In PACHECO 2020

20201230 Escritorio /Papers

Releyendo a Pacheco en el perfume de Badajoz, enamorado de sor Justa y poeta del cine recreado

Por Antonio Viudas Camarasa

20200103. Viernes. Alvor

Desde el fallecimiento de Manuel Pacheco no he vuelto a leer al autor. Desde el 2 de septiembre de 2019, impulsado por el recuerdo de Manuel Pacheco en las voces de Carlos Tristancho y Pedro de las Heras estoy releyendo a Pacheco y observo que se han realizado tres ediciones póstumas: Olor de Badajoz (2002), La muerte y la doncella y una reimpresión de El cine y otros poemas Madrid (Fundación Rebros, Notorius Ediciones, 2016, 84 págs).

En las tres ediciones me fijaré si se ha tenido en cuenta la valiosa información de primera mano comunicada por el autor al editor científico que  se contiene en Obra en prosa (1995) y en Poesía completa (1999). No son muchos los autores que se han ocupado durante los años posteriores a la muerte de Manuel Pacheco  a analizar y estudiar la obra todavía muy desconocida del escritor. El inventario no va ocupar muchas fichas.

Curiosamente el pueblo de Barcarrota además de su famosa Biblioteca emparedada descubierta y puesta en valor por  mi amigo Fernando  Serrano Mangas ha tenido a dos admiradores de Pacheco: Arturo Sancho de la Merced y Francisco Joaquín Pérez González. Lo que se une a la faceta que hemos descubierto hace muy poco Pedro de las Heras y Antonio Viudas Camarasa, que la madre de Manuel Pacheco Conejo era natural de Barcarrota.

Mis anotaciones para leer la antología Olor de Badajoz, edición póstuma de Manuel Pacheco, Badajoz, 2002.

2002. Manuel Pacheco. El olor de Badajoz. Febrero de 2002

2002. El olor de Badajoz. Febrero de 2002. Editado por el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz al cuidado de Manuel Pecellín Lancharro. Impreso en Indugrafic. 44 págs.

Prólogo del editor (págs,.7-8). Se publican poemas no todos inéditos y no todos relacionados con Badajoz.

Me gustaría examinar las carpetas de poemas que guarda Arturo Sancho de la Merced de donde proceden los poemas que se publican en esta antología. Se debe comprobar qué poemas son inéditos y cuáles ofrecen variantes ante la edición definitiva preferida por Manuel Pacheco en la confección de su Poesía Completa (1999), puesto que en la edición no constan estos extremos.

Arturo Sancho de la Merced (Badajoz, 1944), sobrino biznieto de Francisco Javier Sancho y González (Barcarrota 1841-Badajoz 1912),  el 21 de octubre de 2016 dio una conferencia en el salón de plenos de la Diputación Provincial titulada «La obra de Francisco Javier Sancho y González, maestrescuela de la S. I. Catedral de Badajoz. Su relación con los intelectuales pacenses de su época».

De este autor de cuya existencia supe gracias a Eugenio Cortés Gómez cuando compartía mesa en mi despacho de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres con motivo de sus numerosos viajes para documentar el léxico de su tesis doctoral que le dirigía don Tomás Buesa Oliver. Eugenio me comentaba que uno de los escasos autores donde podía documentar léxico popular era en su obra De cosas extremeñas y algo más, la última edición al cuidado de Francisco Joaquín Pérez González.

Casualidades de la vida Francisco Joaquín Pérez González es gran conocedor de la obra de Pacheco y tuvo acceso a un diario íntimo de Manuel Pacheco del que nunca me habló durante la edición de sus obras. En esta nota se explica el origen de la edición en 2006 de la obra que los editores titularon con el título La muerte y la doncella el original Fragmentos de mi vida. Diario sobre mi estancia en el Hospital  [Martes, 25 de agosto de 1942 –Día 3 de noviembre de 1942]. Después del título Pacheco añade esta aclaración:  (Es una sombra invisible que se apodera de nosotros. No la vemos. No podemos luchar contra ella. No sabemos cuándo viene y cuándo se irá. Es la enfermedad, embajadora de la Muerte).

«Ahora se ha publicado gracias al empeño de sus amigos Luis Alfonso Limpo, bibliotecario de Olivenza y Francisco Joaquín Pérez González, director de la biblioteca de Barcarrota. El manuscrito fue detectado durante la preparación de los actos de cincuentenario de la biblioteca barcarroteña». M. BARRADO TIMÓN BADAJOZ. HOY.

«Un diario inédito de Manuel Pacheco narra su relación juvenil con la enfermedad y la muerte».

La presentación es obra de Luis Alfonso Limpo Píriz y la edición no venal está a cargo de Francisco Joaquín Pérez González y Miguel Antonio Pérez Pinilla. Los editores eligieron el título La muerte y la doncella [Diario de mi estancia en el hospital provincial de Badajoz del 25 de agosto de 1942 al 3 de noviembre del mismo año].

Glosando esta cita de Merche Barrado se sobreentiende que el original de ese diario inédito se conserva en la Biblioteca de Olivenza, donde está depositada la compra de los manuscritos de Pacheco realizada por un organismo público de Badajoz.

En este cajón de sastre daré cuenta de esa obra una vez que la lea por primera vez tras poseer el ejemplar que tan gentilmente me remitieron sus promotores y que me la redescubre Pedro de las Heras y me invita a learla con ojos abiertos y llave en mano catorce años después. Como primera impresión estimo que el verdadero título de estos fragmentos de la vida de Manuel Pacheco se expresan muy claramente de Fragmentos de mi vida. Diario sobre mi estancia en el hospital.

Creo que es  un diario novelado en forma de narración en primera persona intercalando diálogos monologados dirigidos a varios personajes con los que habla Pacheco de sus asuntos preferidos.

Tras la primera lectura de esta obra observo a un Pacheco existencialista que conoce muy bien la literatura contemporánea de la década de los años treinta y sobre todo la literatura autobiográfica. Desde el primer poema que le dedicó a sor Justa fue anotando en su diario su estancia en el hospital y a partir de la literatura de la realidad creó una obra de realismo mágico pensando sobre las realidades del hombre enfermo.

El enamoramiento de Sor Justa le sirvió de hilo conductor para crear un clímax de amor imposible y meditar sobre diversos asuntos que le preocupaban como joven hospitalizado que se cura de una úlcera de estómago.

Un Pacheco nuevo que descubriremos en esta obra. Aclaro que Pacheco por carta me descubrió el nombre de sor Justa, que no aparece citado expresamente en este relato. El contenido de la obra era muy difícil que lo autorizara en vida el autor, puesto que toca asuntos que podían molestar la sensibilidad de muchos lectores que no piensan sobre los asuntos tratados como él los describió y los trató. Es aclaratoria la declaración que realiza uno de los editores de la obra:

«Es algo tan íntimo, agregó el director de la Biblioteca de Olivenza que evidencia que no fue escrito para publicarlo y su texto descuidado «demuestra que si él hubiera querido sacarlo a la luz, lo hubiera pulido, que es lo que nosotros hemos hecho».  Vid. LIBRO POSTUMO. Publicado un diario de Manuel Pacheco escrito en el hospital. Diario Extremadura, EFE 12/11/2006

Al lector ahora le queda la duda qué es lo escrito por Pachedo y lo ha corregido por el pulidor. Solamente se sabrá cuando se pueda cotejar el texto auténtico del autor.

Ahora entiendo que entre sus numerosas carpetas nunca me diera a leer este original. Leído en el centenario de su nacimiento tiene mucho sentido estudiar los efectos de la autocensura en la obra creativa de un autor.

Es un descubrimiento el uso de los monólogos en Pacheco en edad tan temprana, pero no es de extrañar porque el monólogo ya empieza a ser habitual en obras de la década de los cuarenta. Me acuerdo de los monólogos que inserta María Josefa Canellada en su Penal de Ocaña. El monólogo inserto en los diarios en un tema apasionante. El influjo de James Joyce a través de primeras o segundas lecturas de Retrato de un artista adolescente parece evidente. En el diario Pacheco se muestra como un gran lector y rebuscador de libros en las librerías de viejo de Badajoz. Esos fragmentos de su vida no necesariamente se escribieron en forma definitiva en las fechas de ese diario. Puede ser una elaboración posterior que algún día algún estudioso de la obra podrá llegar a descubrir.

Documentación:

«El título, La muerte y la doncella, la mar de novelesco y cinemátográfico, es fruto de la invención de su prologuista, Luis Alfonso Limpo Píriz, y lleva el subtítulo de «Diario de mi estancia en el Hospital Provincial de Badajoz del 25 de agosto de 1942 al 3 de noviembre del mismo año». Y el texto, corregido por el mismo Limpo, aparece «limpio del cúmulo de imperfecciones que lo afeaban (…), eliminando redundancias, sustituyendo las preposiciones y formas verbales incorrectas por las correctas, abierto guiones en los escasos diálogos y poco más, con ser todo ello mucho» (p. 26). Su pasión por la joven religiosa trascendería y sería trasladada por su congregación a otro hospital de Palma de Mallorca, con lo que se daría fin a su pasión imposible. El libro concluye con un epílogo, en el que viene el poema «La hora esmeralda», un homenaje a su amor frustrado, escrito también durante su estancia hospitalaria y publicado en su primer libro poético, Ausencia de mis manos (Badajoz, 1949).
El libro, editado a expensas de Francisco J. Pérez González y Miguel A. Pérez Pinilla, con ayudas del Ayuntamiento de Olivenza, lleva anejo un cuadernillo con una peculiar presentación de Luis Alfonso Limpo –«Experiencia y creación en La muerte de la doncella»– sobre la trayectoria humana y poética de Pacheco, que es, a la vez, introducción biográfica y literaria, ensayo y texto con pinitos poéticos del presentador y todo. Demasiado para el cuerpo. Lo malo es que, al final de su extenso trabajo –29 páginas–, Limpo se lamenta de que este inédito de Pacheco «habría merecido una investigación más profunda de aquella etapa de su vida, contrastando y recurriendo a fuentes diversas, así como un más detallado análisis y comentario de texto», que «Manuel Pacheco se merecía algo mejor, más reposado» (p. 29). Así y todo, mencionar que la edición de este inédito ha contado con la autorización expresa de los heredereros del poeta, así como con la colaboración de su hijo, Manuel Pacheco Cañón, y la de su biógrafo y editor, el académico Antonio Viudas Camarasa.
La edición, no venal, salida de la Imprenta Jerez S. L., de Jerez de los Caballeros, consta de 500 ejemplares, y el que dispongo me lo ha proporcionado Justo Vila, director de la BGE, al que agradezco su amabilidad» Apud «
La muerte y la doncella, de Manuel Pacheco». Por El Avisador – 15 de Noviembre, 2006, 2:01.

Leída esta documentación del Avisador de Badajoz tengo que decir que no conocía el texto que se iba a editar y por tanto simplemente me pareció oportuno el no oponerme a su publicación como biógrafo y editor de su obra. A día de hoy desconozco el contenido del cuadernillo adjunto a la obra. Lo ideal será conseguir el texto mecanografiado de Manuel Pacheco y poder en el futuro contrastar la versión definitiva que estoy leyendo al cuidado del corrector del original pachequiano.

Considero que la lectura de esta versión contribuye muy positivamente a conocer otra faceta muy importante de la prosa de Manuel Pacheco en el centenario de su nacimiento. Pacheco una adelantado en la redacción de la literatura autobiográfica en la década de los cuarenta. Su técnica es muy avanzada y también muy depurada.En el mismo diario da las claves de cómo generaba una obra al mismo tiempo que la estaba viviendo. Se muestra el pensamiento de Manuel Pacheco en asuntos que le singularizarán durante toda su vida: una estética marcada por su compromiso ético con el hombre como ciudadano de la polis. Se plantea el problema religioso, el Estado, la justicia social, el problema de los marginados y la libertad de expresarse sin trabas.  En esta época de su vida antes de darse a conocer con la selección de poemas que componen su primer libro Ausencia de mis manos en 1949 ya se muestra como un hábil escritor en el que organiza una novela autobiográfica y de pensamiento en el transcurso de dos meses y nueve días, entre agosto y noviembre de 1942.

Curiosamente Pedro de las Heras me ha hecho leer esta obra distrayendo mi tiempo a la revisión de mi  Senderismo de Hospital, donde casualmente al mismo tiempo que vencía a la bruja vesícula iba contando yo mismo a los amigos de mi foro de guasap mi recuperación gracias a la lectura de obras de medicina y sobre todo Santiago Ramón y Cajal y Unamuno. Pacheco cuenta que escribe poemas, lee, y luego pasa retazos de su diario en la oficina del propio hospital donde tiene a un administrador amigo.

 

 

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