In PENAL DE OCAÑA, SENDERISMO DE HOSPITAL

 

Penal de Ocaña

Colección Austral 1985

 

Ejemplar de la Biblioteca Alonso Zamora Vicente. Cáceres

 

 

Ejemplar de la tercera edición argentina. Buenos Aires, 1958. Obsequio de Juan Manuel González Martel

2018 08 31 Antonio Viudas Camarasa

Acercamiento a Penal de Ocaña PENAL DE OCAÑA

de María Josefa Canellada y

LA LLAMA de Arturo Barea

Dos novelas complementarias

LA GUERRA, ALGO NO QUERIDO Y SUFRIDO POR EL PUEBLO

Por Antonio Viudas Camarasa

El sentimiento de dos novelistas del bando republicano

Un hombre socialista convencido, Arturo Barea y una mujer María Josefa Canellada, una estudiante universitaria voluntaria en un Hospital de Sangre.

Desde perspectivas complementarias coinciden en el horror de la guerra. Los dos con el tiempo desisten y huyen de sí mismos para encontrarse a sí mismos.

Barea va dando tumbos y María Josefa Canellada se elimina cuando le obligan a tratar a los heridos de guerra como presos políticos.

En el fondo los dos no ven sentido a la guerra que están sufriendo y de la que son protagonistas activos. Barea como propagandista del Frente Popular y censor de guerra y creador de posverdades. María Josefa Canellada siendo siempre fiel a su verdad y a su compromiso con el prójimo con unción de solidaridad humana y convicción religiosa: trabajar y ayudar a los heridos.

EL CURA LEOCADIO LOBO DE BAREA

Traigo a colación las palabras que Arturo Barea le hace decir a Leocadio Lobo, el cura comunista que está salvando curas del paredón por misión gubernativa republicana, muy amigo de los anarquistas.

Barea y María Josefa Canellada se plantean la guerra como testimonio de su existencia propia y del mal que sufre el hombre con ella. María Josefa Canellada en forma de dietario existencial muestra lo horrible del sufrimiento de sus enfermos, jóvenes que matan en el frente y mueren heridos con metralla en sus propias carnes en las camas del Casino, Hospital de Sangre de Izquierda Republicana, situado entre las calles Alcalá y Aduana de Madrid.

Dejo la cita y que cada lector, buen lector que saque sus consecuencias. Arturo Barea pone en boca de su amigo y compañero de residencia del Hotel Victoria el padre Leocadio Lobo esta reflexión sobre el horror de la guerra:

«Y esta guerra. Tú dices que es repugnante y sin sentido. Yo no. Es una guerra bárbara y terrible con infinitas víctimas inocentes. Pero tú no has vivido en las trincheras como yo. Esta guerra es una lección. Ha arrancado a España de su parálisis, ha sacado a las gentes de sus casas donde se estaban convirtiendo en momias. En nuestras trincheras, los analfabetos están aprendiendo a leer y hasta a hablar y están aprendiendo lo que significa hermandad entre hombres. Están viendo que existe un mundo y una vida mejores que deben conquistar y están aprendiendo también que no es con el fusil con lo que lo tienen que conquistar, sino con la voluntad. Matan fascistas, pero aprenden la lección de que no se ganan guerras matando, sino convenciendo. Podemos perder esta guerra, pero la habremos ganado. Ellos aprenderán también que pueden someternos, pero no convencernos. Aunque nos derroten, seremos los más fuertes, mucho más fuertes que nunca, porque se nos habrá despertado la voluntad. Todos tenemos nuestro trabajo que hacer, así que haz el tuyo en lugar de hablar de un mundo que no te sigue. Sufre y aguántate, pero no te encierres en ti mismo y comiences a dar vueltas dentro. Habla y escribe lo que tú creas que sabes, lo que has visto y pensado, cuéntalo honradamente con toda tu verdad. No hagas programas en los que no crees, y no mientas. Di lo que has pensado y lo que has visto y deja a los demás que, oyéndote o leyéndote, se sientan arrastrados a decir su verdad también. Y entonces dejarás de sufrir ese dolor de que te quejas»

Leocadio Lobo le dice a Arturo Barea que no mienta, algo difícil siendo responsable de la propaganda que tiene que emitir por radio por orden del general Miaja.

María Josefa en su novela Penal de Ocaña nunca miente, tiene una moral a prueba de bomba, quiere ser buena y ejerce de buena en su buen hacer y desea como Arturo Barea que la guerra termine pronto.

Pero cuando Madrid recibe ayuda de los tanques y ametralladoras rusas, ya intuyen que la guerra en noviembre de 1936 va para rato. Y cuando el gobierno se va a Valencia y deja solo al general Miaja saben e intuyen que la guerra acaba de empezar.

Arturo Barea y María Josefa Canellada, dos voluntarios que se quedan en Madrid. Donde tienen que estar a defender sus ideales.

Uno para defender un ideal político militante, la otra para curar en misión humanitaria las heridas de soldados heridos en las trincheras y ayudar a bien morir a los desheredados de la fortuna.

Los dos, Arturo Barea y María Josefa Canellada, necesitan de ojos lectores que sepan reinterpretar sus escritos.

Hasta ahora desconozco estudios que interpreten en su justa medida la obra de Arturo Barea.

De María Josefa Canellada tenemos dos ensayos. El primero con muchas luces escrito por Alonso Zamora Vicente en el prólogo a la última edición de Penal de Ocaña en 1985, el segundo es un estudio breve y denso de una lectora muy sagaz, mi amiga y condiscípula en Alonso Zamora Vicente, Emilia de Zuleta, «María Josefa Canellada, narradora» en SIN FRONTERAS. HOMENAJE A MARÍA JOSEFA CANELLADA. Madrid. Editorial Complutense. 1994, pág. 599-61, en edición de Berta Pallares y Pedro Peira.

LOS CRÍTICOS E HISTORIADORES

Los críticos e historiadores de la literatura vivida en la guerra civil han estado muy ocupados en la literatura inventada sobre la guerra civil. Poco a poco estos dos autores se pondrán en su sitio, sin necesidad que hispanistas de profesión llenen el hueco que debían haber ocupado los estudiosos españoles con más vivencias referidas por tradición oral.

La leyenda de la guerra civil ha sido más contada por extranjeros que por investigadores españoles y tanto Arturo Barea como María Josefa Canellada han sido bastante olvidados.

Son necesarios nuevos enfoques documentados sobre este hecho que ha marcado y sigue marcando a la sociedad española.

EL PUEBLO SUFRIDOR

El pueblo español, en los dos bandos, es el que sufrió la guerra y las consecuencias de la misma. El pueblo siempre ese gran olvidado.

Arturo Barea con el padre Leocadio Lobo dio testimonio del sufrimiento del pueblo. María Josefa Canellada dio testimonio de los heridos y muertos en dos Hospitales de Sangre, el del Casino de Madrid y el del presidio de Ocaña convertido en Hospital de Sangre, recordando a sus maestros del Centro de Estudios Históricos, sobre todo a Tomás Navarro Tomás, las canciones tradicionales de los folcloristas del centro como EL CONDE OLINOS, el canto militante de «En pie los pobres del mundo», los compañeros de clase de la Ciudad Universitaria, los heridos, soldados procedentes de todas las regiones del bando republicano, sus padres en paradero desconocido, su hermano Daniel, en el frente de Peguerinos y Guadalajara, su hermano José «Juanillo», y al pueblo trasterrado de Carabanchel y Villaverde con sus mulas y carros y familia con viaje a ninguna parte parados junto a la calle de Alcalá.

Una novela donde todo el pueblo de Madrid sufre, mientras los periodistas extranjeros se divierten con señoritas y botellas de licores caros en las suites del Hotel Florida.

Ni Hemingway ni Bernanos ni Malraux ni otros escritores extranjeros han contado la guerra de España con la veracidad y el existencialismo vivido por Arturo Barea y María Josefa Canellada.

El pueblo español y su sufrimiento no les dolió en carne propia. En cambio en estos dos autores complementarios con visiones complementarias y divergentes, el pueblo está siempre presente en sus confesiones vividas.

UN HISTORIA DE AMOR Y UN IDILIO NACIENTE

Arturo Barea con una historia de amor real. María Josefa Canellada con un idilio incipiente con Miguel Ángel Arriola, alter ego de Alonso Zamora Vicente. Idilio que en la posguerra terminó en largo noviazgo y finalmente en boda. Esta cita del padre Lobo me recuerdan las palabras que puso Portillo en boca de Unamuno: «Ellos aprenderán también que pueden someternos, pero no convencernos». Cada vez estoy más convencido que el artículo de Portillo tiene muchísimas pinceladas que se deslizan en los escritos de Arturo Barea.

Por la transcripción en Senderismo de reposo pos-operatorio domiciliario Antonio Viudas Camarasa. 30 de agosto de 2018.

 

OBSERVACIONES AL MARGEN SOBRE LA MEMORIA INTELIGENTE

 

Tras leer esta reflexión recibo un guasap de una escritora militante «soberbio, eres soberbio», medito y escribo:

«Leo, pienso y escribo a borbotones lo que me sale o me dictan mis neuronas. Por eso en la plaza de Mérida tras no asistir a un congreso organizado por los comisarios políticos universitarios del partido dominante circa 1999, en San Martín de Trevejo, sobre La Fala,  Zamora Vicente le dijo a Rosa «Con lo que vale Antonio no entiendo que lo infravaloren y desprecien algunos compañeros de su universidad».

Está claro y muy claro: el que piensa, lee y escribe u opina en el mundo universitario internacional en el que se piensa poco generaliter, se lee mal en muchas ocasiones, se escribe peor en otras y la opinión original y propia brilla por su ausencia hodiernamente es normal que se odie a quien hace lo contrario. «Soberbio, eres soberbio»,  dices, escritora amiga, si soy algo es gracias a mis enemigos que son mis mejores amigos. De los palmeros se aprende poco, de quienes discrepan aprende el discrepado a pensar en argumentos para rebatirlos y superarse.

«Hemos de empeñarnos en abandonar de una vez por todas los cacareos conservadores o revolucionarios» AZV, 1985

El miércoles pasado recogí esta cita de Alonso Zamora Vicente:

«MI MEMORIA INTELIGENTE se apoya en el magisterio de mi maestro Alonso Zamora Vicente. Mirar con sosiego escribía en 1985 «el fruto de la confrontación de los espíritus» todo lo contrario de lo que está haciendo la partitocracia de 2018 en España:

«La guerra, como experiencia formativa, debe ser reconsiderada, y hemos de empeñarnos en abandonar de una vez por todas los cacareos conservadores o revolucionarios. Es hora de ir mirando con sosiego el fruto de la confrontación en los espíritus, fruto consecuencia de una meditación profunda sobre las circunstancias y las conductas. Y entresacar de esta meditación lo que de valioso pueda sobrenadar al margen de anecdóticas y archisabidas actitudes interesadas. Seguir obstinados en posturas combativas es la mejor manera de minimizar o trivializar el episodio de la guerra civil, que, indudablemente, tuvo su grandeza y su limpia generosidad». Alonso Zamora Vicente. Prólogo, pág. 12, a María Josefa Canellada, PENAL DE OCAÑA, Colección Austral, Espasa Calpe número 1653, Madrid 1985.

 

María Josefa fue enfermera voluntaria en el hospital de sangre de izquierda republicana instalado en el CASINO DE MADRID hasta el 24 de enero de 1937 y luego en el de sangre del antiguo penal de Ocaña. Zamora Vicente, soldado en el ejército republicano desde 1937 a 1939. Depurado en 1939, testigo y protagonista del exilio interior de España.

Y ese  mismo día tras visionar el primer recital de Joan Manuel Serrat

en televisión española en la primavera de 1968, en programa dirigido por José María Quero recordé tiempos de la última etapa de una época de España en la que viví mi juventud en Barcelona y Madrid:

«Un documento histórico. 1968. Me examino de PREU. Canto en un pueblo aledaño de Barcelona con la que con el tiempo se ha convertido en mi prima de Vic. Han pasado 50 años. De mayo del 68 al agosto tórrido de 2018.

Voy buscando gaviotas para la juventud veinteañera a la que algunos itiriteros cantan albadas de esperanzas. Los jóvenes de antaño disciplinados trajeados encorbatándose peinados a lo Beatles hoy son tatuajes vestidos de grandes cadenas textiles y mercadillo de pueblo. Los tiempos han cambiado. Las personas siguen siendo las mismas –unos centímetros más altas y con mayor esperanza de vida–. La semana que viene observaré la historia de España en el vuelo de mis gaviotas del mar de Sines, alentejano siempre. Me curo con el sol, el aire, el silencio y el Arte. Hoy mi ración de arte la he alimentado con recuerdos de niñez y juventud. Sigo teniendo veinte años, tengo fuerza, no tengo el alma muerta y siento que mi sangre hierve, tengo voz y todavía puedo creer en Dios si quiero, puedo alzar mi voz en la tempestad y todavía mi corazón se acelera…». 

Una joven estudioso y comprometida me anima «Claro que tienes veinte años, doy fe! Y nos das mil vueltas a todos! Además de ser un ejemplo a seguir» y me anima y mis cicatriz se van curando con sus palabras «Muy bien. Y estupendo por escribir durante el senderismo de reposo posoperatorio»

 

En palabras de Cajal la memoria «enlaza lo vivido y funde el presente con el pasado»

El domingo pasado encontré una cita de Cajal que apoya mi teoría la MEMORIA INTELIGENTE y se la comuniqué a quienes leen lo que escribo:

«LA MEMORIA INTELIGENTE. Mi concepto de ella, observo en Cajal una definición muy acertada frente a los graves defectos que presenta la MEMORIA HISTÓRICA fanática, partidista y sectaria de la partitocracia cazavotos en 2018. Escribe Cajal:

«Archivo de lo pasado, lucimiento del presente y único consuelo de la vejez, la memoria es el don más preciado y maravilloso de la vida. Por algo los griegos la divinizaron con el nombre de Mnemosina, madre de las musas. Ella hace posible la noción de la personalidad, eternizando lo vivido, puesto que enlaza lo vivido y funde el presente con el pasado. Enriquece la percepción actual con todas las asociaciones suscitadas antaño al contemplar hechos análogos»

Santiago Ramón y Cajal, EL MUNDO VISTO A LOS 80 AÑOS, 1934, 2a. Edición, pág. 39″.

 

Y el martes desde Madrid Mercedes me envía fotos del monumento a Cajal en el parque del retiro. Y recuerdo lo que dijeron de él el alcalde de Madrid, el Jefe del Gobierno en presencia del rey, ausente Cajal, achacoso y huyendo de la revuelta innecesaria en el acto. Marañón opositor al general terminó detenido un día después según he leído en la prensa de la época.

Estas son las fotos y el vídeo de Mercedes:

 

   1926. Monumento a Cajal por suscripción popular. Victorio Machao. Cajal en postura etrusca que recuerda la de los Amantes de Etruria. Al fondo, a la izuquierda FONS VITAE, la fuente de la vida, en el Centro la diosa MINERVA, y a la derecha, FONS MORTIS, la fuente de la muerte que permanece viva en la obra polifacética de Santiago Ramón y Cajal.

Detalle de la Fons Mortis

 

 

La memoria inteligente es un método muy útil para mirar el pasado. La memoria inteligente se basa en la estructura neuronal del cerebro humano. La colectividad no es capaz de tener memoria, porque la memoria es un atributo que unido a la voluntad y la inteligencia se manifiestan en cada individuo. La memoria histórica, cívica y selectiva no tiene fundamento filosófico ni cerebral, puesto que la memoria colectiva no existe. La historia se fundamenta en fuentes convincentes. La mal adjetivada memoria histórica pretende fundamentarse en el sesgo de confirmación y no «enriquece la percepción actual con todas las asociaciones suscitadas antaño al contemplar hecho análogos» (Cajal). Solamente la suma de numerosas memorias inteligentes individuales pueden generar una percepción actual con todas las asociaciones de antaño. Cajal, lector de buenas fuentes históricas medita sobre la decadencia de la memoria en la senectud humana. Y acierta.

Por la transcripción Antonio Viudas Camarasa. 31 de agosto de 2018. En el noveno día de pos-operatorio en reposo domiciliario.

 

 

 

 

Y a las 19:43 del 31 de agosto de 2018 publicito mis reflexiones a mis lectores con este texto:

 

 

Mi libro SENDERISMO DE HOSPITAL se va perfilando relato a relato. He podido escribir, mientras mi cuerpo hospitalizado se adapta al oxígeno de mi parque municipal y el de mi casa y meditando sobre las dos novelas, la de Arturo Barea y María Josefa Canellada voy perfilando ideas diversas sobre mi teoría de MEMORIA INTELIGENTE, que deseo que se pueda aplicar a diversos aspectos de la ciencia, no solamente a la anécdota tan pasajera de la partidista MEMORIA HISTÓRICA, CÍVICA Y SELECTIVA. Para analizar estas dos novelas experimentaré mi método de la MEMORIA INTELIGENTE y si encuentro fallos intentaré superarlos, pero creo que es más objetivo que llegar a las dos novelas con el evidente método falso del SESGO DE CONFIRMACIÓN. No me puedo acercar a las novelas con gafas partidistas. Tengo que analizar lo que ambos autores describen e intentar releerlos, recrearlos con la misma intención con la que escribieron su obra. Barea en un mundo rodeado de espías, autoridades militares y periodistas de guerra. Canellada inmersa en su voluntariado humanitario que se va al traste cuando pretenden que además de enfermera ejerza de comisaria política y delatora de heridos que además de heridos son sospechosos y que en vez de morir o curarse en su cama de hospital de sangre pueden terminar en un pelotón de fusilamiento. En este enlace podéis leer mis reflexiones que no pretenden ser únicas, sino contribuir a esclarecer el nublado cielo del pensamiento español en el último día de agosto de 2018, a la espera de las lluvias vivificadoras de las mentes inteligentes y no tan inteligentes que vendrán sin falta en torno a las fiestas del Pilar de Zaragoza. PENAL DE OCAÑA de María Josefa Canellada y LA LLAMA de Arturo Barea. Dos novelas complementarias: http://dialectus.es/penal-de-ocana-de-maria-josefa-canellada-y-la-llama-de-arturo-barea-dos-novelas-complementarias/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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