In Otras Colaboraciones

¡Qué viva es su  presencia entre mis cacharros…!

2016 11 04. 6:33h. Antonio Viudas Camarasa

Ya estamos en la recta final de la preparación del Itinerario. En estos últimos días me he dedicado a la organización del acto de apertura. Preparar el tríptico de la Exposición CERAMICA POPULAR HISPANA me ha llevado su tiempo, coordinar los últimos retoques para el catálogo, gestionando estoy el conseguir un ISBN para el catálogo, remitir la última versión de mi prólogo «El habla de Mérida y sus circunstancias» a EL HABLA DE MÉRIDA, contestar a los numerosos correos electrónicos, gestionar la cuestión del protocolo del acto de inauguración, gestionar el montaje de la Exposición de cerámica, la entrega de la pieza singular de la Paridera. Todo está preparado para que el horas veinticuatro todo salga de la vida al teatro de la realidad fantástica. En estos momentos estoy clasificando las adhesiones y la confirmación o ausencia a las invitaciones a la inauguración. ¡Qué difícil es tener un fichero actualziado de todos! Imposible. Rebusco en mi disco duro externo y  me encuentro con el recuerdo de su ida. Gracias al azar sin buscarlo la cronología me ayuda. Un lejano recuerdo de las noticias que generé después de su muerte en dialectus.com, aplex y acala. Le pedí una colaboración a Juan Manuel González Martel que enseguida me la remitió.

2002-alonso-zamora-vicente

From: «Antonio Viudas Camarasa»
To: «Juan Manuel Gonzalez Martel»
Subject: Misas gregorias y el Monasterio cirsterciense de la Abadía.
Date: Wed, 5 Apr 2006 18:52:15 +0200

20150315-adios-a-alonso-zamora-vicente-foto-aviudas

Juan Manuel:
Y ahora otro homenaje póstumo, el de Madrygal.
Bueno lo titularemos más que misa. En una de sus conversaciones nos contó que
tuvo un alumno cura en Santiago de Compostela, que no iba a clase, y quiso
comprarle el aprobado. Le ofreció un mes de misas gregorianas.
Don Alonso se enfadó con él y nos confesó «No lo aprobé nunca».
Pues lo dejaremos en misa, porque si le ponemos misas gregorianas igual se nos enfada…
Creo que las misas gregorianas eran un conjunto de misas de treinta días seguidos…
Enseguida pongo ya tu última versión, hasta que me envíes otra.
Ya recogeremos el correo y la fotografía… de la Abadía.
Saludos
Antonio

———- Mensaje reenviado ———-
De: Juan Manuel Gonzalez Martel
Asunto: RE: gregorianas y neuva relacion AZV
Para: antonioviudascamarasa
Antonio:
Me he reído con la anécdota del cura gallego. A ver si me entero cuándo desaparecieron también ese montón de misas que se decían por los Académicos…
He completado nombres, como los del académico colombiano y el de la mujer de […]. Y también he suprimido, por sugerencia de ella…, lo de la colaboración en la Historia académica. Lo he dejado más “general”. Así como no tenía en mi original lo de Santiago y Cuadrado, y por eso quedaba siempre fuera. Y de paso, algunas concordancias.
De nuevo, desearte buen descanso vacacional, que “me temo” que lo mereces.
Un abrazo, JM»

Misa por el alma de Alonso Zamora Vicente

Por JUAN MANUEL GONZÁLEZ MARTEL

Director de la Casa Museo Lope de Vega. Madrid

A las ocho de la tarde del martes 21 de marzo de 2006 se celebraron las exequias por el alma del escritor Alonso Zamora Vicente. La misa de réquiem tuvo lugar en Los Jerónimos de Madrid, parroquia de la que fue feligrés el escritor durante algunos años.

Fue oficiada por el reverendo don José María Martín Patino, jesuita. El padre Patino, en su homilía, recordó con emocionadas palabras al admirado amigo, destacando el fraternal y liberal talante de su personalidad y la calidad humana del trato de quien había sido profesor suyo. Su amistad, desde los tiempos universitarios de Salamanca, se había reforzado en años en que Martín Patino colaboró, en la década de 1970, con Zamora Vicente y el cardenal Vicente Enrique y Tarancón en la Comisión de Textos Litúrgicos de la Real Academia Española, en unas sesiones en las que llevó a cabo la revisión y actualización del castellano de los principales textos de la liturgia católica.

Presidieron el duelo los hijos Alonso y Juan Zamora Canellada, acompañados por los miembros de sus familias –principalmente madrileña, asturiana y vasca-, a quienes, terminada la santa misa y tras la oración fúnebre final, los numerosos asistentes manifestaron el pésame.

Entre los asistentes, muchos viejos amigos y compañeros, y discípulos y colegas de sus últimas promociones de estudiantes y de las distintas actividades desarrolladas en la última década. Entre las personalidades, las más reconocibles, las del mundo académico. La vecindad de la iglesia con el edificio de la Real Academia  facilitó que esta misa de réquiem, encargo de la familia, se convirtiese asimismo, por la gran asistencia de miembros y colaboradores de la Corporación, en corporativo recuerdo académico. Junto a miembros de las Reales Academias, colaboradores de los Diccionarios de la Española y profesores de las universidades Complutense, Carlos III, Autónoma o Antonio Nebrija de Madrid, de las de Salamanca, Extremadura o Alicante; representantes de la Junta de Extremadura, del Instituto Cervantes, de Relaciones Culturales del Ministerio de Exteriores, de la Fundación Antonio Nebrija o del mundo editorial y de los medios de comunicación.

Alonso Zamora Vicente, fallecido el 14 de marzo de 2006, era miembro de número de la Española desde 1966, institución de la que había sido académico correspondiente en Salamanca desde 1958. La Academia, como es preceptivo, en su sesión del jueves anterior había acordado suspender su actividad en señal de duelo y enviar la condolencia a su familia, al tiempo que encargaba la necrología oficial a uno de sus miembros de número. Y próximamente, en torno a la fecha de abril de la muerte de Miguel de Cervantes, se volverá a recordar a Zamora Vicente en las exequias que anualmente encarga la Real Academia Española en la Iglesia del convento de Religiosas Trinitarias, donde yacen los restos del glorioso escritor. Es funeral que se celebra todos los años en memoria de Cervantes y de todos cuantos cultivaron las letras españolas, y en recuerdo especial por los fallecidos el año académico en curso.

***

Algunos de los amigos asistentes a las honras fúnebres en memoria de Alonso Zamora Vicente

Recuerdo a don Alonso Zamora, a mediados de los años de 1970, volcado en la revisión de documentos y fotografías, atento a un concreto documento, del Archivo familiar de Alejandro Sawa. Era papel que enumeraba algunos de los asistentes al sepelio de este escritor bohemio, y en cuyo dorso se había copiado una fría disculpa de Benavente a una petición de socorro del escritor.

Las personas que allí figuran reseñadas eran en realidad pocas en comparación con las muchas que efectivamente asistieron al velatorio y entierro de Sawa en marzo de 1909, recreados literariamente en las escenas finales de Luces de bohemia. Pero lo que para mí era simple y corto listado de nombres, para don Alonso era palpitante retahíla de amigos cuya sola mención le abría nuevas puertas a su sistemático asedio crítico tanto  a la biografía del escritor, a gente de sus gozosos días parisinos o del trágico final en su residencia madrileña, como a la obra teatral de Valle Inclán. De tal lejana circunstancia me acordé la mañana del día 14 de marzo de este 2006, en la que rápidamente corrió la noticia de la muerte de Zamora Vicente.

En ese mediodía, tarde, noche y mañana siguiente del velatorio, del día 14 al 15, muchos fueron los amigos que se unieron al dolor familiar en el tanatorio y que, luego, estuvieron en el enterramiento, o, una semana después, el martes 21, asistieron a la misa de réquiem. De tantos amigos y conocidos del finado, saludados personalmente o entrevistos, algunos me han quedado en el recuerdo. Otros me han sido apuntados por compañeros. Y aunque estamos en época en que la documentación parece tener vías, formas y condiciones de seguridad suficientes, se me ocurre que no está de más dejar constancia de sus presencias, como testimonio de ese cruce y reencuentro de amistades que la despedida del viejo maestro nos procuró.

Aparte de los que puedan constar en los pliegos de pésame que figuraba en sala 18 del tanatorio de la sacramental de San Isidro, y de los testimonios de pésame recibidos de distintas partes del mundo, tanto por la familia como por la Fundación-Biblioteca, por la Asociación Patrimonio Lingüístico Extremeño o en la misma Real Academia Española, en los que se da fe de su humanidad, su prestigio y su labor intelectual, añado algunos nombres de las personas que vi, pensando especialmente en la amplia documentación que todos ellos convocan, que sin duda será muy útil y esclarecedora para los futuros estudios sobre el escritor y filólogo Alonso Zamora Vicente.

De la Real Academia Española, pudimos ver a Antonio Colino, Manuel Seco Reymundo, Valentín García Yebra, Gregorio Salvador Caja o José Luis Pinillos, de la etapa en que Zamora era Secretario perpetuo. Y posteriores a 1990, a Víctor García de la Concha, Eduardo García de Enterría, Eliseo Álvarez-Arenas, Ignacio Bosque Muñoz, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Carmen Iglesias, Claudio  Guillén, Luis Ángel Rojo, Margarita Salas, José Manuel Sánchez Ron, Carlos Castilla del Pino o José Manuel Blecua, así como a algunos de los académicos correspondientes que tuvieron más trato con el finado, como Francisco Estrada, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Y las otras corporaciones hispánicas de la lengua española estuvieron representadas por el Director de la Academia Filipina, el Sr. D. José Rodríguez.

De las promociones de estudiantes en la Universidad de Salamanca que tuvieron a Zamora Vicente como profesor, la presencia de Berta Pallares, durante tantos años en la Universidad de Copenhague, o el profesor Juan Mayor Sánchez, catedrático de la Facultad de Psicología de la Complutense, actual Emérito, representaban a todos los estudiantes y jóvenes profesores de ese tiempo universitario, evocados en estos días en “En memoria del profesor Alonso Zamora Vicente”, en la primavera de 1953, por la profesora Ángela Abós Ballarín[1].

Del grupo de los que en alguna etapa fueron colaboradores del Diccionario histórico:  María Rosa Moralejo, Pilar Moris Ruiz, Olimpia de Andrés Puente  o Enrique Recondo. O desde los años de 1980 en los trabajos del Diccionario usual, los lexicógrafos Elena Cianca, Emilio Gavilanes (novelista), Teresa Palacios, Consuelo Tovar, Silvia Fernández Alonso… Y del actual Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española, Rafael Rodríguez Marín, su subdirector. Y entre estos filólogos, José María Aránguez Otero, segoviano, de los últimos alumnos que recibieron conjuntamente en la Complutense las enseñanzas de Rafael Lapesa y de Zamora Vicente, y que en la Real Academia, a más de su labor de lexicógrafo, colaboró muchos años con la Asociación de las Academias de la lengua Española. Su nombre me evoca la amistad de Zamora Vicente con José Antonio León Rey, escritor colombiano de larga residencia en Madrid, a quien Aránguez ayudó en su compleja tarea. Y Guadalupe Galán Izquierdo, de origen extremeño, colaboradora del matrimonio Zamora Canellada en el Diccionario manual e ilustrado. También de la Corporación, Elvira Fernández del Pozo y Merino, historiadora, del Archivo Histórico Nacional, y del Archivo académico, colaboradora en muchas investigaciones. Igualmente relaciono con algunos trabajos de Zamora con la participación de Pedro Canellada, el familiar con quien más fraternal trato he mantenido.

Del Departamento de Filología Románica, de su última etapa en la Complutense, la presencia de Eugenia Popeanga, testimonio de la decidida defensa de Alonso Zamora en favor de la lengua rumana, con la decidida ayuda del profesor Fermín J. Tamayo Pozueta, de quien acabamos de leer el original de la novela Balcaniana; María José Postigo, profesora de lengua y literatura portuguesa, que acompañada de su hijo mayor, Pedro Peira, nos traía además la presencia de uno de sus mejores discípulos de la última etapa de la vida universitaria: Pedro Peira Soberón, catedrático; Carmen Mejía Ruiz, directora de Madrygal. Revista de Estudios Gallegos, que guarda abundante memoria, escrita y gráfica, de muchas circunstancias biográficas del maestro; Juan Ribera o Juan José Ortega Román, que remiten a la vinculación e intereses de Zamora por el área lingüística y cultural catalana, balear y valenciana; María Victoria Navas y Denis M. Canellas de Castro Duarte, de Coimbra, discípulos relacionados con Portugal.

Muchos había igualmente de la Facultad de Filología de la Complutense, como su gran amigo Manuel Gil Esteve, el catedrático de lengua y literatura italiana; Jesús Sánchez Lobato, su crítico literario más confidente y sistemático; Vidal Alba de Diego, Jesús y Francisco Bustos, Pilar Saquero, José Luis Girón; Santos Sanz Villanueva, de sabia mirada crítica sobre el cuento zamoriano; Dolores Castro Jiménez; o Concha Martínez, bibliotecaria, discípula, vecina del viejo barrio de Puerta de Moros, cuyos padres, de origen conquense eran queridísimos amigos de Zamora desde años de estudios universitarios.

Estaban presentes algunos de sus últimos estudiantes, actualmente profesores de institutos de enseñanza secundaria. Podría representarlos, por la simpatía que Zamora le manifestó, Juan José Fernández, de la Complutense, que enseñó en Polonia y Lisboa, y que es docente en un instituto toledano.

De otras Universidades o centros de enseñanza de Madrid. De la Universidad Autónoma, el catedrático Pablo Jauralde, compartida pasión por la escritura de Quevedo, y tantos vinos por el Madrid de los Austrias; de la Universidad Rey Juan Carlos, los lingüistas Ramón Sarmiento y Luis Alberto Hernando Cuadrado; de la Carlos III y del Instituto Cervantes, Jorge Urrutia, también del Área Académica del Instituto Cervantes, profesor y poeta, una profunda amistad de discípulo también heredada de la que don Alonso  mantuvo con el poeta Leopoldo de Luis, su padre; y José María Martín Valenzuela, del Área de Diplomas y Gestión de Exteriores del mismo Instituto, colaborador en su tiempo académico en el Diccionario manual; Consuelo Triviño Anzola, novelista, del Centro Virtual Cervantes, con quien Zamora tanto habló de narrativa colombiana, e hispanoamericana en general.

Amistades extremeñas, como los que representaban a la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres con su decano José Luis Merino Jerez y la Junta de Extremadura, tomaron la ruta de Madrid para llegar pronto a respetar la memoria del maestro. La presencia de María Antonia Fajardo Caldera, acompañada de su esposo. Directora de la Fundación Biblioteca Alonso Zamora Vicente, María Antonia es una de las personas que ha mantenido desde 1990 más cordial contacto con el académico, por su labor en favor de la organización y fichado de la Biblioteca y la catalogación del Archivo relacionado con Zamora Vicente y Canellada Llavona. O Antonio Viudas Camarasa, de los mejores críticos literarios de la obra filológica y de creación del maestro, que tanto lo apreciaba. Su amistad la envuelve igualmente muchos paseos extremeños: nos recordaba especialmente uno, a la Abadía, con sus arcos mudéjares, por los jardines y huertas del Duque de Alba que anduvo e inspiraron a Lope de Vega, y, luego, por el dedalillo de callejas y zaguanes de Hervás, la sefardita.

Otras presencia estaban vinculadas a Zamora Vicente por la Escuela de Verano vinculada al Ministerio de Asuntos Exteriores. La de Fernando Peral Calvo, el excelente amigo, otra de las claves de la vinculación de Zamora con tantos centros de enseñanza universitaria en Europa, África del Norte o Hispanoamérica, a través de la Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores. Y Pilar López Quintela, de origen gallego, o Silvia Riestra Gascón, también de esa sección de Culturales, colaboradoras de Zamora en los Cursos de verano de lengua y Literatura españolas para los profesores becarios extranjeros a través de Asuntos Exteriores, que se celebraban con sede en la Escuela Diplomática de Madrid. Con Pilar siempre contó el profesor por su capacidad organizadora de una de las actividades que consideró imprescindibles. Quintela se compenetró con la forma de pasear y la sugestiva manera de ver de Zamora las históricas ciudades castellanas: Toledo, Segovia, Ávila, Salamanca, Guadalajara, Sigüenza… Y profesores como la filóloga Raquel Pinillas Gómez; la catedrática Blanca Aguirre,  interesada por la traducción de los lenguajes técnicos, o el profesor Manuel Gil Rovira, de la Universidad de Salamanca.

El entorno de la Universidad y de la Fundación Antonio Nebrija, que llenó la fructífera etapa de jubilado de Alonso Zamora Vicente. El homenaje que le ofreció esta Universidad en 1999 fue uno de los que más agradeció y disfrutó el respetado profesor. Como miembro y director que fue de esa Fundación, sus componentes se convirtieron en sus confidenciales amigos. Entre ellos, aunque su trato venía de antes, el ex presidente del Gobierno Joaquín Calvo Sotelo; Manuel Villa Cellino, ex rector de la Universidad Nebrija,  Belén Moreno de los Ríos, especialista en la enseñanza del español como lengua extranjera, o Javier Ramos, notario, vinculado a dicha Fundación.

De las variadas personalidades, coincidí con la llegada de Sabino Fernández Campo, asturiano de pro, que fue Jefe de la Casa Real, y la escritora María Fernández Álvarez; con Ian D. L. Michael, catedrático emérito del Rey Alfonso XIII de la Universidad de Oxford, lazo de los viajes ingleses de Zamora y amistad igualmente en las ediciones de Castalia; Jaime Moll Roquetas, de Archivos y Bibliotecas, responsable de la biblioteca de la Real Academia durante muchos años, catedrático de Bibliografía de la Universidad Complutense.

Del mundo de la edición, estaban los amigos de Castalia, con la que mantenía estrecha relación desde la época de la edición en Valencia de su libro de relatos Smith y Ramírez (1957) y en los años de dirección de la colección Clásicos, y los muchos de Espasa-Calpe, y en particular su amigo Silverio Aguirre Campano, editor fuertemente vinculado a la Academia desde los tiempos de su padre, en cuya imprenta se editaron muchos libros relacionados con los componentes de la generación literaria del 1927, tanto de literatura española, como de los estudios clásicos.

Miguel Ángel Tallante Pancorbo nos recordaba las preferencias musicales, populares o cultas, de Zamora. Como Emma Ojea, arquitecto y músico, de dilatado trato con el maestro por la amistad con la familia y del tiempo en que fue responsable de las reformas del edificio académico y de la restauración de la Casa Museo de Lope de Vega a comienzos de la década de 1990. O Luis Martín, del Nuevo Mester, de largas charlas con don Alonso sobre música popular, sobre todo de entusiasmo por la de tierras preferentemente astur leonesas y castellanas. Todos, a la vez, habituales de su cita en la Semana Religiosa de Cuenca.

Entre todas, dos personas me hicieron considerar nuevamente la particular índole de abierta humanidad y la cultura como forma de vida, de convivencia de don Alonso. Sentimiento fraternal, primero, la presencia de doña Carmen Calleja de Sawa, la última descendiente de las familia Sawa-Poirier, testigo de la fuerte y cordial vinculación de Zamora Vicente con los dos nietos, madrileños, de Alejandro Sawa; sobre todo, con Fernando López-Sawa, conservador del legado documental familiar. Los ratos en que tanto charlaron, en los domicilios del barrio de Chamberí como en la localidad de Sigüenza, del abuelo Alejandro, de la abuela Jeanne Poirier, “Mamaella”, o de sus padres, Elena Sawa, y Fernando López Martín, el poeta y dramaturgo.

Y emoción profunda causó a un grupo de amigos que alguna vez fuimos a la provincia de Jaén o hicimos un alto al cruzar sus tierras con Zamora Vicente en las renacentistas Úbeda y Baeza, en busca de las espléndidas piezas vidriadas del alfar ubetense: la tempranísima presencia de don Juan Pablo Tito [Pablo Martínez Villacañas], el gran alfarero… Intentaba reconocer entre los asistentes del tanatorio de la sacramental de San Isidro a alguna de aquellas caras de familiares o amigos que habían acompañado al maestro. Perdone que me dirija a usted [al profesor Juan Ribera, de la Universidad Complutense]. Creo recordarle. Soy Tito, de Úbeda. Tendría usted la bondad de indicarme quiénes son los familiares…. Esta mañana mi hijo [Juan Pablo Martínez Muñoz] me dijo: -¡Padre, mira quién ha fallecido…, don Alonso!…. Le contesté únicamente: -Ahora mismo salimos para Madrid. Quiero despedirme de don Alonso. ¡Qué viva es su  presencia entre mis cacharros; cuántos ánimos y afecto manifestó siempre por mi trabajo! Después de la oración ante el amigo y el pésame a los familiares, Tito y su hijo partieron nuevamente y, como otros en el recuerdo, se llevaron para Úbeda a don Alonso. ¡El maestro nunca decía que no a un nuevo recorrido por los caminos de España!

[1] El País, 23.03.2006.

2016 11 04 7:33

La saga de los Tito está formada según me contaron Pablo y Juan Pablo por

  1. Juan Martínez Padilla
  2. Pablo Martínez Villacañas
  3. Juan Pablo Martínez Muñoz

El 14 de marzo de 2006 los alfareros Pablo Martínez Villacañas, el grande y Juan Pablo Martínez Muñoz, el chico, asistieron junto con los que Juan Manuel González Martel nos relata, al último adiós al maestro. El día 11 de noviembre de 2016, en el Itinerario ambos participan como ponentes en la mesa redonda con debate AZV-1,  a las 16 horas en el salón de actos de la Casa de Cultura de Malpartida de Cáceres.

Después de publicar el recuerdo de Juan Manuel González Martel inserté en aplexextremadura.com ALONSO ZAMORA VICENTE y el extremeño

e intercambiamos los siguientes emailss:

 

2016 11 04, 7:52. Antonio Viudas Camarasa

 

———- Mensaje reenviado ———-
De: Juan Manuel Gonzalez Martel
Fecha: 5 de abril de 2006, 11:50
Asunto: gracias de nuevo
Para: antonioviudascamarasa

Antonio
¡Vaya que sí es emocionante e interesante ese escrito de tu joven estudiante extremeño! ¡Cómo hubiese disfrutado don Alonso leyéndolo! No se hubiese escapado, seguro, de su: «¿Y usted de donde nació exactamente; sus padres de dónde son; qué pueblo conoce mejor; a qué le gustaría dedicarse cuándo acabe sus estudios; ha escrto usted más cosas?
A la vuelta de las Islas, te rejuveneceré ese listado. Ya tengo tres nombres nuevos… ¡No hay que preocuparse de las ausencias! Sé de algunas que han llorado en la lejanía la ausencia de don Alonso!
Que pases unos dias de descanso agradables. Un abrazo, JM

From: «Antonio Viudas Camarasa»
To: «Juan Manuel Gonzalez Martel»
Subject: La voz del maestro sigue viva
Date: Wed, 5 Apr 2006 06:48:14 +0200

Juan Manuel:
Ha sido fabuloso: la cantidad de personas que han mostrado su condolencia por la muerte de don Alonso.
Lo dicho si quieres añadir algo o corregirlo con Internet siempre estamos a tiempo. Y además lo que vale en este medio es la última actualización.
Veo presencias, pero más valor tienen para mí las ausencias. En las presencias encuentro la España que camina entre algunas ausencias la España que bosteza… Ni la rusa ni la polaca se hallan en la España que camina.
Me ha llenado de satisfacción esta colaboración de un alumno mío con dieciocho años, después de asistir a tres de mis clases.
Léela:

http://www.aplexextremadura.com/necrologica/2006/marzo/14%20-%20Alonso%20Zamora%20Vicente/04%20abril%20ismael%20lopez%20martin/index.htm

Creo que a don Alonso le hubiera encantado leerla como le agradó dejarse entrevistar por aquella otra alumna mía (Olimpia Rubio Hernández) hace años:

     Entrevista con Zamora Vicente / Olimpia Rubio Hernández
En: Alcántara: revista del Seminario de Estudios Cacereños, ISSN 0210-9859, Nº. 4, 1985, pags. 57-66
[Petición Artículo]

De nuevo, Juan Manuel, muchas gracias.
Un abrazo amigo de
Antonio Viudas Camarasa

Tras la relación de Juan Manuel, intentaré invitar personalmente a todos los citados, pero como me será imposible encontrar sus emails dejo aquí la invitación para que si pueden nos acompañen el día 11 de noviembre de 2016 en la Casa del Mono de Cáceres donde tanta historia e intrahistoria de la España del siglo XX y los seis primeros años del XXI se conserva gracias al mantenimiento que hace del edificio y de sus fondos la Excma. Diputación de Cáceres y que todos vamos a contribuir que se un foco y que el verso de Rosa Lencero «Brotó de ti la luz» tenga una transdencia mágica válida para los generadores biológicos y del espíritu

Remito invitación, ruego me confirmes asistencia.
o al celular 610 00 81 18

Un cordial saludo
Antonio Viudas Camarasa
Coordinador Comité Científico Ejecutivo
ITINERARIO ARTÍSTICO LITERARIO
ALONSO ZAMORA VICENTE
100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

www.dialectus.es/congreso/

 

INVITACIÓN

Inauguración

 

 

ITINERARIO ARTÍSTICO LITERARIO ALONSO ZAMORA VICENTE

100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

 

invitacion-azv-png

 

 

 

En nombre del Comité Científico Ejecutivo, de los discípulos, amigos y familiares de don Alonso Zamora Vicente me complace en invitarle a la inauguración del “Itinerario artístico literario ALONSO ZAMORA VICENTE, con motivo de la celebración de los 100 años de su nacimiento y de la exposición CERÁMICA POPULAR HISPANA del legado Alonso Zamora y María Josefa Canellada que tendrá lugar el día 11 de noviembre de 2016, a las 12:00h, en la sede de la “Fundación Biblioteca Alonso Zamora Vicente”, Cuesta de Aldana, 5. Cáceres (España).

 

Itinerario artístico literario patrocinado por la Excma. Diputación de Cáceres y el Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres con la colaboración de otras entidades.

 

Antonio Viudas Camarasa

Más información:

dialectus.es/congreso

 

Se ruega confirmen asistencia

Adhesiones

Inscripciones

http://dialectus.es/programa/

 

 

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