poniendo un alacrán sobre los labios!
¡Qué pupilas raspadas por la lija
del cinturón que tuvo entre su tacto
apresada la luz de una gacela!
Edipo estaba allí, ¡era un milagro!
II
Edipo estaba allí entre las piedras
sonaba por la arena su cansancio,
rey de Tebas herido por la furia
que el destino fatal le hubo mandado.
Hombre de piedra herido como aquellas columnas,
pero carne y luz de sangre y barro,
gigante contra el cielo que lo hundia
pisando sus sandalias el polvo
que sobre el yunque del granito
fueron dejando los años.
III
La piedra es un caballo.
Os digo que la piedra es un caballo
clavado en las llanuras de la noche
y azotado por látigos de estaño.
El público se sentía hipnotizado
por la cruda serpiente del dialogo
y el pueblo castigado por los dioses
estaba en cada piedra, cada ángulo,
como un relieve de figuras vivas,
como un coro de llagas preguntando.
Y la tragedia levantó su cola
de alquitrán incendiado,
aquel pastor de estopa descubrió al asesino
y Yocasta gozada por su hijo
llenó la noche con su grito largo.
Se me estremeció la piedra
cuando Edipo bajaba los peldaños.
CUARTO VIAJE:
CAMILO JOSE CELA-MANOLO PACHECO-BARCARROTA-CARLOS D.TRISTANCHO
Este cuarto viaje en el espacio y el tiempo, está lleno de coincidencias casualidades y causalidades.
A principio de los setenta, conozco como he mencionado en los viajes anteriores a Manolo Pacheco en la tertulia de Esperanza Segura.
Más tarde en el verano del 1975 formaba yo parte de un grupo de teatro, “LOS COMICOS DE LA LEGUA”, que andaba recorriendo los pueblos de la sierra pobre, con un repertorio de teatro medieval y del siglo de oro. Un día apareció en nuestro campamento a las afueras de Atienza, una furgoneta Volkswagen T2 Westfalia, el vehículo hippy por antonomasia y de el comenzaron a bajarse gente asombrada por el cuadro que componíamos aquel grupo de titiriteros al atardecer. Allí dentro, viajaban de regreso a Madrid, siguiendo la huella de los templarios, entre otros Rafa Treno, el escultor de la esfera armilar que preside el parque Tierno Galván de Madrid, Eduardo Úrculo el pintor y Annie su mujer en avanzado estado de gestación. Entre nosotros particularmente entre Eduardo y yo se produjo una fuerte conexión que acabaría derivando en una profunda amistad, consecuencia de la cual acabaría quince años después siendo el padrino de la mayor de mis hijas. Debido a esa incipiente amistad ese mismo verano, lo visito en su casa de Emilio Rubín en Madrid y allí me encuentro y conozco a Camilo José Cela y a Carlos Moya, enfrascados en un proyecto referido a Madrid en el que Camilo, aprovechando una supuesta etimología del apellido de Eduardo la titula “Urs Culus”, la ciudad de los culos, donde plantean que las esquinas son unos espacios violentos donde se pasa automáticamente de una calle a otra, por eso ellos proponen intervenirlas y darles formas más amables de culos y pechos de mujer, que permitan a los viandantes reposar y enredarse en amenas tertulias. Por cierto un proyecto muy en la línea, de los inventos de Laurentino Agapito Agaputa.
En otra nota a pie de pagina 140 del III tomo de poesía completa.(Antonio Viudas Camarasa),podemos leer…
Cela era un escritor admirado en la tertulia de Esperanza Segura y dio alguna conferencia en Badajoz. A través de Antonio Fernández Molina, secretario de Cela, Manuel Pacheco mantuvo una notable relación literaria con el director de “Papeles de Son Armadans”, que escribió el prólogo de la antología “Nunca se ha vivido como se muere ahora”, publicada en 1977.
Pasa el tiempo y en el verano de 1988, compramos la ruina del convento Rocamador a escasos cuatro quilómetros de Barcarrota con la idea inicial que nunca deberíamos haber abandonado, de crear allí un espacio permanente de creación artística y pensamiento. Al interesarme por los antecedentes históricos de Rocamador, caen en mis manos diferentes documentos y libros, pero voy a referirme a uno en particular. Un libro de viajes escrito por Camilo José Cela en 1963, titulado “Geografía Errabunda” y en el que además de incorporar una fotografía del convento de por aquel entonces, relata aquella visita en tercera persona, creo recordar en estos términos, o algo parecido… el viajero y un paisano se desplazan en el seat seiscientos al convento de Rocamador, por un camino que discurre a través de un despoblado de encinas y peñascos y cuando al fin alcanzan su destino, el viajero asombrado por su belleza, de haber tenido pudientes, lo hubiera adquirido para instituir allí su pequeño reino taifa.
En el año 2001 Camilo José Cela vuelve a Barcarrota con motivo de asuntos relacionados con la edición del Lazarillo encontrada por un albañil escondida con otros nueve libros prohibidos y un manuscrito del siglo XVI, en un tapial durante la reforma de una casa en el verano de 1992. Don Camilo se aloja en Rocamador y Carlos Tristancho y el rememoran en animada tertulia aquellas veladas culturales en las que coincidieron a mediados de los setenta en casa de Úrculo. Pero como que a la vuelta a Madrid de su vista a Barcarrota Camilo publica una crónica de ese viaje en el ABC, que mejores palabras que las suyas para narrar este episodio.
“ Viaje a Barcarrota” Por Camilo José Cela. Articulo publicado en ABC 3/ 06 / 2001
El día de san Pudente y de su hija Santa Pudenciana de este año 2001 el viajero volvió a Barcarrota, el pueblo de Hernando de Soto cuyo cadáver se llevaron las aguas del Mississippi, esto lo sabe todo el mundo, con su plaza de toros en un castillo, su casino solemne y señorial, sus ánimas benditas, sus jotas de picardía y desgarro -<< arremángate, Genara >>, etc-, sus leyendas, sus momias y la portada de la iglesia parroquial de Santa María del Soterraño, un prodigio de desequilibrio que parece dibujada y levantada por un Gaudí borracho, con cada elemento por su lado y el caos gobernando la inercia de cada piedra y cada suspiro. El abigarrado y también airoso caserío de Barcarrota se alza entre las sierras de las Puercas y Santa María, con Almendral al norte y Jerez de los Caballeros al sur, y está poblado de amigos abiertos a la caridad que le dan a uno de comer y de beber con generosidad y sabiduría. El día que se dice llueve sobre Barcarrota con una violencia desconsiderada, llueven chuzos de punta y enloquecidos cántaros de agua, parece como si se hubieran abierto de golpe todos los aliviaderos de los pantanos del paraíso, y ni el viajero ni sus amigos –el alcalde don Santiago, el cronista don Antonio Eliseo, el consejero de cultura don Francisco, el conferenciante don José y tantos y tantos otros más- se atreven a salir a la calle a inaugurar el bello panel de cerámica a la cuerda en el que se leen unas viejas palabras escritas hace exactamente medio siglo. El viajero piensa que deberá volver a Barcarrota, si Dios le brinda fuerzas y ocasión, para repasar lo entonces dicho con el corazón en la mano; el viajero siente que se le reconforta el espíritu cuando recuerda que los tiempos pasan como potros pero tras uno vienen otros.
En Barcarrota apareció no ha mucho un ejemplar del Lazarillo en edición desconocida emparedado quizás huyendo de la Inquisición, y las autoridades extremeñas tomaron el saludable acuerdo de sacarlo a la luz.
El viajero y su cohorte de benevolentes amigos almuerzan en Rocamador, en el que fue monasterio de los alcantarinos, los franciscanos descalzos, y hoy es un refugio de paz y buen gusto regido con exquisito tacto y buen criterio por Carlos Tristancho y su mujer Lucía Dominguín Bosé; al viajero le gustó todo lo que le dieron, pero recuerda con especial deleite el equilibrado fua de la casa, el lomo de retinto y las torrijas; de beber le dieron al viajero un saludable y sensato vino de Rueda que trajo don Crescencio, el alcalde de Medina del Campo, la ciudad que también edito el Lazarillo. Acompañando a tanto primor del paladar y detrás del muro que las separa del mundanal ruido duermen su sueño eterno veintitantas momias, algunas de mujer. A Santa Isabel López no se le nombra en el martirologio romano pero sí en el santoral popular barcarroteño: Santa Isabel Lopez fue mujer muy devota y cumplidora que, cuando enviudó, se puso al servicio de los frailes y murió muy vieja y dicen que en olor de santidad, que es una mezcla de incienso, dama de noche y chotuno. En Barcarrota nadie duda que su alma está en el cielo sentada a la diestra de Dios Padre y que su cuerpo duerme convertido en momia en el monasterio de Rocamador.
El viajero, hace ya cincuenta años, cuando era joven y pasó por primera vez por aquí, quiso comprar el convento, vacio desde la desamortización de Mendizábal, para apartarse de las pompas y vanidades de este bajo mundo y dedicarse a escribir (no a publicar) y a pasmarse cada mañana ante los árboles y las yerbas y los arroyos. Las ilusiones del viajero se quedaron en nada porque la pobreza no acierta a vender los sueños ni a comprar las realidades.
El día del mártir San Filótero, también de Santa Pudenciana de su padre San Pudente, cuando ya de noche el viajero se fue de Rocamador y se despidió de sus amigos barcarroteños, notó que un aura de paz y gratitud le invadía el corazón y le volaba con muy suave aletear por los más recónditos recovecos del alma, quizás bañada en la fuente que jamás se seca que mana debajo del altar mayor de Nuestra Señora del Soterraño, donde florece la zarza que lleva muchos años verde y lozana. Al viajero le llena de orgullo que los barcarroteños le hayan abierto con tan elegante sencillez las puertas de su casa. Decía Miguel de Cervantes que en la llaneza suelen esconderse los regocijos mas aventurados.
Como epílogo de este cuarto y último viaje que mejor que la lectura de un poema de don Manuel Pacheco dedicado a don Camilo Jose Cela.
POEMA EN FORMA DE MUERTE DE HOMBRE Y DE PEZ
A Camilo José Cela, publicado en 1977
Clavada en el fondo de una fuente
miro la sombra de un pez.
Su escama tendida
palpita como un corazón
y su boca se abre
como farol colgado de la niebla.
La luz del otoño resbala
hoja de cera de lluvia.
Noviembre se acerca con pasos de cirios
y sigo mirando la boca del pez.
Pienso en la muerte del hombre
pegado al sudor de las sabanas,
abriendo su boca,
gritando sus manos,
latiendo su cuerpo de azul marioneta.
La muerte es un aire
de agujas de arena,
penetra las huellas,
lame los zapatos,
sube por los pies,
golpea la nuca
y afila los rostros.
La luz del otoño
Resbala nubes de agua de ceniza.
Sigo mirando la boca del hombre,
la cara del hombre,
el gesto partido del hombre
aplastado en forma de escama de pez.
Y para concluir, he elegido un pequeño romance, que el recita por ultima vez en público, el 22 de noviembre de 1997, titulado Poesia y uno mío dedicado a él, que surge con la vocación de ser el eco del suyo, de hecho lo titulé Eco de un poema
POESIA
La poesía se mantiene
desnuda como una piedra
y su polvo azul de luna
no sirve para la venta.
El poeta verdadero
Es más fuerte que la fuerza,
porque el poder de nombrar
no puede estar entre rejas.
Nadie puede atar al sol,
ni al viento ni a las estrellas.
La poesía es lo que escapa
de la muerte que te dejan.
EL ECO DE UN POEMA
A Manolo Pacheco.
Sembrando palabras
en hojas yermas
o en el margen blanco
de una receta
ahí, se reconoce al poeta.
Tantas maneras de escribir,
la más genuina, una
esa que a la luz del día
puede desnudar la luna.
Los poetas no saben mentir.
Manuel Pacheco en Barcarrota 7/8 N 2020
(Homenaje a Extremadura 2a. edición)
Primera versión online, borrador del texto definitivo, que se publicará también en papel con el título provisional del libro: