2018 09 08 Antonio Viudas Camarasa
ANTONIO VIUDAS CAMARASA
SENDERISMO DE HOSPITAL
SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL Y GREGORIO MARAÑÓN AL FONDO
Libro en proceso de redacción
Venta en librerías a partir de diciembre 2018
MONÓLOGOS DIALOGADOS
Adega de Sines … y el séptimo se curó gracias a la talasoterapia
2018 09 08
Noté una mejora naciendo
Es 8 de septiembre, día de Extremadura. El 6 y 7 noté una mejora naciendo de los efectos de la bruja vesícula relacionada con la gastronomía portuguesa de Sines.
Quise probar de nuevo el sabor a mar Atlántico. Mi hipótesis: poder degustar la comida casera que otras veces disfruté en la Adega de Sines. Era tarde el jueves noche y lo único que les quedaba eran seis carapaus. La bodega de Sines forma parte de esas tasquiñas que en Lisboa son el escenario retro de las tardes y noches de fado popular que me enseñó Mariví Navas, mi compañera de curso de la Complutense. Esta de Sines es más proletaria. Me recuerda a las de Borba. Comida rápida, buena y barata para obreros que trabajan.
Los carapausA la derecha un fogón con brasas, una barra de cantina y al fondo botellas de licores y vinos llenas de años. A la izquierda mesas comunitarias con mármol veteado de Estremoz y taburetes para estar sentado no más de veinte minutos. Carlos nos aposenta en un extremo y compartimos mármol y mantel con una joven pareja que nos aconseja que tomemos carapaus. Son madrileños. Él tiene un sin acento porque ha vivido cinco años en Córdoba (Argentina). Me traduce carapaus como jureles. Mis jureles de comedor universitario tenían distinto sabor. Alabo la cocina portuguesa del carapau atlántico. El carapau de Sines y Vilanova de Mil fontes es único, lo digo por experiencia probada.
Luis, el joven cocinero de Adega de Sines los hace de maravilla. Los tomamos con una ensalada y patatas hervidas con aceite y medio litro de vino blanco. La suma de Luis, el fogonero cocinero de 81 años, ayudado de Edite, su mujer, que sigue enamorada después de 60 años sirviendo comidas y cenas en la Adega, unido al buen servicio de Carlos, su sobrino, me han llevado a disfrutar de la comida que comen los vivos sanos. Ayer repetí cena con ellos con unas sardinas a la brasa al estilo de Adega de Sines.
La cirujana que me animó a ir al quirófano diciéndome que si me quitaban la vesícula otras glándulas ocultas sustituirían la función de la bilis, ese líquido verdoso y amargo que ayuda a hacer bien la digestión sobre todo de las grasas, no me engañó. Las sardinas y los carapaus no me han hecho daño. Doy fe como paciente obediente y sumiso.
No sé cómo pero siguiendo los consejos del cirujano pos-operatorio doctor Cardenal ya hace una semana que tomo cerveza Sagres, vino blanco y tinto, se me hace la boca agua con los «vasquiños» de Sines , el pollo-frango y bacalao a la brasa y lo más curioso: hago perfectamente la digestión.
Que cicatricen del todo mis heridas
Tengo ganas de que cicatricen del todo mis heridas, me den el alta quirúrgica, montar en moto y bicicleta y sin problema desplazarme a recordar a mis muertos en mi pueblo natal y disfrutar de la alegría de mis vivos en mi tierra de frontera, la del Mio Çid y de la infancia de Jaime I de Aragón en el Castiello de Monzón que mira a los castiellos de La Mora y Altamira en la rica comarca de La Litera (Huesca).
Por la transcripción Antonio Viudas Camarasa. Senderismo pos-operatorio por la gastronomía de Sines. Praia Vasco de Gama. Sines. 8 de septiembre de 2018. Día de Extremadura con ferrocarriles del siglo XIX.