En nuestra opinión, don Alonso fue un buen folklorista, pese a que él apenas usó la palabra Folklore; prefirió utilizar Etnografía (hoy tendemos a equiparar estas dos disciplinas).
Nuestra opinión se sustenta en tres aspectos:
- A) Don Alonso, bibliófilo. Para temas de Folklore, su biblioteca es excelente, con abundantes manuales. En el caso de los cuentos, por ejemplo, andan por allí numerosas colecciones, incluyendo los cuentos asturianos de doña M.ª Josefa Canellada.
- B) Don Alonso, recopilador. En sus trabajos de Dialectología, recogió abundantes materiales de tradición oral. En El habla de Mérida, por ejemplo, encontramos dichos, refranes, juegos, dictados tópicos, coplas, creencias, fiestas, tradiciones…
- C) Don Alonso, informante. En su obra literaria, vertió numerosos materiales del saber popular que había ido asimilando a lo largo de su vida. Y es que, como los protagonistas de las obras de don Alonso hablan como la gente de la calle, por eso, sus parlamentos están salpicados de referencias y de materiales folklóricos: dichos, refranes, adivinanzas, chistes, cuentos, pregones, aleluyas, gastronomía, medicina popular…